Luffy no sabia por que lo habían traído a esa casa y no sabia el por que ese hombre siempre venia y le hacía daño, pero prefería ser quien sintiera ese dolor y no su hija que lloraba siempre que su amo regresaba.
Katakuri llegó a la isla desierta donde tenía a su familia, la quería alejada de su madre y sus hermanos.
-Estoy en casa- dijo Katakuri quitándose su bufanda.
-Bienvenido amo- dijo Luffy cargando a una niña pelimorada no mayor de cuatro años.
-B-Bienvenido... padre- susurro la niña cabizbaja.
-C-Como ha ido el viaje?- pregunto Luffy con temor, siempre que preguntaba sobre el exterior recibía un golpe.
-Que he dicho?- pregunto Katakuri frunciendo el ceño.
-N-No preguntar... sobre afuera- respondió Luffy dando un paso atrás y abrazando con más fuerza a la niña.
-Sirve la comida- ordenó Katakuri alejándose del doncel.
-E-Entendido- dijo Luffy corriendo a la cocina, no quería recibir otra golpiza, dolían más que los entrenamientos de su abuelo.
Luffy había tenido que aprender a cocinar las cosas que el comandante dulce le entregaba, siempre que cometia un error era golpeado sin piedad.
-Tama, quédate aquí hasta que regrese... por favor no hagas ruido- dijo Luffy dejando a la niña sentada en la mesa.
-Te pegara otra vez?- pregunto Tama.
-Tapa tus oídos y cierra tus ojos, imagina que está en el bosque y que yo estoy contigo... que somos libres- dijo Luffy, le dolía mentirle a su hija.
Recordaba el día que había llegado a esa casa, solo habían pasado unas semanas desde que Ace había zarpado, estaba cazando y de la nada un espejo apareció y algo lo golpeó dejándolo inconsciente, despertó por el fuerte dolor en su pecho.
El olor a carne quemada y el dolor en su pecho le dio a entender que había sido marcado con hierro a fuego vivo, un tridente entre rosas adornaba ahora su pecho y un hombre alto y aterrador se le acercó y dijo que era de su propiedad, desde ese día cada vez que intento escapar lo atrapó y lo golpeó.
Meses después tuvo a su hija, la pequeña Tama, la única razón para soportar los abusos a los que era sometido cada vez que su amo venía.
Después de todo ya había matado a dos de sus hijos por golpearlo durante los embarazos.
-Aquí esta su comida, amo- Luffy sirvió la sopa de verduras y carne que había preparado.
Katakuri vio como la sonrisa que lo había enamorado hacia cuatro años había desaparecido, el brillo en sus ojos había desaparecido, gruño con molestia.
-P-Paso algo?- pregunto Luffy con miedo, no quería ser golpeado.
-Trae a la niña- ordenó Katakuri.
Luffy regreso con Tama en brazos, no quería que su pequeña fuera lastimada, pero no podía desobedecer al mayor.
-Siéntense- ordenó Katakuri.
Luffy dejo a Tama al lado suyo, ambos estaban frente a Katakuri.
-N-No hemos r-roto ninguna regla, amo- dijo Luffy jugando con sus manos.
-Vendrán mis hermanos y no quiero que hagan una estupidez- gruño Katakuri, Brulee había insistido demasiado en ver a la niña y Oven, Compotte, Craker y Smothie se habían enterado también.