Capítulo 5

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Algunos días habían pasado desde el abrazo y estaba muy emocionada porque hoy la vería de nuevo. Hoy era el cumpleaños de Dinah y harían una pequeña cena en su casa para celebrarlo.

Daba vueltas por toda la habitación y por todo el vestidor pensando que ponerme.

Olivia tocó suavemente la puerta y asomó su cabeza. Volteó los ojos con frustración cuando vio que aún solo tenía mi ropa interior puesta.

"Em, no es como que Amelia no te vio durante la pubertad." Levanté una ceja y le saqué el dedo medio con muchas ganas de insultarla.

Observé con detenimiento todas mis opciones y desinflé mi pecho. Odiaba la incertidumbre.

Elegí unos boyfriend jeans, un crop top bien ceñido al cuerpo y unos tacones de punta.

Vi a Olivia reír y levanté una ceja.

"Tanto nadar para morir en la orilla." Golpeé su brazo y la empujé para que terminase de salir de mi cuarto.

Puse mis manos en el aire acondicionado del carro para que secase la transpiración que estaba sintiendo en ellas.

"Te quería preguntar que pasó cuando fuiste a Milán." Tragué profundo y acomodé mi espalda del asiento. Me podía acostumbrar a tener chofer.

"La vi saliendo del edificio de la mano con un hombre." Susurré recordando ese día. "Unos meses después nos enteramos de que se había comprometido." Olivia asintió recordando.

El compromiso duró un total de sesenta y tres días, Amelia había decidido devolverle el anillo. La razón la desconocía.

Esos sesenta y tres días habían sido fatídicos para mí, toda mi piel se puso de gallina recordándolo.

Al cabo de unos minutos llegamos y Olivia tocaba el timbre observándome. Le sonreí suavemente porque estaba hermosa, sus pecas ocultas por el maquillaje y un conjunto de seda de unos pantalones y una blusa corta, su cuerpo esbelto a la vista en los lugares indicados.

La puerta abrió y fuimos recibidas por Dinah, a la que abracé fuerte y deseé muchas bendiciones hermosas para su vida. Pasamos charlando al salón dónde estaba el comedor de unas doce plazas y observé a todos los invitados. Hice un saludo colectivo deteniéndome expresamente frente a mis madres y dándole un beso a cada una.

Observé de reojo a Amelia que charlaba animosamente en italiano con un joven de piel bronceada. Mi corazón palpitó fuerte porque no quería ni imaginar quien era él.

Elegí el asiento que estaba justo al frente de ellos y le regalé una sonrisa cuando su mirada conectó con la mía.

"Emma, este es Maurizio Bianchi, mi..." La interrumpí de inmediato porque no quería escuchar las palabras.

"Hola." Respondí secamente y tomé asiento.

Pude ver el rostro de Amelia de mucha confusión, y ella solo continuó su conversación.

Al cabo de un rato todos estaban sumergidos en diferentes conversaciones y yo punchaba mi celular andando entre redes sociales.

"Bella ragazza, ¿vuoi del vino?" Esto acaparó toda mi atención. Maurizio le acercaba una botella de vino tinto y volteé mis ojos de frustración porque Amelia detestaba el vino tinto. Unos segundos después la vi rechazando la oferta.

Siguieron inmersos en una conversación de la cual, honestamente, entendía muy poco.

La verdad era que no podía negar que Amelia hablando italiano era una vista de dioses. Lo hablaba muy fluido y me parecía muy maravilloso, sobre todo porque era un idioma muy pasional y le venía muy bien a su personalidad coqueta.

Siempre Tú: Emma + AmeliaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora