[Capitulo 6]

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La música no lograba opacar aquellos pequeños jadeos y suspiros que ambos soltaban en medio del beso.

Pasaban sus manos por el cuerpo del otro, tocando lugares que podrían considerarse como privados.

Ruben bajo sus manos hasta la orilla del suéter ajeno, separándose un poco del contrario para poder retirarle la prenda.

Samuel ayudo a deshacerse del suéter que solo le daba aún más calor, lo dejaron a un lado en el sillón, para nuevamente acercase y continuar con aquel beso.

Era claro quien mandaba y dirigía, pues mientras que el ojimorado era inexperto, Rubius era todo lo contrario.

El castaño sostenía el rostro del hombre, impidiendo que se alejara demasiado cuando sus pulmones exigían por más oxígeno. Se tomaba el tiempo para explorar y disfrutar los labios de aquel que seguía siendo un desconocido.

Ni siquiera sabía su nombre y aún así su piel ardía por cada que esas grandes manos lo tocaban, tal vez eso era lo que lo excitaba mas, la idea de no saber quien era le parecía tan sensual. Si no fuera por ese traje de conejo estaría completamente desnudo, dispuesto a entregarse en ese mismo momento por la calentura.

Ambos estaban excitados, completamente perdidos en la boca del otro.

Ruben olvidó que quería volver a casa temprano.

Y Samuel olvidó que estaba casado.

Rubius comenzó a frotar con su mano la ya notable y evidente ereccion del contrario, y justo cuando iba a bajar el cierre del pantalón, un agarre firme en su muñeca lo detuvo.

— ¿Huh?

Pregunto un castaño confundido, viendo a esos ahora brillantes ojos morados viéndolo directamente. Ese rostro ruborizado, esa respiración tosca y acelerada que chocaba contra sus labios. Quería seguir con eso y llevarlo hasta el final.

— No... Yo...

Samuel tenía la cabeza llena de pensamientos, algunos le pedían quitarle la ropa al chico y acostarse en ese mismo momento, pero la otra parte le decía que se detuviera.

El pelinegro volteó hacia la pared, intentando conseguir algo de tiempo. Su mirada llegó al reloj de pared que adornaba la habitación, dándose cuenta que ya eran más de las tres de la mañana. Eso fue como un balde de agua fría cayendo en su cabeza.

— ¡Mierda!

Maldijo mientras se levantaba de golpe, tirando al chico al suelo, haciendo que este cayera de espaldas contra la alfombra.

— ¡Ey! ¡¿Qué carajos?! —El castaño estaba molesto, la estaban pasando tan bien y ahora el contrario hacía esto.
— De verdad lo siento, pero me tengo que ir. —Intento disculparse el pelinegro mientras salía prácticamente corriendo del lugar. Dejando atrás a un molesto bailarín, y el suéter que su esposa le regalo.

Samuel corrió por el pasillo, esquivando a aquellos que pasaban por ahí. Cuando llegó al final del pasillo busco con la mirada a su grupo de amigos, aunque era algo difícil por la cantidad de personas, ¿Cómo mierda es que seguía habiendo tanta gente a esas horas?

Al ver a los chicos en una mesa frente al escenario tomando, se acercó rápidamente a ellos. Estaba molesto. Molesto con David, quien apenas y lo conocía, pero no dudo en llevarlo a ese lugar. Molesto con Guillermo, quien le hizo creer que no era nada malo.

Pero sobre todo molesto consigo mismo, por haberse dejado llevar por la situación, por haber confiado en alguien que apenas conocía, por haberle faltado al respeto a sus hijos, quienes son lo más importante en su vida.

Luzu fue el primero que lo noto al llegar, y quien se levantó de inmediato.

— ¡Samuel! ¿Estas bien?

Luzu apenas se había enterado de lo que habían hecho los otros dos, y estaba igualmente molesto. Sabía que eso estaba mal, pues aunque su amigo no amara a su esposa si amaba a sus niños.

— Me quiero ir. — Espetó furioso, viendo a Guillermo.
— ¿Cómo te fue? — Preguntó el albino, viéndolo sonriente.
— De la mierda, ya vamonos.
— ¡Pero apenas empezamos! — Se quejo burlón Fargan.
— Tú te callas. —Le respondió Samuel, viéndolo furioso durante unos segundos, para después volver a ver su supuesto mejor amigo.— O me llevas o me voy solo.

Ahí Guillermo se dio cuenta de que la había cagado, quería hacer que su amigo se divirtiera, pero al parecer fue todo lo contrario.

— Sam perdón... Yo...
— ¡No! ¡No digas nada!... Ya son más de las tres y si no llego a casa Akira me mata.

Dicho esto Samuel dio la vuelta y comenzó a irse en dirección a las escaleras por las que habían llegado, siendo seguido únicamente por el albino.

— Bueno... ¿Alguno de ustedes me lleva a mi casa?

Pregunto el de ojos dorados, ganándose una risa por parte de Staxx y una mirada molesta por parte de Luzu.

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Los dos chicos estaban en el coche de Fargan, Guillermo conducía y Vegetta iba de copiloto, viendo por la ventana y abrazándose a sí mismo con frío.

El silencio era incómodo, al menos para Willy lo era, así que intento disculparse nuevamente.

— Sam yo... Yo de verdad lo siento, solo quería que te divirtieras un poco... Y que olvidarás que estas con esa bruja.

No había recibido respuesta, hasta algunos segundos después.

— Aun no conozco a Cristina, pero estoy seguro de que no te gustaría que hable así de ella... No te agrada Akira, lo sé, pero te pido que respetes mi relación...

Willy vio de reojo a Vegetta, sintiéndose fatal por lo que hizo. Solo asintió y se mantuvo callado el resto del viaje.

Ya estando frente a la casa de Samuel, el pelinegro se bajo sin despedirse, asegurándose de cerrar la puerta con fuerza.

Cuando alzó su mirada, notó a Akira en la entrada principal, sentada en las escaleras y abrazando sus piernas, parecía que se quedó dormida esperando.

Guillermo se fue en el coche, haciendo suficiente ruido como para despertar a la rubia. Quien ahora veía a su esposo entre preocupada y molesta.

Samuel suspiro mientras caminaba hacia la puerta, sabía lo que se venía, no quería pelear, pero parecía que no quedaba de otra.

Ya que estaba frente a la mujer, quien solo cubría su frágil y delicado cuerpo con una bata de baño, se quedaron en silencio. Ella lo veía de arriba abajo, para hablar al terminar de examinarlo.

— ¿Y tú suéter?

Ahí fue cuando el pelinegro recordó donde dejó esa prenda, ¿Cómo le explicaba a su mujer que el suéter que ella le regalo esta ahora probablemente en manos de un bailarín exótico?

"Carajo" Pensó. Maldiciendo para sus adentros e insultandose a sí mismo por ser tan idiota.

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✞ 𝐔 𝐍 𝐇 𝐎 𝐋 𝐘 [𝑅𝑢𝑏𝑒𝑔𝑒𝑡𝑡𝑎] ✞ Donde viven las historias. Descúbrelo ahora