Día 6: Se conocen en una boda

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La primera vez que hablaron fue en la boda de Hermione Granger y Ronald Weasley.

Harry ya estaba algo tomado cuando tropezó hacia la barra del bar y ordenó un azulito. Tom, orgulloso de sus habilidades como bartender, hizo un gesto ante el mal gusto pero preparó la bebida como todas las demás: perfecta.

Si eso fue lo que llamó la atención del pobre padrino de bodas o no, Tom nunca lo supo. Lo que sí sabe es que de un momento a otro el mejor amigo del nuevo matrimonio lloraba debido a su vida amorosa, o mejor dicho, a su falta de vida amorosa.

Y era un cursi al respecto.

—Solo míralos —gemía, derramando un poco de la bebida en su mano —¿Cómo pueden ser tan... perfectos el uno para el otro? ¿Cuándo tendré algo así?

Tom aun estaba en su horario de trabajo así que solo podía asentir con la cabeza y murmurar promesas vacías cuando no tenía otros clientes que atender.

En cuanto la música cambió por esas canciones cuya función principal era correr a los invitados y el reloj marcó el final de su turno, Tom depositó el último vaso de azulito frente a la triste alma en su barra y lo jaló de la corbata para obligarlo a mirarlo a los ojos.

—Tal vez no recuerdes esto mañana pero escúchame bien —ordenó en un murmullo bajo que, sabía, expresaba su completa y muy razonable frustración —no necesitas a nadie para ser feliz más que a ti mismo y si no aceptas eso, tu alma gemela, que posiblemente no exista, jamás se acercará a ti —lo soltó, pero esos ojos verdes se mantuvieron firmes sobre los suyos —nadie quiere estar con un pobre ejemplo de humano que cree en los cuentos de hadas. La vida no es perfecta, cariño —sonrió de lado y se quitó su delantal para dejarlo sobre la barra —aprende a vivir en la realidad.

Con eso, Tom tomó sus cosas y se marchó a la parte de atrás, dónde le pagarían su servicio y le darían una rebanada de pastel si es que aún quedaba.

No notó que una tarjeta de presentación cayó del bolsillo del delantal y quedó a la vista de cierta persona. Ni que cierta persona la guardó y prometió no olvidar al apuesto bartender que lo sacudió fuera de su miseria.

¿Cómo iba a saber Tom que cierta persona estaba loca de remate?

La segunda vez que se vieron, Harry no estaba invitado a la boda, ni siquiera sabía quiénes eran Cedric Digory o Cho Chang, pero había pasado por el salón horas antes y había notado (después de leer cuidadosamente) el nombre de su bartender favorito en la lista de staff. Además, si las personas no quisieran que desconocidos entraran a su boda, tendrían mejor seguridad en la entrada.

Tom levantó una ceja al ver al desconocido padrino de otra boda acercarse al bar. Al menos esta vez no estaba pasado de copas.

—Antes de que pidas algo tonto —dijo Tom con una mano levantada para evitar que el otro hablara —voy a recomendar un multijugos.

Harry frunció el ceño. En realidad no era conocedor del mundo de las bebidas, solo conocía el azulito porque Ginny le dio a probar en la boda de su hermano y a Harry le gustó.

—¿Qué lleva?

—Limón, sprite y vodka —explicó Tom —si no te gusta te puedo hacer otra cosa —añadió con una mueca —pero creo que te gustará.

—Está bien —aceptó Harry con un encogimiento de hombros —tu eres el experto pero —añadió, removiéndose incómodo sobre el banco —en realidad no debería estar aquí —susurró —así que, si ves que me empiezo a poner algo... mal, mejor solo sírveme agua.

La expresión ya nada impresionada de Tom cambió a una menos impresionada. Aún así, ofreció una mano.

—Tom.

—Harry.

Y así empezó.

Tom debía admitir que comenzó a aceptar más trabajos en ese salón en específico luego de la quinta o sexta vez que Harry se coló a una boda solo para hablar con él. Y Harry en algún momento explicaría que tenía que caminar por fuera del salón para llegar a su oficina, así que revisar los anuncios de eventos y staff no le quitaba tiempo de su vida. Sabía que parecía un acosador, pero como no lo era -según Harry- no había problema con que solo quisiera platicar con Tom.

(Y no, no era lo mismo hablar por mensajes o llamadas o verse fuera de sus respectivos trabajos)

El día de su propia boda, Tom contaría su historia con un Harry muy ruborizado a su lado.

Y, quien sabe, quizá el bartender que contrató encontraría a su pobre alma gemela entre los tristes invitados solteros.

Beneath the milky twilightDonde viven las historias. Descúbrelo ahora