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Estacionó frente a la casa, que suponía, era de Sanji. Le mandó un mensaje diciéndole que estaba afuera.

Se bajó del auto y se apoyó en el capó delantero, esperando. Hasta que el rubio salió de la casa con una sonrisa incómoda, no sabía porqué y estaba apunto de preguntar cuando vió que un señor y una señora caminaban detrás de Sanji.
Y se dió cuenta que detrás de la ventana que da a la calle había cuatro caras, muy parecidas entre sí, viendo todo. Los hermanos de Sanji

La puta que lo parió.

El rubio, ya al estar cerca de Zoro susurró un perdón recibiendo una sonrisa por parte del otro como respuesta.

Sanji se aclaró la garganta. – Zoro, él es mí papá Zeff y ella es mi mamá Sora.

Zoro estrechó su mano con ambos padres. – Un gusto.

– ¿Cuántos años tenes? – Fue directo al interrogatorio, su esposa le golpeó el brazo “ disimuladamente ”.

– Papá... – Cuando le contó a su familia que iba a salir con un chico no esperó que su papá quisiera conocerlo, su mamá dijo que no era necesario pero fue convencida por los hermanos de Sanji estos chupapijas ya me van a pedir algún favor.

– Tengo 18... Señor – Zoro pensó que está situación incómoda se le presentaría más adelante, si todo salía bien con Sanji, por supuesto.

– Tan chico y manejando auto, ¿De dónde lo sacaste?

– ¡Zeff!

– ¡Papá!

– Está bien – dijo con una sonrisa forzada – el auto es de mi papá, y sí, tengo licencia.

– ¿No tenés vehículo propio flaco, vas a molestar siempre a tu viejo para pasar a buscar a Sanji?

Que viejo petero. – Tengo una moto, pero por la hora creí que era más seguro salir en auto.

– ¿ Una moto y de-?

– Su otro papá le regaló la moto, ya sabes... – Sanji cortó la pregunta que iba a hacer su papá.

La pareja mayor al escuchar eso se quedó sin habla, la señora Sora se tapó la boca con una mano y el señor Zeff quedó con la boca abierta.

Zoro quería reírse pero sabía que sí lo hacía las cosas se iban a complicar más.

Zeff se aclaró la garganta. – Traelo temprano que mañana hay escuela.

– Sí, señor, quedese tranquilo.

Sanji se despidió de sus papás, quienes daron media vuelta para entrar a la casa, eso llamó la atención de los otros cuatro que estaban adentro de la casa.

– ¡Pero pá, pensé que la cosa se iba a demorar más! – gritó uno de ellos, la única respuesta que recibió fue un Sanji sacándole el dedo del medio.

– ¿Ya te despediste de tus hermanos? – le preguntó Zoro.

– Sí, ya nos podemos ir.

El peliverde se rió mientras abría la puerta del pasajero para que subiera Sanji, ante esa acción el rubio se avergonzó.

– Gracias.–

Zoro le guiño el ojo. – De nada, lindo.

No puedo no ponerme rojo si me dice eso.

Una vez que Zoro entró al auto se dió cuenta de algo: –¿Cómo sabes lo de la moto?

– Robin me lo contó.

ZoSan AU! Arg.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora