Capítulo 28

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Preparándose paro lo peor, Jennie adoptó pose defensiva ante la amenaza de Jackson y su instrumento para inmovilizar. Si bien no era una experta, la doctora tenía cierto conocimiento de técnicas de defensa personal, lo suficiente para no ser una presa fácil.

- ¿Oh? ¿Sabes luchar, nena? - Sonrió animado el tipo - Bien, bien, eso me gusta. Adelante, ataca primero - Le hizo señas con la mano - Te enseñare una lección, sucia lesbiana.

Ignoró las provocaciones del chico, era muy peligroso acercarse sin una estrategia. Analizó cuidadosamente cada movimiento que éste hacía, tenía que estar muy atenta. Era la única manera de tener una oportunidad contra un contrincante armado.

- ¿Qué pasa, lindura? ¿Tienes miedo? - Se carcajeo - Que conste que soy un caballero y te di la oportunidad de ir primero.

Sin mediar más palabras Jackson corrió hacia la cirujana tratando de golpearla con el paralizador, pero los reflejos de ésta fueron más rápidos y logró sortearlo por poco.

- ¡Veamos cuanto tiempo puedes seguir esquivándolo! - Gruñó Jackson lanzando otro zarpazo.

Una vez más la pelinegra alcanzó a eludirlo. En esta ocasión aprovecho un momentáneo descuido de su oponente para contratacar con una patada certera que hizo volar el artilugio fuera de la mano de éste.

- Eres una zorra con suerte - Renegó el sujeto - Pero una zorra al fin al cabo.

Comenzó a lanzar golpe tras golpe sin control alguno, todos siendo esquivados por la doctora hasta que uno logró conectarla a la altura de la costilla derecha haciéndola retroceder. A pesar de estar lastimada eso no fue suficiente para sacarla de la contienda. En uno de los intercambios, el chico tropezó con una botella haciendo que se rompiera. Al percatarse de eso, rápidamente se agachó y tomó un par de vidrios para posteriormente lanzarlos a en dirección a la cirujana. Afortunadamente Jennie logró cubrirse pero uno de los proyectiles consiguió rozar su mejilla provocando un corte no muy profundo pero doloroso. Instintivamente la pelinegra llevó su mano a la herida y notó la sangre que empezaba a salir, lo cual la llenó de ira. Por su parte Jackson había ido a recuperar el paralizador que estaba en el piso no muy lejos.

- ¿Ahora qué, cielo? - Se burló - Ya arruiné tu lindo rostro, ¿Quieres más?

Justo cuando estaba a punto de tomar el paralizador, Jennie arremetió embistiéndolo con todas su fuerzas haciéndolo caer sobre unas cajas que habían junto a la pared.

- Me importa un carajo que te acuestes con quien te de la gana - Gruño la cirujana - Pero que te sientas dueño de las personas... Tú, pedazo de mierda, no tienes derecho de menospreciarla a ella, ni a mi, ni a nadie. Y vas a pagar por lo que hiciste.

Caminó hacia su moto, agarrando el casco con la intención de irse.

- J-jodete - Murmuró Jackson poniéndose de pie - ¡Maten tu estúpida boca cerrada, perra! - Gritó y se abalanzó con el paralizador en la mano.

Acorralada, Jennie hizo lo único que pudo para defenderse. Empuñó firmemente su casco y lo azotó contra la cabeza de Jackson, con tanta fuerza que el visor se estrelló. Quedando salpicada de la sangre del chico quien ahora yacía inmóvil en el piso.

Presa de la adrenalina la cirujana subió a su moto alejándose de la escena. Unos kilómetros más adelante se estacionó en una zona solitaria, bajó del vehículo y se sentó en el piso con nauseas. El corazón le latía a mil por hora.

¨Maldición...¨

Jadeó pesadamente, las nauseas volvieron al ver su casco roto y ensangrentado.

¨Contrólate, Jennie¨

 Involuntarios temblores se apoderaron de sus manos.

- Mierda, no puedo controlar mis manos - Musitó entre dientes - Debe ser la adrenalina.

¨¿Qué acaba de pasar?¨

Repentinamente su celular comenzó a sonar, dándole un pequeño infarto. Cómo pudo lo sacó de su bolsillo

- Lisa.. - Miró la pantalla entes de contestar - ¿Encontraste el auto? - Preguntó ni bien atendió.

- Lo encontramos, fue exactamente como dijiste. Llegamos justo a tiempo, ya lo estaban desmantelando... Además encontramos muchas cosas interesantes aquí, incluidos autos relacionados con otras investigaciones.

- B-bien... Era la prueba que necesitabas.

- Oye ¿Y tú, donde demonios estás?

- Y-yo... - Apretó el collar en su pecho - Sólo estaba camino a casa...

[...]
 

¨Ni un mensaje...¨

Suspiró Rosé mientras lavaba los platos mirando resignada como su teléfono permanecía permanentemente en silencio.

- Supongo que a esto se refería cuando dijo que estaría ocupada - Murmuró para si misma.

Uno tras otro secó los trastes, los guardó en sus respectivos lugares y limpió la cocina hasta dejarla impecable. Observó melancólica el reloj, era casi media noche.

- ¿Debería escribirle?

¨Debe estar trabajando Rosé, sólo la molestarías¨

- Será mejor que me vaya a la cama.

*Ding Dong*

Sonó el timbre, haciendo que el ánimo de la joven cambiara radicalmente para mejor.

¨¡Debe ser ella!¨

- ¡Voy! - Avisó alegre.

Emocionada la rubia corrió a la puerta que ya había cerrado antes por la hora, así que procedió a sacar los seguros.

- ¡Bienvenida! - Abrió la puerta con una gran sonrisa.

Sin embargo, la alegría le duró poco. Cuando vio el aspecto abatido de la doctora, el corte en su cara, su ropa sucia y ensangrentada, su expresión se descompuso por completo.           

- Hey... - Saludo Jennie tratando de mejorar su semblante - Ya llegué...

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