Parte 2

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Will suspiró por, ¿décima vez?, durante la última media hora. Estaba frente al espejo, arreglándose el moño y viendo que no tuviera alguna arruga en su traje. Además, se recordó mentalmente no mostrar sus brazos para nada y mantener los botones de su camisa bien sujetos a sus muñecas.

Esta noche tendría una presentación en sociedad junto a su futuro marido y honestamente, preferiría estar secuestrado o gravemente enfermo de alguna cosa terminal, antes de tener que hacer semejante espectáculo digno de una realeza a la cual no pertenecía.

De cualquier manera, no planeaba para nada que la noche saliera bien. "Moléstalo, Will. No seas grosero, pero tampoco amable. Dile cosas que hieran sus bolas y su orgullo, hazle pensar que eres la peor persona con la cual podría casarse. Pínchale el culo lo suficiente para arrepentirse. Si no funciona, la verdad es que debes aceptar la idea de tu querido amor y largarte a la mierda, ¿bien?"

Bueno, él podía tener una lengua filosa si se lo proponía. Pero él no era Beverly y definitivamente a veces sus modales y educación podían salir a relucir en momentos donde no debía. Haría todo lo posible porque Sir Jacob desistiera de querer desposarlo.

-Señorito Will. Lo esperan en el salón.

-Gracias, Katy. Bajo.

La mujer, sirvienta de la familia desde que él tiene memoria, hizo una ligera reverencia con la cabeza y salió del cuarto.

Suspiró de nuevo y decidió que esa noche sería suya, incluso si Hannibal no estaba a su lado.

Afortunadamente, nadie le hizo caso mientras se mezclaba entre la gente que bebía champán y comía bizcochos y canapés, demasiado ocupados hablando de política y dinero y tratando de competir sobre quien era más rico. Ubicó a un tío suyo, con quien se llevaba muy bien y no era lo demasiado pretensioso para sacarlo de sus casillas.

-Tío David, ¿Cómo estás? –saludó interrumpiendo su conversación con una mujer de edad demasiado madura para que él pusiera su ojo en ella, pero se veía demasiado entretenido.

-¡AH, WILL! –lo apretó en un abrazo que le hizo crujir una vértebra.

-¡Tío! Me arrugas el traje –se quejó en falsa molestia.

-¿Él es Will? Qué muchacho tan precioso.

Oh, oh. Una depredadora de hombres jóvenes. Will las conocía de sobra y la mirada intensa y pervertida de la mujer lo turbó un poco.

-Madame... -fue lo único que alcanzó a decir.

-¿Entonces quién es el futuro Graham?

-El futuro Morton que soy yo, tío.

El hombre se disculpó con la mujer, quien se quedó esperando alguna presentación formal o algo más, ya que no ocultó su decepción.

-Will, sé que mi cuñado es un hombre poco –o nada- razonable, pero que mi hermana haya dejado que esto pasara...

-Está bien, tío. Lo manejaré. Mi madre no podía hacer mucho, además... -se calló de pronto.

-Ella estuvo de acuerdo, ¿no? Mencionó algo sobre que tú andas detrás de alguien que no te conviene- claro que lo sabían. Era demasiado fantasioso que no se dieran cuenta-. Lo siento, sobrino. Al menos te hubieran conseguido alguien más joven y menos feo. ¿Sir Jacob? Que asco –hizo una cara de completa repugnancia y Will no pudo estar más de acuerdo.

-William Graham, ¿puedo sostener una charla contigo antes de sentarnos a cenar?

Un escalofrío incómodo azoró a Will al momento que volteaba a ver a su prometido.

Eat the Meat and Fuck, DarlingDonde viven las historias. Descúbrelo ahora