Esperanza

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Horacio podía jurar que su corazón le dolía, después de la montaña casi se rompe su corazón.
Mientras miraba por la ventana del patrulla pendiente a su alrededor, recordaba con temor como quitó la sábana para ver de que o quién se trataba sintió alivio al ver qué no era su cachorra si no un maniquí pero no le gustaba la manera en la que jugaban con el, mucho menos que sea mediante su hija.

- ¿Que pasa? - el ruso al verlo tan callado se atrevió a preguntar.

- Nada solo vigilo a ver si veo algo - nuevamente guardo silencio , Volkov quería darle un abrazo pero no lo merecía, o eso sentía. Ya habían pasado tres horas desde la montaña, ahora solo se dedicaban a patrullar por zonas algo lujosas y unas no tanto. El celular del moreno comenzó a sonar insistente, mientras contestaba le hizo una señal al alfa para que se estacionara, el "anónimo" le asusto mucho

< ¿Quién coño eres? > Ya harto de la situación alzó la voz, antes la atenta mirada del ruso

< Horacio> esa voz que puede distinguir a kilómetros y que ha sido la ambientación de sus pesadillas, la mujer del otro lado del teléfono se escuchaba como si hubiese ganado algo y le molestaba < ¿Cómo estás? ¿Cómo esta Volkov? > 

< Ya dame a mi hija, ya basta > sentía que su voz se rompería pero no le daría gusto a eso

< Horacio , no seas  grosero, estoy siendo amable contigo >

< Yo no, ya danos a nuestra hija, ya lo que quieras conmigo no con ella > el silencio fue su respuesta durante tres minutos, tres minutos que sentía que en cualquier momento iba a vomitar su corazón 

< Bien, te he mandado la ubicación > colgó la llamada y enseguida recibió la  ubicación, era la misma montaña de hace unas horas

- ¿Qué pasa Horacio? - Volkov con cuidado se acerco tomándolo del brazo suavemente

- Me citaron en la montaña... vámonos corre - nuevamente encendieron el auto, rápido enviaron una breve explicación a Greco para que los cubriera. Los dos no hablan, Horacio quería que manejaran aún más rápido pero eso era imposible, ya que la patrulla estaba a su máxima velocidad. Volkov solo manejaba en automático, poco le importaba lo que se le atraviese no sabía que haría pero de lo que estaba seguro es que ya quería terminar este tormento. 

La patrulla se movía muy violentamente mientras trataba de subir  lo que restaba de montaña - hay que estacionarnos aquí, ya no podemos subir más Horac- en segundos el cresta ya estaba casi corriendo, entre más se acercaban podían ver un helicóptero y muchas personas con uniforme federal cuidando la zona, más a lo lejos estaba una mujer conuna pose firme y a su lado un hombre.

Los dos fueron cacheados quitándoles sus armas, en ese momento Volkov identifico al hombre al lado de la alfa. El fue la persona que le dijo sobre la muerte o desaparición de Horacio y aquel que en pocas palabras le obligo a servir a la policía, los dos se quedaron frente a la alfa que solo se dedicaba a darles una sonrisa perversa y les irritaba ver que tenía gesto de haber ganado algo. 

- Horacio, Volkov ¿Qué tal? - dio un paso enfrentando al omega, liberando un aroma amargo pero H no se dejaría, mucho menos de todo lo que le han hecho estos días, Volkov comenzaba a liberar pero la rubia hizo un gesto con la mano a uno de sus agentes haciendo que entre cuatro personas lo obligaran a arrodillarse y posteriormente le inyectaron una droga para detenerlo - 

- Déjalo en paz, no lo toquen - trato de caminar hasta el pero rápido fue detenido- 

- Horacio, déjalo el ruso realmente no sirve mucho ¿No te ha quedado claro estos años? - le miro atenta, viendo como el gesto del omega se ensombrecía por el cinismo con el que hablaba- 

Sin tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora