I've seen it all

3.- Aries

Cinco de la tarde. Acomodaba con sumo cuidado los bocadillos que preparó con tanto esmero para sus camaradas. A pesar del sabor amargo que le dejaron las palabras del sexto guardián, aún seguía latente el placer producido por esa diversidad de colores, aromas y sabores lograda por sus manos en unas pocas horas.

-...entonces el cerdo le preguntó al caballo: oye, viejo ¿Por qué la cara larga?

Y las risotadas, seguidas del chiste contado por el guardián de Tauro, recompensaban de alguna forma su arduo trabajo.

-Hmmm... Mu, retiro lo que dije hace un rato... -espetó el caballero de Escorpio, sin dejar de comer un momo relleno de carne y verduras - para ser vegetariano, tu sazón no tiene nada de insípido...
-¡Ugh! Siquiera termina de masticar -le reprochó el quinto guardián.
-¡A ti que te valga un pepino bien verde! Nadie dijo nada cuando te tragaste ese alimento húmedo para gatos...
-¡¿Otra vez con eso?! No fue culpa mía, el frasco estaba mal etiquetado y lo confundí con atún...
-Claro, tampoco fue culpa tuya seguirlo tragando aún cuando notaste el sabor -se burló el santo de Tauro.
-¡Por amor a Athena! !Tenía ocho años!
-Sí, si, como sea -el escorpiano le restó importancia y procedió a beberse el caldo de verduras directo del plato, mientras algunas gotas escapaban por sus comisuras.
-¡Maldita sea! Usa una cuchara.
-¡Ya cállate! Ni que fueras mi esposa.
-¡Gracias a Athena! No me imagino a la pobre desdichada que...
-Mmm... Carnerito, esto es lo mejor que he probado -Milo seguía hablando con la boca llena- Si Rapunzel, la vaca parada o esta gata atropellada no se animan a casarse contigo, yo sí le entro... Tú haces feliz a mi estómago, y yo te hago feliz en la cama ¿Qué dices?

No sabía qué era peor, si el chiste de mal gusto del escorpión, el que los otros dos escupieran sus bebidas de la impresión sobre la comida en que se esforzó tanto, o que mencionara al santo de virgo dentro de una oración de esa naturaleza. Lo único que deseaba en esos momentos era que se abriera un agujero en el piso y se lo tragara, o en su defecto se tragara a Milo. Sin embargo, se retractó de lo último y sólo atinó a soltar una risita nerviosa.

-Milo, no es necesario hacer esa clase de trato. Puedes venir a Aries a comer tanto como quieras, sólo con una condición.
-No voy a decirte que no -respondió el nombrado- ¿De qué condición hablamos?
-Respeto tu derecho a la libre expresión, pero, por el amor a la diosa Athena, no involucres a Shaka en ese tipo de chistes...
-¡Me estás j*diendo! ¿Verdad?
-¡Hey! -increpó el santo de Tauro- ¿Cuándo has visto a los santos de Aries bromear sobre algo así?
-Está bien, trataré de no hacerlo -espetó el octavo guardián-, pero tampoco pretendas que me quede de brazos cruzados cuando él me ofenda...
-Por dos -añadió el castaño del quinto templo.

Suspiró. Definitivamente algo andaba mal con su amigo virgo, tanto que ni la hospitalidad característica del templo de Aries, ni los platillos pensados en él, ni siquiera el hecho de que se aproximaba una Guerra Santa y debían estar más unidos, habían logrado que el sexto guardián saliera de su confinamiento y se permitiera ser un simple humano por una tarde.