¨A nosotros las personas, no nos gusta esperar... Esperar para nosotros es una tortura, una muy aburrida¨
Rosé apreciaba el hermoso paisaje desde el balcón, la fresca brisa de la mañana y los rayos de sol acariciaban su piel mientras tomaba una taza de té.
¨Aun así hay excepciones donde estamos dispuestos a hacerlo ¨
- Ya regresé - Se escuchó la puerta principal abrirse.
¨No, mejor dicho, donde perderíamos el tiempo alegremente haciéndolo...¨
- Bienvenida a casa doctora - Le sonrió la rubia yendo a su encuentro.
- Uugh, estoy demasiado cansada - Se quejó la pelinegra dando pesados pasos - Hoy tuve una operación de 10 horas, mis pies me están matando en este momento.
- Oh, jaja... Casi pensaba que tu fatiga era a causa de tu rutina de caza-mujeres - Bromeó con sarcasmo la menor.
- He estado metida en la sala de operaciones por dos días seguidos, ¿Crees que he tenido tiempo para eso? - Tiró su bolso en el piso y el celular en la mesita de la sala - Además, siempre termino con los casos más complicado y de mayor riesgo - Frotó sus sienes - Todo lo que quiero es dormir, ya mismo.
- Oh vamos, estarás bien - Dijo la joven desde la cocina sirviendo un vaso de jugo - Después de una o dos lindas mujercitas claro...
- No me importa ninguna linda mujercita en este momento - Se dejó caer en el sofá - Sólo tomare una siesta justo aquí, ni siquiera alcanzo a llegar a la cama.
- Ten, toma un poco de jugo - La chica dejó el vaso sobre la mesa - Eso te refrescará.
- Si, gracias... - Susurró con los ojos cerrados y el cuello extendido por completo sobre el borde del mueble dejando su cabeza reposar.
¨Algunas cosas realmente merecen la pena esperar...¨
Acercándose tímidamente, la rubia pudo apreciar lo apacible de la expresión de Jennie. Era la primera vez que la veía dormir, por lo que esa expresión de completa tranquilidad era algo nuevo para ella.
- ¿Doctora? - La llamó en un tono muy bajo - ¿Sigues despierta?
Al no recibir respuesta, ésta no dudó en aproximarse aun más para tener una mejor visión de esa fascinante escena. De manera involuntaria llevó su mano hacía aquel rostro de porcelana, necesitaba sentir si realmente era tan suave como se veía.
- ¿Qué demonios crees que estás haciendo? - Musitó la pelinegra sin abrir los ojos.
Aquella mano se congeló a centímetros de hacer contacto con la piel de la cirujana y luego se retiró bruscamente. Un intenso color rojo se apoderó de las mejillas de la rubia, su vergüenza sólo era equiparable a la indignación que crecía al darse cuenta de que había sido timada.
- U-uhm... Puede que pensara estrangularte... - Sonrió tensa con el ceño fruncido - Cómo venganza por lo que me hiciste el otro día.
- Mm... - Entreabrió uno de sus ojos la doctora.
Repentinamente Jennie tomó la muñeca de la menor tirando de ella de manera que ésta inevitablemente terminó colapsando sobre su cuerpo.
- Jajaja, ¿Realmente crees que puedes estrangularme con tus pequeñas manitas? - Se burló divertida - Apuesto a que ni siquiera puedes aplastar una hormiga apropiadamente con estas manos.
- ¡¿Quieres apostar?! - Gruñó Rosé tratando de verse amenazante y que no se notara lo nerviosa que estaba.
- Shh... No te muevas - La pelinegra la rodeó con sus brazos.
ESTÁS LEYENDO
Pulse
RomanceLa Dra. Jennie kim es una renombrada cardióloga aunque es joven se ha ganado la reputación de ser una de las mejores en su campo, sin embargo esa no es la única reputación que la precede, tiene la fama de ser fría y no atarse a ninguna relación seri...