[Capítulo 5]

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La presentación había terminado y al fin Samuel pudo salir de ese trance en el que estaba atrapado. Sus manos habían terminado encima de la barandilla de metal, las cuales fue retirando lentamente y juntandolas, comenzando a jugar con estas.

— Vaya... Eso fue algo... Eh... ¿Nuevo?— Susurró para si mismo, sin esperar a que nadie lo escuchara.
— Amigo... ¿Donde estabas? Te perdiste por completo con ese baile.— Le habló Luzu, con cierto tono de burla, a la vez que colocó su mano en el hombro del más alto.— Hasta parecías hechizado.
— Te juro que no sé que paso...

Samuel se sentía confundido por aquel cóctel de emociones nuevas que acababa de experimentar. Jamás se había sentido de esa manera, ni siquiera cuando Akira intentaba seducirlo para tener relaciones. ¿Qué carajos había pasado?

— ¡Samuel, Samuel! —Escuchó a alguien gritando su nombre, sacándolo de sus pensamientos. Al girar, notó a Fargan yendo hacia él bastante emocionado.
— ¿Qué pasa Fargan?—Preguntó mientras lo veía atento.
— ¡Te tengo una sorpresa que te va a encantar!
— Tenemos, más bien... Dios no se como mi billetera se va a recuperar de eso, ¿Porque demonios salió tan caro? —Comentó el albino
— ¿De que están hablando, qué salió caro?— Preguntó con curiosidad el ojimorado.
— Ya veras Vegetita, ya veras.

Después de que Fargan dijera eso, fue empujando a Samuel, alejándose solo ellos dos del resto. A Vegetta no le gustaba, se giro un poco para buscar a Guillermo con la mirada, y al verlo, este solo le sonreía y hacía un ademán con las manos, haciéndole creer que estaría bien.

Si Guillermo lo decía, tenía que ser verdad, ¿No?

David tenía sus manos en los hombros del chico de suéter morado, empujandolo por la espalda y guiándolo entre las personas hasta llegar a las salas que se utilizan para bailes privados.

Samuel no sospechaba, pues sumando el hecho de su poco conocimiento con lugares así, los sitios que estaban ocupados tenían las cortinas cerradas.

Al llegar al final, había un letrero en color rojo neón que decía "VIP", las cortinas eran diferentes a las que estaban en otras habitaciones. Estas parecían ser de mejor calidad y se veían más llamativas.

Ya dentro Vegetta se dio cuenta de que era ese lugar. La zona apartada, el letrero, sillones de piel, una mesa de cristal en el centro con bebidas.

El pánico se apoderó de él, ¿Y si lo veían? ¿Qué diría la gente de él? ¿Qué le dirían a Akira? ¿De qué manera podía afectar eso a sus hijos? Tantas preguntas que se generaron en su cabeza y lo aturdian, cuando quiso irse se dio la vuelta, pero Fargan ya no estaba ahí.

En su lugar estaba aquel chico castaño y alto de antes. Con la cabeza ligeramente hacia abajo, pero con sus preciosos ojos verdes viéndolo fijamente. Y esa hermosa sonrisa en los labios.

— ¿Ya te ibas? Apenas voy llegando...

Su voz era tan hermosa, y podía escucharla perfectamente gracias a que la música no llegaba a dominar el lugar.

— Eh... Yo... No lo sé....

El ojiverde sonrió ante la respuesta y comenzó a caminar hacia adelante, moviendo sus caderas de manera mas pronunciada, provocando que los nervios del mayor se dispararán. Samuel caminaba hacia atrás a la par que el contrario avanzaba. Terminó chocando con el sillón, cayendo sentado en este.

— ¿Te pongo nervioso?~... —Menciono coqueto Rubius, a la vez que colocaba una de sus rodillas en el sofá, quedando junto a la pierna del pelinegro. Terminando sentado a horcajadas encima de él.

El rostro de Samuel estaba bastante rojizo, intentaba a toda costa evitar con la mirada al contrario, quería evitar ver sus hombros desnudos, sus delgados brazos y esos labios preciosos que le llamaban a acercarse. Su respiración parecía acelerarse ligeramente cuando el castaño intentaba acercarse más.

Rubius colocó sus brazos por encima de los hombros ajenos. Y conforme Vegetta se hacía para atrás, Ruben acercaba más su rostro.

Rubius no hacia eso precisamente por gusto, si no que al ser un cliente VIP tiene que tener diferentes actitudes a las que tendría con un cliente normal. Y al menos esta vez era alguien atractivo.

La distancia entre ambos era diminuta, sus frentes estaban juntas y Rubius hacia que sus narices se frotaran suavemente.

El pelinegro podía sentir la respiración ajena sobre sus labios, los cuales le pedían desesperadamente terminar con esa separación, quería besarle hasta cansarse, su corazón latía tan rápido que juraba que el contrario podía llegar a escucharlos.

Y cuando sus más fuertes deseos de besarle parecían ganar, cuando sus ojos parecían irse cerrando, su subconsciente lo detuvo, haciéndole recordar a sus hijos y esposa. Volteó su rostro rápidamente hacia otro lado.

— ¡Estoy casado!

El castaño lo miro sin entender esa repentina confesión. A decir verdad se lo esperaba, tenía toda la apariencia de alguien casado que jamás había ido a un lugar así. Pero tampoco era el primer hombre de ese estilo que conocía.

— ...¿Y? —Preguntó con indiferencia, bajando poco a poco sus brazos hasta colocar sus manos en los hombros ajenos.
— Pues... Que esto esta mal. —Respondió Samuel, viendo fijamente esos brillantes ojos verdes.
— Ja... A ver, ¿Amas a tu esposa? —Rubius solo quería terminar con eso e ir a casa.

Esa pregunta siempre se la habían hecho sus amigos, sobre todo Guillermo, e incluso se lo preguntaba a si mismo de vez en cuando. ¿Realmente amaba a Akira?

No, evidentemente no, esa relación estaba más forzado que nada. Un matrimonio creado por un embarazo accidental.

Ruben notaba lo mucho que el contrario tardaba en responder, torció los ojos y suspiro. Tomo el rostro del hombre entre sus manos, para finalmente besarlo en los labios.

Una corriente eléctrica recorrió el cuerpo completo de Samuel, erizando su piel y haciendo que su corazón pareciera explotar.

Ya no podía soportarlo más.

Sus manos se colocaron en la cintura ajena, juntando más sus cuerpos e intensificando el beso.

Movía sus labios desesperadamente, llevando un ritmo acelerado y apasionado, lleno de completo deseo.

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✞ 𝐔 𝐍 𝐇 𝐎 𝐋 𝐘 [𝑅𝑢𝑏𝑒𝑔𝑒𝑡𝑡𝑎] ✞ Donde viven las historias. Descúbrelo ahora