Capítulo 14

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Como era costumbre cuando tenía algo más de tiempo antes de irse al trabajo, Jennie madrugó para trotar un par de kilómetros como parte de su rutina de ejercicios. Dio algunas vueltas alrededor del parque que estaba cerca a su departamento hasta que su reloj marco las 6 a.m., en ese momento regresó para darse una ducha.

Por su parte Rosé continuaba plácidamente dormida, pero el molesto ruido del despertador la sacó de su sueño a regañadientes. A pesar de estar en una casa hasta hace poco desconocida para ella, había dormido de maravilla.

 
 

Perezosamente se estiró por toda la cama, dando un amplio bostezo antes de levantarse finalmente con los ojo entrecerrados. Tomó su cepillo de dientes junto con su toalla y caminó arrastrando los pies hasta el baño casi sin abrir los ojos.

 
 

- Buenos días bajita - Dijo Jennie mientras terminaba de cepillar sus dientes al escucharla acercarse.
       

- ¿Doctora? - Siguió bostezando - Si que eres madrugadora... - Se frotó los ojos en la entrada del baño y los abrió pesadamente para enfocar - ¡¿Hm?!

 
 

La mandíbula de la rubia se desencajó por completo y sus ojos se abrieron de par en par al darse cuenta que la pelinegra se encontraba solo en ropa interior, son su cabello húmedo aun goteando por la reciente ducha

 
 

- ¡AAIEEE! ¡L-l-l-lo siento, lo siento! - Se giró tapándose la cara completamente roja - ¡¿Por qué no cierras la puerta?! ¡Casi haces que me de un infarto!

 
 

- Pensé que lo había dejado claro - La cirujana salió del baño pasando junto a la chica deteniéndose delante de ella - De ninguna manera pienso cambiar mi estilo de vida para acomodar la tuya, estoy haciendo las cosas como siempre, ni más ni menos...

 
 

- Ugh... - Rosé se giró nuevamente para no verla o para ocultar su sonrojo, no estaba segura - Quiero d-decir, eso ya lo se... Pero así hacías las cosas cuando vivías SOLA, no quiero que me llames grosera por interrumpir y verte a-así...

 
 

- Esta bien, a mi no me importa - Dijo desde su cuarto la cardióloga colocándose la camisa y posteriormente el pantalón - Tu eres la que se está sonrojando, no yo - Se acercó por la espalda a la rubia sin que esta lo notara - Así que... - Susurró en su oído - Si no eres capaz de soportar la tensión, ríndete, empaca y vete a casa, amor... - Soltó un risita perversa.

- ¿Quién dijo algo sobre rendirse? - Se giró la chica con una sonrisa tensa y el ceño ligeramente fruncido - ¡Nadie se va a rendir aquí!, esto es pan comido.

     

- Hmph - Bufó una sonrisa la doctora - ¿Ah si?

Se cruzó de brazos ante la menor con la camisa sin abrochar mostrando al descubierto su torso y dejando apreciar el sexy sujetador negro que tenia puesto. Los ojos de Rosé no pudieron evitar recorrer de arriba a abajo aquella esculpida figura que se encontraba ante ella, su abdomen tallado y perfecto la hizo tragar saliva.

- S-si... Estoy s-segura - Desvió la mirada al darse cuenta que Jennie la miraba fijamente con expresión pícara.

- Vale... - Se dio vuelta la pelinegra y volvió a entrar a su cuarto para terminar de alistarse - Te está sangrando la nariz por cierto - Dijo desde su habitación.

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