Capitulo 4

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Un grito ensordecedor abarcó toda una habitación. Jeongguk abrió los ojos sudando mirando a su alrededor, sintiendo arder todo su cuerpo, trato de sentarse pero una suave mano lo regreso a acostarse

–Estas bien, cálmate

El pelinegro miro a la rubia, quien le sonreía suavemente

–¿Chaeyoung?

–Si, he estado varios días en vela por ti. Dormiste dos semanas, dormilón

–¿Qué?– Jeongguk miro la habitación, una suave llama los iluminaba, la habitación se veía lujosa en cuanto madera, había en cada superficie plana algún tipo de poción– ¿JiMin?

–¿JiMin?

–Emperador

–Ah, no saben. Unos lo dan por muerto, otros por perdido– Comento la rubia con indiferencia, Jeongguk la miro confundido ante su tono

–¿Buscar?

–No, nadie lo busca Jeongguk. Están más ocupados en repartir el terreno que en buscar un emperador posible muerto

Jeongguk quiso hablar pero su garganta se cerró reseca, la bruja entendió de inmediato y le dió agua, el pelinegro bebió como desesperado el líquido, cuando terminó el vaso dejo caer su cabeza en la almohada suspirando

–¿Por qué su afán en darlo por muerto?

–Encontré su collar, en dónde te encontré a ti

–¿Saben que estoy vivo?

–No, nadie sabe. Te tengo aquí escondido

–¿Y el collar?

La bruja rodó los ojos molesta, se acercó a un pequeño cofre y rebuscó en el, saco con cuidado el collar plateado, ahora manchado de sangre y tierra

–Dámelo

–¿Para qué?

–Dámelo

La bruja lo miro expectante unos minutos, después suspiro y se acercó lanzándole el collar. Jeongguk lo tomo con cariño y suavemente despegó la suciedad del medallón, miro al lobo fijamente y suspiro

–Tengo que irme

–¿Qué?

–Mi trabajo aquí termino, me habían contratado para cuidar al emperador. Muerto, ya no tengo nada que hacer aquí

–¿Bromeas? Te salve la vida

–¿Y qué?

–Minimo dame algo de recompensa

–No tengo nada, bruja– Jeongguk se incorporó apretando los dientes ante el dolor en su cuerpo, Chaeyoung lo miro fijamente y llevo su mano a la mejilla del brujo, Jeongguk rápidamente la detuvo antes de que lo tocará

–¡Me lastimas!– Gritó la bruja cuando el pelinegro apretó su agarre en la muñeca

–Entonces no vuelvas a intentar tocarme– Jeongguk le gruñó y la soltó bruscamente, se colocó con cuidado el collar, encima del suyo, el propio parecía una simple baratija

–No te vas a ir hasta darme lo que quiero– Jeongguk la miro confundido cuando de pronto se sintió paralizado, miro a los ojos morados de la bruja quien le sonrió

–¿Qué mier...– No termino ya que cayó en una inconsciencia recordando la sonrisa maliciosa de la bruja

– No termino ya que cayó en una inconsciencia recordando la sonrisa maliciosa de la bruja

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