omega.

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—¿Lixie, qué pasa? ¿Qué tienes? —preguntó Chan alarmado

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—¿Lixie, qué pasa? ¿Qué tienes? —preguntó Chan alarmado.

El alfa estuvo esperando a Felix, las clases habían culminado desde hace ya unos buenos minutos y al momento de darse por vencido e ir en busca del omega, lo vio acercarse a él con lágrimas deslizándose por sus mejillas y un leve puchero sobresaliendo.

—No es nada. —musitó bajito.

—Ya, dime la verdad. ¿Por qué estás llorando?

El omega se limpió bruscamente las mejillas con la manga de su gran polera, intentando sorber por su nariz y ya no soltar algún sollozo.

—No tiene importancia.

—Para mí sí la tiene.

—Solo, solo me dijeron algo y me sentí mal. —se encogió de hombros.

—¿Qué fue lo que pasó?

—Y-yo solo estuve escribiendo el nombre completo de Hyunjin, estaba tan centrado en hacerlo de una forma muy bonita que no me di cuenta de que un par de omegas me estaban viendo. —sus bellos ojitos volvieron a cristalizarse.

—¿Se burlaron? —el rubio asintió apenado y el corazón del alfa no pudo soportarlo. ¿Por qué la gente era tan estúpida?

—Empezaron a reírse y decirme cosas horribles. Yo s-sé que Hyunjin es alguien imposible para mí, pero... ¿Por qué me lo recalcan de una manera muy fea? Y-yo no quiero que me digan esas cosas. —bajó la mirada con cierta tristeza. Siempre se encargaban de lastimarlo, de hacerle recordar de que no era un omega lo suficientemente bueno para alguien como Hwang Hyunjin.

Qué ilusos eran todos.

—Ya, cálmate, Lixie. Ellos no saben lo que dicen, solo tienen miedo de que un omega como tú robe la atención de Hwang. Solo ignóralos.

—A veces es muy difícil. —mordió levemente su labio inferior, terminando por abrazar a Chan con necesidad. El alfa era tan especial para él como un verdadero hermano, el hermano que siempre quiso y nunca pudo tener. Pero ya no le importaba, tenía a Chan y eso ero lo más bonito que pudo sucederle.

—No les hagas caso. Mejor vamos por un pastel de chocolate. ¿Qué dices? —le habló suavemente, intentando hacer que olvidara el mal momento. Adoraba a Felix como si fuera su hermano y detestaba verlo mal.

—Está bien. —susurró.

—Ok, ahora ve al baño y quita esas lágrimas que no merecen estar en tus mejillas. Yo te espero aquí.

—No tardo. —avisó, intentando animarse al lado del alfa y yendo rápidamente hacia los servicios.

—Estúpidos omegas. —gruñó el pelinegro. —Ya quiero ver cuando Felix deje a Hwang totalmente enamorado. —susurró, sonriendo de forma ladina. Chan confiaba en que aquello pasaría.

[...]

—Bien, somos tres que atienden a la clientela. —habló el pelinegro. —Uno está en la caja y otro es el que nos pasa los pedidos por esa pequeña apertura. Lo que nos queda es ya sabes, lo normal: apuntar, limpiar las mesas, colocar los alimentos en la bandeja y ser servicial todo el tiempo. Nada difícil en realidad.

Hyunjin asintió, tomando en cuenta cada cosa que debía de hacer.

—¡Bien chicos! —apareció Jisung al centro de la sala. —El local vuelve a abrirse en tres minutos, los quiero ver sonreír y trasmitir sus buenos ánimos a los que vengan. ¿De acuerdo?

Todos sonrieron con levedad, incluso Hyunjin que se sintió extraño. Al parecer Seo tenía razón, con el omega todo parecía ser diferente de manera anímica.

Un fuerte "Sí" se escuchó.

—¡Perfecto! —aplaudió, siendo acompañado por los demás al instante.

El reloj que yacía colgado en la pared sonó indicando la hora clave. Jisung se despidió, dirigiéndose hacia la cocina. Todos empezaron a dispersarse y a tomar su respectivo lugar.

—Suerte. —comentó el pelinegro mientras le codeaba con diversión.

Ambos alfa rieron y Changbin se acercó a la puerta del local para dar vuelta al pequeño cartel colgado, dejando a la vista de afuera la palabra "Abierto".

Poco a poco la gente comenzó a llenar el lugar. Uno a uno se turnaba a atender con alegría y amabilidad. De vez en cuando cada uno se iba para una mesa cuando llegaban más grupos. Hyunjin empezó a entrar en confianza, en la sala todo era tranquilidad y un buen toque de comodidad.

Tomó el pedido de una joven pareja y fue hasta donde recibían aquellos boletos. Se recostó un poco mientras veía que todo permanecía de manera correcta. Changbin seguía escribiendo en donde había una pequeña familia y su otro compañero omega, Haechan, entregaba un par de capuchinos en las mesas personales.

Todos estuvieron bien, hasta que escuchó como la campanita volvió a sonar, avisando que alguien acababa de abrir la puerta para poder entrar al local.

Su nariz volvió a percibir aquel aroma, sus ojos viajaron con rapidez hacia donde estaba aquella persona.

Su lobo aulló nuevamente emocionado. Aquel omega era sin duda, el omega más precioso que pudo haber visto en toda su corta vida.

Aquel cabello, indudablemente rubio, sedoso y brillante. Haciendo que resaltara el tono de aquella perfecta y nívea piel.

Cuando ambos conectaron sus miradas, Hyunjin pudo perderse fácilmente en aquellos orbes, unos pequeños, profundos y de un brillante color miel. Pudo notar que aquellas mejillas se sonrojaron, pues adquirieron un leve color rosa y lo hacía ver jodidamente adorable.

—¡Hey, Hyunjin-ah! —aquella voz lo desconcertó. Volteando a ver detrás. —Ya está lo que pediste, ponlo en la bandeja. —el alfa carraspeó para luego asentir algo perdido.

Su mirada volvió al frente. Y un gruñido resonó en su pecho al ver que aquel precioso omega tomaba asiento junto a un alfa.

"Mío" —fue lo que reclamó su lobo con potencia. 

gracias por leer ♡︎

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gracias por leer ♡︎.
—melly.

el príncipe y el plebeyo ୨ৎ hyunlixDonde viven las historias. Descúbrelo ahora