LXIII.

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JUNGKOOK

Cuando nos detuvimos del largo camino a armar el campamento, no me dí cuenta de que en realidad ya habíamos llegado a nuestro destino final si no hasta que caminé alejándome de nuestros caballos tratando de estirar las piernas adolorido por el via...

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Cuando nos detuvimos del largo camino a armar el campamento, no me dí cuenta de que en realidad ya habíamos llegado a nuestro destino final si no hasta que caminé alejándome de nuestros caballos tratando de estirar las piernas adolorido por el viaje, con los músculos entumecidos y la piel machacada por los movimientos del galope. Fue tras caminar al rededor que me dí cuenta de que el número de hombres colocados en el área era inmenso, y que este campamento llevaba aquí mucho más tiempo, el corazón me dió un brinco entonces, al saber que nos encontramos en la frontera con Hila, y eso solo quería decir que mi hogar se encontraba cerca.

Caminé apresurado hacia lo que yo calculaba como el sur, giré un segundo hacia atrás y comprobé que Omi no me seguía, probablemente ya me había perdido entre todo el gentío. No es que pensara que fuese el momento oportuno de escapar, pero si podría probar las aguas y comprobar la seguridad de las fronteras del campamento, así que apresuré el paso evitando a las centenas de soldados descansando afuera de sus tiendas, o comiendo alrededor de fogatas, todos lanzándome miradas extrañas al verme pasar, había caballos, bebederos, alfas enfrentándose en peleas dudablemente amistosas y pequeñas reuniones con alcohol, caminé ignorando la cantidad de gemidos provenientes de adentro de las tiendas y a los omegas muy probablemente de Hila, Okken o Nismaa sentados en las piernas de soldados y saliendo tambaleantes de carpas mientras se acomodan las prendas en el frío de afuera, ya rodeándose de otros tantos alfas en busca de un buen precio.

A lo lejos divisé finalmente un horizonte, un perro me ladró al correr frente a él y creí patear el morral de algún soldado en el suelo sin querer, pero me acerqué cada vez más a la orilla del lago, casi completamente congelado, de Okken, solo a unos pasos de distancia, a lo lejos pude ver un campamento militar de banderas azuladas y rojas con dorado indicando a Hila y a Akala, había movimiento en el campamento y quien sea que volteara en mi dirección podría verme aquí parado, me pregunté si me reconocerían.

Soldados hacían guardia en su propia orilla, viendo hacia el campamento de los hombres de La montaña, levanté ambos brazos y los comencé a sacudir, los soldados Hilios me vieron y repentinamente sentí en mi pecho la esperanza renacer, ellos me vieron, me reconocerán y le avisarán a Taehyung y él vendrá aquí y lo podré ver y nos habremos reencontrado finalmente, tal vez, podría correr sobre el hielo gélido hacia él, los soldados a mi alrededor no saben quién soy, no detendrían a un omega loco corriendo a través del lago, solo me tomaría unos minutos y llegaría a sus brazos, de vuelta a él como si nada hubiese pasado nunca.

Agité los brazos con un poco más de fuerza, uno de los soldados Hilios me señaló hablando con su compañero, y entonces sentí un tirón del brazo y una mano me jaló con rapidez lejos de la orilla, terminando con mi esperanza.

—¿Está loco?— me dijo una voz suave. —Llamará la atención de los soldados hacia usted, mantenga un perfil bajo  por todos los cielos, ¿cómo se le ocurre caminar por el campamento usted solo?

MY PRINCE [TAEKOOK]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora