II.

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TAEHYUNG


    Cuando mi madre decidió que era hora de casarme no tuve objeción alguna, incluso me sorprendía que hubiese dejado pasar tantos años después de que cumpliera la mayoría de edad, pero tenía la ligera sospecha de que en realidad ella no deseba ve...

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    Cuando mi madre decidió que era hora de casarme no tuve objeción alguna, incluso me sorprendía que hubiese dejado pasar tantos años después de que cumpliera la mayoría de edad, pero tenía la ligera sospecha de que en realidad ella no deseba verme en matrimonio hasta que el número de mi edad se volvió tan alto, así como los rumores de los particulares gustos del príncipe de Hila. Estoy seguro de que mi madre no se creía tales chismes hasta que su intento de conseguirme esposa falló una vez tras otra —aunque varias de ellas me hubiesen resultado agradables y fuesen muy bellas, en ellas nunca vi ni sentí atractivo alguno— fue solo entonces que se levantaron sus dudas y su búsqueda de alguna dama en la que yo mostrara el más mínimo interés se volvió mucho más ardua. Mientras me presentaba a alguna joven noble a la que yo rechazaba fácilmente solo le quedaba observar cómo me volvía un íntimo amigo de su hermano, su escolta, su primo o incluso su chalán.

No se le ocurrió si no hasta inicios de este mismo año, a mis veinticinco años, por fin preguntármelo directamente y yo, viéndola a los ojos, no fui capaz de contestarle con la verdad.

—Es que todas me aburren a morir, madre— le respondí con la única excusa que pude encontrar— siempre es la misma dama de piel blanca y vestido abultado que no ha visto ni conoce nada más allá de los jardines de su palacio.

—Todas son muchachas bien educadas, saben mucho más que cualquiera que puedas encontrar allá afuera, Taehyung— me respondió ella con una mirada de desespero que me partía el corazón— ¿qué más esperas de ellas? ¿estás seguro de que tu no...?

—No, madre, escucha— dije buscando la forma de complacerla, buscando cualquier alternativa posible— tal vez, si buscara a alguien de otro reino, entonces sería diferente, aparte de que nos traería una nueva alianza, o reforzar por mucho una ya hecha.

Al decir eso no pensé que terminaría aquí, analizando a un montón de extranjeras y decidiendo cuál de ellas era la mejor oferta, me sentía desamparado hasta que pasó aquel muchacho de piel bronceada, entonces pensé que tal vez aún había algo de esperanza para mí, tal vez podría hacer que el arreglo de mi matrimonio funcione, tal vez...

Una vez habían terminado de pasar todas junto a sus padres, los sirvientes comenzaron a hacer pasar regalos que cada uno trajo y, por supuesto, ofertas. Aquellos hombres buscaban crear un pacto estable entre el reino de Hila y el suyo con mi matrimonio con alguna de sus hijas; me ofrecían terreno, alianzas, intercambio de bienes e incluso guerras contra otras naciones para así derrocarlas juntos, cuando por fin pasó el sirviente Akeliano yo no estaba nada más que curioso de lo que aquel reino estuviese tramando.

Akala, de repente no había dejado de escuchar aquel nombre por todos lados, en las conferencias reales se le había mencionado por primera vez cuando invadió con éxito parte del sur, después, cuando ya estaba bajo su poder toda la costa sureste del país, en cuestión de muy poco tiempo había pasado de ser una nación pequeña que exportaba todo el pescado de la ciudadela a una de sus más fuertes fuentes de ingreso de minerales, materiales e incluso armamento. Ahora lo único que se escuchaba de aquel reino era que se había convertido en uno de los más grandes del país y que contaba con un ejército de lo más temible e ingenioso.

Por otro lado, estaba aquel niño bonito, Jungkook. Nunca había visto a algo como él, parecía tener una complexión fuerte y digna de un guerrero, pero al mismo tiempo la delicadeza de su piel y su diminuta cintura daban una impresión completamente distinta, el brillo en sus grandes ojos y el rosa de sus labios, la combinación de todo esto lo volvían una pieza de lo más extraña y confusa, no sabía si me gustaría posarlo debajo de mí o dejarlo que me pose a mí debajo de él. Cuando pasó a presentarse y dejar a la vista el cuello me había parecido que se veía de lo más delicado y manejable, pero por un momento, una diminuta fracción de segundo, juraría que me dirigió una mirada de odio y recelo lo suficientemente fría para helarme la sangre.

Entró al salón el sirviente Akeliano e hizo una reverencia mientras colocaba un brillante cofre plateado frente a nosotros.

—Dime, Akeliano, ¿qué tiene el rey Sangwoo IV para ofrecernos? — dijo mi madre en voz alta y clara con la misma curiosidad que yo, aunque supuse que sus expectativas eran distintas.

—Una joya de nuestras tierras—anunció el hombre mientras se agachaba a abrir el cofre y mostrarnos su contenido, una concha marina enorme brillaba intensamente dentro con distintos colores pálidos y cristalinos que daban la ilusión de reflejar todo el salón y al mismo tiempo emanar una bella luz propia— una caracola lunar, su majestad, increíblemente extraña de encontrar y bella sin duda alguna.

Mi madre soltó un bufido burlón al observar el regalo, era obvio que tal cosa le parecería de lo más absurda y mundana.

—¿Qué hay del tratado que su rey ofrece? — soltó al fin mi madre.

—El rey Sangwoo IV desea que su hijo y el príncipe compartan una larga y dichosa vida, su majestad.

—¿Ese es su tratado?

—Solo eso, su majestad.

Mi madre le dijo que podía retirarse y así lo hizo aquel sirviente mientras ella reía sin poder creérselo.

—¿Ideas románticas y conchas de mar? —espetó ella —¿Por qué clase de idiotas toma a la familia real de Hila?

Pensé un momento en la situación antes de contestar.

—Creo que hay algo detrás, mamá.

—Pues claro que lo hay, Taehyung, hay algún truco sucio detrás de los planes de ese hombre.

—Yo creo que es distinto—contesté —sólo llegaron dieciséis muchachas a seducir al príncipe heredero del grandioso reino de Hila.

—Sí. Parece ser que mi hijo no es tan famoso como creí—bromeó ella.

—No, mamá, son tan pocas porque el resto de ellas no tuvo permitido venir ahora que están bajo el dominio de Akala, por decreto de su rey en toda esa parte del país no iba a asistir nadie más que su hijo. Acaban de ganar inmensa fortuna y terrenos y aun así lo mejor que vienen a ofrecer es una caracola lunar.

—Y un muchachito de género dudoso— añadió mi madre, aunque decidí ignorar su comentario.

—Una alianza entre dos de los reinos más grandes y prósperos del país, creo que hay mucho más detrás de esta propuesta, mamá.

—Taehyung, este "rey" acaba de obtener todos aquellos otros reinos, pero no sabemos si será capaz de controlarlos ni por cuánto tiempo, no estarás pensando seriamente en aceptar esta ridiculez y si es por el muchacho...

—No, mamá, no es eso— la interrumpí apenado y molesto —tú misma lo has dicho, necesita ayuda para controlar su nueva adquisición y todos saben que no hay familia real mejor en la política y los acuerdos que los Kim de Hila.

Ella se quedó observando un punto vacío mientras pensaba por un largo momento, fruncía el ceño y se mordía la uña del pulgar como acostumbraba a hacer siempre que analizaba algo.

—No estoy del todo convencida hijo, esa muchacha, Mara de Syd, era bastante guapa y... —terminó su frase volteando hacia los regalos apilados detrás nuestro, específicamente al regalo de los Syd; cofres repletos de verdaderos tesoros, alfombras tejidas con hilos de oro, copas, joyería, bestias bellas y extrañas en pequeñas jaulas, entre otras cosas brillantes y exóticas de su país— vino de muy lejos y el tratado me pareció bastante condescendiente, por favor considera tu elección, Taehyung.

—Lo tendré en cuenta, pero antes me gustaría aunque sea entablar una conversación con quien será mi futura esposa, ¿A qué hora es el banquete?

MY PRINCE [TAEKOOK]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora