Will se sentía cansado y estresado. Por andar de caliente haciendo videollamadas obscenas con Hannibal, no se había enterado que sus padres habían anunciado, sin él, que la boda sería en tres meses. TRES. Ni siquiera estaban esperando que terminara su año escolar. Se sentía ofendido, usado, despreciado. En las últimas dos semanas, se la pasaba de local en local, revisando que tuviera su traje a la medida, de un suave azul cielo pálido, que a él se le antojaba ridículo.
¿Tenían que ser tan obvios que él era el sumiso de cualquier relación?
A excepción de aquella tarde donde se había visto con Hannibal y el hombre lo había follado como un dios para alimentarlo después con una comida espectacular, no se habían visto de nuevo. No había tiempo de nada y tampoco sentía ganas de llamarlo. Terminaba agotado entre la universidad y los preparativos, sólo se mensajeaban a lo largo del día, pero de ahí, nada.
-Muy, bien, Will. Creo que el traje ya está perfecto, puedes quitártelo- le dijo el sastre guardando su cinta.
La señora Graham empezó a desabotonar la camisa cuando el saco ya estaba fuera del cuerpo de Will y este reaccionó muy tarde.
-Ma, no; yo puedo.
-Dios mío, Will, ¿qué te ha pasado?
Aunque el tiempo había desaparecido muchas de las marcas, las más recientes aún se veían claramente sobre su piel pálida. Aquel día que Hannibal lo había recogido a unas cuadras de la universidad, ni bien entraron a su departamento, lo desnudó a prisa, chupando, mordiendo y apretando. Sus pezones tenían los dientes ahí, demasiado visibles. Hannibal se había encargado de dejar su colmillo en una clavícula, sus caderas y la otra muñeca que aún no había mordido. Y cuando ambos tuvieron su orgasmo, Lecter sacó del horno un exquisito trozo de carne bañado en cerveza que Will degustó con mucho gusto mientras yacía en el sillón, junto a Hannibal, completamente desnudos. En cuanto se saciaron, Hannibal volvió a follarlo, más suave, más despacio y Will pudo haber muerto de placer en ese momento.
Pero no había muerto, gracias al cielo. O tal vez estaba a punto de.
La mirada que le daba su madre podría matarlo. La impresión de ver todas las mordidas, se había convertido en ira, a toda regla. La comprensión había llegado a ella muy rápido y Will no tenía pretextos para ello.
-No voy a dar explicaciones al respecto.
-Will... -se acercaba un sermón y la verdad es que Will no tenía ánimos de escucharla, pero estaba medio desnudo y no podía salir así a la calle. La mujer le dio una mirada severa al sastre para que los dejara solos. Aun así, ella habló en baja voz-. Sé que te ves con aquel hombre al que le echaste el ojo, cuando fuimos al centro comercial. Hannibal Lecter –un nombre poderoso y perfecto para lo perfecto que es Hannibal, pensó Will. De verdad que los padres de su amante eran unos genios-. Te voy a decir algo, hijo. Ese tal Hannibal es una escoria...
-Madre, no tengo por qué escuchar esto.
-Me vas a escuchar, Will. No sólo es una escoria, es un hombre demasiado peligroso. Tu papá y el sr Crawford están investigándolo, y espero que cuando se sepa todo lo que ha hecho, desistas de esto, porque sé que incluso casado seguirás en esta necedad.
Bueno, en realidad sí sabía lo que hacía Hannibal y no le asustaba, ni un poco. Pero eso su madre no tenía por qué saberlo, ¿verdad?
-¿Por qué no le has dicho a papá?
-Porque no quiero que te encierre...
-Me siento encerrado desde que soy un niño, madre- le dijo Will con algo de molestia.
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Eat the Meat and Fuck, Darling
RomanceHannibal es un criminal. Will apenas un universitario en su último año de estudios. Un cliché lleno de sexo, malas palabras, absolutamente nada de seriedad y una pizca no tan pequeña de sangre. Basado en la idea de Carlos Guille del grupo de Face...