Parte 4

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El pub donde había sido el primer acercamiento entre Hannibal y Will era el favorito de Will. Dos años atrás, él había acompañado a su madre a unas compras a un centro comercial concurrido y caro. Él se sentía aburrido, porque francamente no era nada divertido salir de compras con tu madre cuando ella te quiere escoger todo lo que va a comprarte. Will se escabulló en una tienda de zapatos y ahí fue donde vio a Hannibal por primera vez. El hombre estaba revisando unas pesadas botas de cuero mientras una de las dependientas lo veía con lujuria mal contenida. Él iba vestido con su inseparable chaqueta de cuero, una playera gris con un escote que dejaba ver parte de su pecho, un pantalón negro un poco pegado y botas como las que veía en ese momento. Su pelo estaba en todas direcciones, dándole un aspecto apetitoso que Will no podía culpar a la mujer por verlo así, él mismo estaba mirándolo con ojos depredadores. Hannibal la miró y le sonrió seductor, diciéndole algo. Ella asintió con rapidez y se llevó las botas para cobrarlas. Entonces su mirada se posó en Will, quien se puso tan rojo como el suéter que llevaba en ese momento. Hannibal lo barrió, de los pies a la cabeza y se lamió el labio inferior. Le guiñó el ojo y se fue a pagar el calzado. Will no supo qué hacer, ¿estaba invitándolo a una noche de intenso placer o se estaba burlando de él? Estuvo a punto de seguirlo cuando el hombre salía de la tienda y le daba una última mirada, pero su madre lo detuvo tomándolo del brazo.

-William, ¿podrías ser menos descarado?

-¿Qué?

Su madre tenía una expresión de horror mientras veía a Hannibal alejarse entre la gente.

-Mira, anda con quien quieras, menos con gente como esa.

-Madre, ni siquiera lo conozco-bufó Will molesto. Seguramente a estas alturas ya estaría follando con aquel monumento en algún lugar al azar.

Ella no quedó convencida, pero no dijo nada más y lo instó a irse rápido.

Ni siquiera es que lo estuviera buscando, de verdad que no, pero al día siguiente logró librarse y salir al Londres del bajo mundo al que él jamás había ido, vestido con algo parecido a lo que había visto en Hannibal, justo cuando la noche ya había caído. Estaba seguro que no eran sus rumbos y que probablemente iba a salir muerto, pero la aparición de aquel motero de rasgos puntiagudos y más caliente que el sol lo estaba tentando demasiado (y puede que haya soñado con él y hubiera despertado con la ropa interior sucia de semen, pero no hay que entrar en detalles). Incluso si no era con él, necesitaba coger –o que lo cogieran- con uno así. Así que se metió a un pub que no parecía tan malo y llamó la atención de inmediato. Tal vez demasiado pulcro o demasiado joven, porque adentro todos se veían mayores, aunque tampoco se quejaba, las experiencias que había tenido todas habían sido con chicos de su edad. El lugar no era muy grande. Había dos mesas de billar ocupadas, mucho humo de puros y cigarros, olor a cuero, una que otra chica y música de rock en volumen aceptable.

Se acercó a la barra y pidió alguna cerveza, ante la mirada extrañada del barman.

Tomó su cerveza, encontrándola excesivamente interesante para verla y el nerviosismo se apoderó de él, aunque ya nadie le estuviera prestando atención y volvieran a lo que estaban.

Convencido que había sido muy mala idea hacer lo que estaba haciendo, terminó su cerveza, para poder irse rápido, pero alguien se sentó a su lado y el fuerte olor masculino invadió sus fosas nasales poniéndolo algo cachondo. No se atrevió a mirarlo, pero el hombre sí se atrevió a hablarle muy muy cerca.

-¿Puedo invitarte otra cerveza o estás demasiado asustado y te irás ahora mismo?

Jodida y santa mierda. Will volteó y se encontró con la preciosa aparición del centro comercial. Lo veía entre burlón y entre sugerente, pero le estaba hablando y Will no creía tener tanta suerte. A pesare que tenía en su rostro algo parecido a una sonrisa, algo oscuro y secreto lo rodeaba y Will se dio cuenta que no podía importarle menos mientras tuviera lo que venía deseando desde el día anterior.

Eat the Meat and Fuck, DarlingDonde viven las historias. Descúbrelo ahora