7.- Telequinesis

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Más adentro del yacimiento, el caballero de Aries seguía su investigación. Conforme descendía, encontraba objetos diversos, probablemente extraviados por los herreros del santuario anteriores a él. El más interesante a su gusto era un relicario de plata con forma de libro antiguo, cuyo reverso tenía grabado en letras pequeñas Asmita. En el interior, aún intacto, había un zafiro azul de la más alta pureza.

"¿No era ese el nombre del caballero de Virgo anterior?"

Al llegar a lo que parecía ser el corazón de ese pequeño yacimiento, se encontró con un cuerpo de agua. Por precaución, manipuló su cosmos de tal manera que formaban un tipo de guantes, y sumergió las manos hasta tocar una porción de tierra. Al tomar un poco y sacarla, notó pequeños cristales iridiscentes. Con su telequinesis los hizo levitar y fue limpiando las impurezas. Sin embargo, al mirar a través de ellos, imágenes varias cobraban vida, como un bebé soltando su primera risa, un niño dando abrigo a un gatito bajo la lluvia, una madre tarareando una canción mientras lavaba la ropa de sus niños, una reina egipcia limpiando un estanque de coloridos lotos con sus propias manos, una pareja de enamorados frente a un altar, dos chicos conversando en los escalones de un templo...

"Mamá dice que no debo hablar con extraños"
"Bueno, soy tu vecino, así que me verás a diario y ya no seremos extraños ¿No crees?"
"Eso creo"
"Entonces me presento, mi nombre es Asmita"
"Yo... me llamo Atla"

Estaba tan absorto en esas preciosas visiones que muy tarde se percató del agua que subió aceleradamente de nivel hasta cubrirle los hombros. Intentó ascender a la superficie, pero entre más lo hacía, más crecía el nivel de agua.

"A buena hora se me ocurrió dejar a Aries en la torre"

Invocó a su armadura elevando su cosmos, pero no lo logró. Era como si la misma agua drenara sus energías.

"Por amor a Athena ¿Qué es esto?"

Sintió miedo. Aunque ya había vivido algo similar cuando Shaka y él, siendo pequeños, cayeron en una trampa subterránea del templo de Sagitario, en aquella ocasión el agua sólo era agua, y su compañero ayudó bastante con su barrera protectora.

"Amigo mío... En otras circunstancias, podría pedirte ayuda, como cuando tú lo hiciste para rescatar a Ikki de Fénix... Pero ahora, con una Guerra Santa en puertas, ninguno de ustedes debe abandonar su posición ni utilizar sus energías innecesariamente... Así que..."

Con mucho esfuerzo, logró sacar la pequeña flor de cristal de su bolsillo, así como el relicario plateado. Los rodeó con su cosmos mientras intentaba concentrarse en algún lugar en especial.

En el océano, en el fondo
Bajo olas embravecidas, envuelto en recuerdos...

Los minutos pasaban y la consciencia estaba por abandonarle. Notó que el fondo se tornaba más brillante, como si fuera el final de un túnel, al tiempo que una voz femenina entonaba unos versos, cual canto de una sirena.

"Mi señora Athena, Kiki, Milo, Aioria, Aldebaran, Viejo Maestro Dohko..."

...encontrarás...
Naufragios de barcos majestuosos, todos se extraviaron

"Shaka... Perdóname"


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