Confine/Isolate

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2005

Minutos después de que Douma finalmente salió del apartamento, Shinobu tomó una decisión. Recogió las cosas importantes y necesarias, lo primordial y que cupiese dentro de una mochila y que no le estorbase. Ella sabía que de no ser así, no habría otra manera. Por ningún motivo él la dejaría ir tan fácil puesto que a sus ojos ella no era más que una posesión.

Además, tenía miedo. Ya no sabía de lo que él sería capaz si la veía largandose de allí.

El ojo derecho todavía le dolía al parpadear. Tal y como había previsto, solo dos días después de la bofetada la había golpeado de nuevo, además de haberle hecho una herida en el labio con un golpe diferente. Parece que aquella primera cachetada había sido una especie de interruptor.

Al estar segura de que tenía todo lo que necesitaba, tomó un dinero que había escondido en una botas en un rincón lejano e imperceptible del closet y lo guardó en la mochila. Mientras caminaba por la sala rumbo a la puerta, titubeó.

Habían tantas fotos de ellos dos por toda la estancia, fotos dónde lucían felices, varios años atrás. Casi toda una vida juntos dónde las cosas fueron buenas.

¿Lo fueron?

Cuando tocó el moretón en su ojo y el dolor la hizo sisear, toda duda se desvaneció. Ya no había arreglo, no más miradas atrás. No quería seguir vivendo con ese miedo latente y ese sentido de autopreservación que ahora sabía que tenía la hizo avanzar hacia la puerta.

No abría.

Un escalofrío la recorrió de los pies a la cabeza, y buscó con desesperó sus llaves por todo el apartamento. No las encontró. Colocó la mochila en el suelo y embisitó la puerta con todas su fuerzas, pero no cedía.

Ella estaba segura de no haber dado ningún indicio, fue cuidadosa y jamás insinuó sus intenciones de irse. Seguía embistiendo la puerta, pero al parecer había sido trancada desde fuera de una manera que no cedía por ningún motivo.

Shinobu comenzó a sentir que le faltaba el aire. El pánico y el miedo apresando su corazón y su capacidad de razonar. Tal vez jamás podría dejarlo, tal vez él la perseguiría sin descanso y nada de lo que ella hiciera sería capaz de alejarla de él. Que en ningún modo estaría a salvo, que no podría sentirse segura.

Si la había golpeado y encerrado, ¿qué más le haría? ¿Qué era lo próximo que le esperaba?

Su cuerpo comenzó a actuar en automático, se volvió a colgar la mochila sobre los hombros y corrió hasta la habitación. Douma inclusive se había asegurado de cerrar las ventanas y al ver que estas no cedían, tomó una silla y rompió el cristal.

Era un maldito tercer piso, pero se las arreglaría de alguna manera. De lo que si estaba segura, es que cuando él llegara, ella ya no estaría allí.

Y jamás lo volvería a estar.

Real Love Doesn't Hurt (GiyuuShino)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora