Capítulo 33

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- ¡Oouch! - Se quejó la doctora mientras Rosé aplicaba ungüento sobre sus golpes.

- Deja de llorar Jennie, solo te estoy poniendo crema - La regañó la menor.

- Pero me duele - Refunfuñó con un puchero.

- Ah, ahora te duele... Pero fuiste tú quien golpeó a ese tipo por querer jugar a la heroína - Le reprochó la rubia.

- ¿Aun sigues molesta conmigo por eso? - Puso cara triste la pelinegra.

- No, no, para nada - Resopló - Es que no había notado que tenías tal habilidad para buscar pleitos con los demás.

- P-pero ya todo esta bien - Sonrió tratando de persuadir a la joven sin mucho éxito.

- Pues estos moretones cuentan otra historia - Entrecerró los ojos - En serio, ¿En qué estabas pensando? ¿Tienes idea de cuan asustada estuve por ti?

- ¿Tan asustada que pudiste haber muerto, cariño? - Se acercó insinuante la doctora - Tranquila, no caeré tan fácilmente... Después de todo, tengo a una lindura cómo tu cuidándome - Intentó besarla.

- ¿Ah si? - Levantó la ceja Rosé esquivándola - No me digas... - Apretó el brazo de la cirujana donde tenía un moretón.

¡AAAHH! - Se retorció la cardióloga.

- ¿Qué pasa chica mala? - Dijo con sarcasmo - Un golpecito como ese no te matará - Rio mientras recogía la cosas del botiquín.

- Eres una bajita malvada.

- Llorona - Le sacó la lengua - Bueno todo listo - Se puso de pie.

- Gracias por curarme - Dijo abrochando su camisa Jennie.

- ¿Quieres que te prepare algo de cenar?

- Nah, ya comí ramen instantáneo.

- ¿Qué hiciste hoy? - Preguntó curiosa la menor.

- Nada en especial - Respondió cambiando los canales en la televisión - Vagar, leer, escuchar música, construir barcos.

- Vale... Bueno iré a bañarme - Avisó la rubia.

¨Parece que todo esta volviendo a la normalidad... Las autoridades se han encargado de ese horrible sujeto¨

Rosé se desvistió y entro a la ducha.

¨Pero eso no significa que no hubo ninguna repercusión... Jennie fue suspendida del trabajo por dos semanas por alteración del orden público¨

Abrió la llave dejando el agua cubrir su cuerpo.

¨No me sorprende que luzca tan abatida últimamente... Probablemente esté acostumbrada a un estilo de vida agitado y ahora que repentinamente se ha quedado sin trabajo no sabe que hacer...¨

Un pensamiento había estado rondando la mente de la menor durante todo el día. Si bien estuvo molesta con la doctora estos día y por esto no le había permitido a ésta que la tocara, la verdad es que se moría de ganas de que lo hiciera y ya no podía aguantarlo más. Además sabía que eso seguramente le subiría el ánimo a la cirujana.

Se propuso entonces tomar la iniciativa. Salió de la ducha y fue a su cuarto para prepararse. Secó su cabello rápidamente, se colocó su mejor ropa interior junto con un vestido de pijama de seda diminuto y encima se puso el albornoz. Una vez lista volvió a la sala donde la pelinegra seguía como un zombie cambiando de canales al azar.

- ¿No hay nada bueno en la televisión? - Preguntó la rubia interponiéndose en el campo visual de la galeno - ¿Qué tal si... - Dejó caer la bata - Hacemos algo divertido juntas?

La mandíbula de la cardióloga casi hace contacto con el piso al ver semejante escena. Sin darle tiempo a reaccionar la rubia se sentó sobre ella apoyando las rodillas a ambos lado de sus piernas y jalando su camisa para acercarla.

- ¿Qué dices doctora? - Mordió su labio inferior - Creo que yo podría entretenerte más que la televisión.

¨Santa mierda... Esta chica quiere matarme cómo venganza.¨

Pensó Jennie sin salir de su asombro comiéndose con los ojos a esa belleza sobre ella.

- ¿Sigues aburrida? - Bajó los tirantes de su vestido la chica haciendo aun más pronunciada la caída del escote y la pelinegra tragó saliva - ¿Te sentiste sola mientras estuve en clases? - Le susurró al oído mientras desabrochaba su camisa.

Una vez todos los botones fueron soltados y el abdomen de la cirujana estuvo a la vista, la mejor se relamió los labios y sujetó el mentón de su contraria.

 - Si te portas bien esta noche podría... - Se acercó y pasó su lengua por el labio inferior de la doctora haciéndola suspirar - Darte esa dulzura que tanto te gusta - Sonrió con malicia.

- Uhm... - Sonrió de lado la galeno - ¿Intentas seducirme? - La agarró firmemente de las nalgas.

- ¡Aeih! - Dio un gritico del sorpresa.

Rápidamente Jennie la tumbó sobre el sofá y los papeles se invirtieron, quedando arriba la pelinegra como un depredador listo para atacar.

- ¿Si que aprendes rápido, no? - Dijo con voz ronca  inmovilizando a la menor - Creo que es tiempo para una lección más avanzada.

- Espera, Espera - Rio nerviosa la rubia.

- ¿Querías tomar la iniciativa? - Lamió su oreja y ésta se estremeció - Deberías empezar por aprender bien a hacerlo, hermosa... - Clavó sus uñas en el muslo de la joven.

- Aahh - Soltó un quejido.

- Aunque si hiciste bien una cosa - Pasó a besar su pecho - Esto es mucho mejor que ver la televisión...

Jennie se posicionó de forma que su cuerpo hiciera presión en la entrepierna de la rubia. En tanto su boca fue directamente a devorar el pecho de ésta sin piedad. Mordiendo y chupando cómo si se tratara del fruto más exquisito del planeta. Tomó el erecto pezón de Rosé entre sus labios y jugueteo con el con su lengua.

- Mhm - Mordió su labio la menor ante la deliciosa sensación.

Victima de su propio frenesí de deseo la pelinegra llevó su mano de inmediato a la entrepierna de la joven donde ya la humedad empezaba a traspasar la fina tela de su ropa interior. Acarició su sexo por encima de las pantys y luego la apartó para sentir esos fluidos empapar sus dedos.

- A-ah Jennie - Se aferró la rubia a la espalda de la cirujana.

- ¿Esto te gusta, cariño? - Sonrió perversa jugueteando con el clítoris de la chica - Me encanta oír tu voz excitada... Es tan jodidamente sexy.

Continuó con la estimulación tanto manual en su entrepierna como oral en sus pechos. De un momento a otro Rosé agarró el hombro de la galeno con la mano temblorosa.

- D-doc... - Articuló con dificultad.

Jennie se quedó paralizada al instante y la miró.

- D-duele - Se apretó el pecho la joven.

- ¡Rosé! - Se sobresaltó

- L-a m-medicina... E-en la h-habitación - Balbuceó casi sin fuerza.

- Aguanta Rosé - Suplicó desesperada la cirujana cargándola.

¨¡Mierda! Esto es mi culpa... Resiste por favor...¨

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