41: Libertad

1.4K 234 73
                                    

Gulf








Podría decir un fin de suposiciones de donde vino, y seguramente crear miles de historias en mí cabeza, pero si él dijo que no pasó nada, por qué le creo.

Después de todo, por qué sigo creyendo.

Ya me duele la cabeza, el pecho, el cuerpo, me duele todo en mí ser, incluyendo mí corazón, estoy roto, ardiendo, me quemo por dentro, estoy destrozado. Yo mismo me estoy matando. Necesito aire, necesito irme.

Señor Suppasit, me enamoré de usted, no sé si por el trato, por la forma en la cual me miró, por la forma en la que me tocó o por ser la primera persona con la cual estuve, pero dejando de lado aquello, me volví sumiso de usted, este amor me hace daño y me hace olvidar de mis principios y todo lo culto que me fue enseñado, perdí todo aquello que me convertía en una persona, y aunque esté enamorado y este amor me haga retorcer de dolor, estoy dispuesto a herirme y morir en agonía.

Por primera vez estoy más que seguro que quiero mí libertad.

Perdón por no cumplir la promesa que yo mismo cree.

Pero exigire por ella.

Al contemplar la hora me di cuenta que ya pasaban de las 14:00, no salí en toda la mañana de la habitación, tanto mí lobo como yo estábamos muy seguros de nuestro pensamiento y ambos sabíamos lo que pasaría. Aún así estábamos listo para lo que ocurriera.

Ya sentado en la mesa con el plato en frente, suspiré antes de comer, no lo disfrute, era un almuerzo de aspecto muy delicioso pero mí cuerpo no podía recibirlo y menos con las pastillas que hacian que mí apetito desapareciera.

Fespués de un largo rato terminé de almorzar y me retiré de la mesa para pasar al jardín trasero, allí estuve un gran tiempo, toque el agua de la piscina que estaba muy helada, me senté en el húmedo pasto y contemplé el cielo, las nubes grises cubriendo el hermoso cielo azul.

Los ladridos de Max cada vez eran más ruidosos, saltaba y corría por mí alrededor, ladraba hasta los pequeños pájaros que posaban en el suelo y cualquier mínimo movimiento hacian que su completa atención fuera hacia ello. Lo extrañaría, el poco tiempo que lo conocí hizo que se volviera un amiguito más.

Me distraje en todo este tiempo, el viento ya se había vuelto salvaje, el cielo oscurecía, no sabía qué hora era pero era predecible que ya era muy tarde. Los ruidos empezaron a sonar, gritos y objetos romperse, como una pelea. Me levanté apresuradamente y entre por la puerta trasera sin detener mis pasos, al estar ya en el centro de la sala ví la figura esbelta del amo, al parecer una taza de porcelana en el suelo echa añicos, una muchacha arrodillada, con la cabeza hacia abajo, llorando, creo, sujetando estre sus manos los pequeños fragmentos.

Una escena no muy agradable, el parado y ella cerca de sus pies, como una esclava, limpiando lo que al parecer él había tirado.

Fue una corriente que atravesó todo mi cuerpo e hizo que fuera a ayudarla, arrodillandome ante él recogí los pocos retazos de la taza, no veía su rostro solo el suelo, presentía que se iba enfurecer, aún así no importó, no tanto, si está iba a hacer mi último día en esta casa, que importaba.

__Largo__dijo aún escuchando el llanto de la mujer, sabía perfectamente para quién era, así que seguí intentando limpiar lo que ya no había.__Levantate.

No debía... Pero.

Sacudí mi pantalón mientras me iba levantando, mi vista era lenta, veía el pantalón suelto que se colocó luego su torso desnudo y por último la furia en sus ojos.

No había piedad en ellos, la borrachera ya se le pasó y otra vez era el animal de siempre, algo que no debería sorprenderme.

__Tengo gente a la cual le pago por limpiar está casa, no ensucies tus manos con la suciedad del suelo.

Obedéceme [MewGulf] OmegaverseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora