I've seen it all

15.- Tikas

Medianoche. Habitación del Palacio Amatista. Cierto príncipe lidiaba con sentimientos encontrados, producidos por los recuerdos compartidos por la reina Pavo Real. 

De un lado estaba su compasión por la adolescente que entregó su corazón, y por los dos pequeños concebidos con el más noble amor nacido de esa entrega; del otro, estaba la decepción por la amazona que violó sus votos de celibato y exclusiva devoción hacia la diosa Athena, estando consciente de las implicaciones. De un lado, ese mismo fervor que regía a su maestro y al resto de la orden, incluyéndose, como caballeros de la diosa; del otro, la incredulidad por lo casi inhumanos que podían ser los decretos de los dioses que protegían y velaban por la misma humanidad, incluyendo a la misma Athena. De un lado, comprendía que la misma Mayura lo ofreciera a él, Mu, con pocos días de nacido, como futuro herrero del santuario, para garantizar la supervivencia de sus futuros hijos; del otro, comprendía el posterior remordimiento que la orilló a llevárselo y huir.

"¡Mayura! ¡¿Te volviste loca?! Si lo haces, el trato quedará anulado y nos condenarás a todos"

"¡Ya estamos condenados desde nuestro nacimiento! Ninguno de nosotros decidió ser caballero o amazona, para comenzar... Y ya no quiero hacerme de la vista gorda ni perpetuar este ciclo... Quiero que mis hijos y el pequeño Mu conozcan el mundo y vivan sus propias vidas, antes que condenarlos a muerte por una diosa que sólo nos ve como piezas de ajedrez"

"¿Sabes lo que estás diciendo? Si su Santidad te escuchara..."

"Él es el menos indicado para decir nada... él traicionó a los suyos para convertirse en una pieza más, por voluntad propia ¿no?... ¿Por qué los pequeños no tendrían ese derecho a decidir también?"

Asimismo su maestro, por un bien mayor, actuó de formas cuestionables. Según el libro mostrado por Driti en la Biblioteca Central, Shion figuraba en la lista de exiliados, no sólo por seguir a los gemelos Hakurei y Sage (también exiliados desde la anterior Guerra Santa por violar el estatuto de neutralidad de Lemuria), sino también por intentar que mujeres muvianas engendraran futuros herreros de Athena. Por supuesto ellas se negaron, así que era comprensible su desesperación por conseguir al siguiente portador de Aries, de tal forma que aceptó el trato de Mayura sin cuestionarla demasiado sobre su origen.

"¡Perdóname, pequeño Mu" lloraba la amazona, ocultando una cesta entre las ruinas de una casa "Fui una estúpida al disponer de tu vida como moneda de cambio... tu vida no es menos valiosa que la de mis niños"

Por instinto, el ariano tocó las dos marcas donde la amazona depositó un beso cargado del más grande amor maternal, hace más de veinte años, por última vez. Debido a la técnica usada por ella, el sentimiento en ese recuerdo era tan vívido que parecía que fue ayer. Sin embargo, el cariño brindado por Shion, a través de sus enseñanzas, también seguía vigente.

"Pequeño Mu, hace un buen día afuera. No deberías pasarlo llorando"

"Los otros dicen que soy un alien porque tengo estos puntos en vez de cejas, y se ríen de mí"

"Tikas... Nuestra diosa Athena nos ha bendecido con la capacidad de reparar armaduras, desde la era del mito, y estas marcas son una muestra de ese gran obsequio. Lo menos que podemos hacer por ella es proteger su santuario"

"¿Entonces somos especiales para la señorita Athena?"

"Así es... Ella nos ha elegido por nuestras capacidades. Por eso debes seguir entrenando y ser fuerte, para ser un caballero digno"

"Así lo haré"

Un sabor amargo le recorrió la garganta en cuanto recordó un cuestionamiento pendiente. Aunque Mayura expuso sus razones, sus recuerdos no contenían los motivos por los que el pueblo muviano parecía repudiar a Athena también, a pesar de que servían a ella desde la era del mito. Empero, al menos tenía una pista para indagar.

"Él se llama Shaka, y su misión será, en conjunto con nuestro príncipe, acabar con la oscuridad que los dioses del Olimpo han traído"