Lo único que se podía escuchar eran los grillos de fondo, Samuel no sabía como responder. Sus manos le sudaban y su cerebro parecía estarlo odiando, pues no le ayudaba a encontrar una respuesta rápida.
Un suspiro por parte de la rubia fue lo que corto aquel largo y eterno silencio entre ambos.
— Dile a Guillermo que te lo devuelva el lunes... Porque me imagino que fueron a su casa, ¿No?
— ¡Claro! Yo le digo...
Mintió.
¿Porqué había dicho eso? Es decir, obviamente no va a contar la verdad sobre donde estaba, pero al menos podría haber dicho que fue en casa de otro amigo de Willy, uno que no conoce y que no va a volver a ver, jamás... Nunca. Y aunque ahora la persona que tiene el suéter, si bien no es un amigo de Willy, es verdad que no lo volverá a ver de nuevo en su vida. ¿Verdad?...
Ambos entraron a la casa, donde el silencio era aún mayor, pues dentro no había grillos.
Mientras que Akira se iba a la recamara que ambos comparten, Samuel paso a la habitación de sus hijos, pues aunque estos estuvieran dormidos quería despedirse de ellos con un beso en la frente.
Sin embargo, al entrar a aquella habitación decorada con osos y dinosaurios de peluche, no pudo sentirse aún más culpable por el error que cometió.
"No pensar con la cabeza de abajo, anotado."
Se dijo así mismo en murmullos.
Se acercó a sus pequeños, escuchando como estos roncaban suavemente. Seguramente se quedaron hasta tarde esperándolo. Les dio un beso a cada uno en sus pequeñas cabecillas y se retiro.
Caminaba a su habitación con paso lento, Akira seguramente ya debe de estar dormida, así que no hay prisa.
Prestaba más atención a la pared del pasillo, la cual era ligeramente iluminada por la luz de la luna que entraba desde el gran ventanal, notando uno que otro cuadro de sus hijos y de él con Akira.
Hasta que llegó al final del pasillo, a mano derecha estaba la puerta a la habitación, y enfrente un marco enorme, con la foto del día de su boda.
Akira sonría de oreja a oreja, con ese vestido deslumbrante que solo la hacía verse más hermosa de lo que ya era.
Mientras por otra parte, Samuel parecía incómodo, o a lo mejor él lo nota solo porque sabe como se sentía ese día. Raro, como si no fuera él mismo, como si solo fuera lo que otros querían que fuera.
Dejo soltar un suspiro largo y pesado, antes de entrar a su habitación.
Efectivamente, Akira ya estaba dormida, o al menos lo parecía. No quería molestarla, así que haciendo la menor cantidad de ruido posible, se quito sus prendas, dejándolas en el cesto de la ropa sucia, poniéndose ahora su pijama a juego con la de su esposa.
Se sentó en la orilla de la cama, con las manos igualmente en la orilla. Su mirada en un punto fijo mientras recapitulaba todo lo que paso.
Intento cerrar sus ojos, en un vago intento de consuelo. Pero en cuanto sus párpados se cerraban, no podía recordar de nuevo esos ojos esmeraldas. Sin darse cuenta, sus labios formaron una sonrisa traviesas.
Paso uno de sus dedos por encima de sus labios, teniendo aun el vivido recuerdo de ese beso tan intenso que tuvo con un completo desconocido.
¿Cómo es que ese chico le produjo en segundos emociones que en años nunca sintió con Akira?
¿Por qué se dejó tentar por aquel castaño sin nombre?
¿Por qué su piernas eran tan largas?
¿O por qué su piel era tan suave?...
Su cabeza no dejaba de divagar en los momentos que paso al lado de aquel chico, recordando cada caricia, cada beso, o incluso imaginando escenarios que un hombre casado no debería pensar.
Algo comenzaba a apretar su entrepierna, haciendo que se asustara al instante y bajara la mirada, notando que su cuerpo lo había traicionado.
Tenía una erección.
Entro en pánico, un pánico silencioso. Akira dormida al lado y él con un problema que no tenía hace años. Ya no era un adolescente hormonal, ¿Cómo es que le había pasado eso?
Su rostro se había tornado rojizo y caliente. La tela de la ropa interior apretaba, y cuanto más tiempo pasaba, más lastimaba.
Sentía que en cuanto hiciera el más mínimo movimiento despertaría a la mujer, tal vez solo era su paranoia o que no pensaba claramente en esos momentos. No había otra opción.
Se acomodo de mejor manera en la orilla de la cama y mordió con suavidad la seda de la camisa de su pijama. Tiro ligeramente de los resortes de sus prendas inferiores, revelando así su lívido erecto.
Colocó su mano derecha en la base de su miembro, reaccionando con un escalofrío por todo su cuerpo, el choque de temperatura entre su mano fría y su falo tibio lo excitaba.
Comenzó a mover su mano de arriba a abajo con lentitud, ejerciendo una presión lo suficiente como para provocar placer.
Sus jadeos siendo ahogados por la suave tela de su camisa.
¿Por qué le provocaba tanta excitación el riesgo de ser atrapado?
¡¿Y por qué carajos no podía sacarse de la cabeza al chico del burdel?!
No podía dejar de pensar en esos labios carnosos, en ese discreto pero sensual tatuaje. En esa maldita voz que lo hacia sentir en las nubes. Y mierda esa forma de bailar en el tubo, provocando los más intensos deseos en su ser.
Conforme más recordaba más rápido era el movimiento de su mano, y la última imagen que paso por su cabeza antes de llegar al clímax, fue al castaño sonriendo con sus brazos detrás de la espalda.
Respiración agitada, cuerpo sudado, nervios al máximo, cabello alborotado. Y su mano sucia.
El frío de la habitación parecía no afectarle, pues su cuerpo mantenía todavía esa temperatura caliente.
Se levantó lo más rápido que pudo hasta al baño, intentando limpiar de sí mismo lo que acababa de hacer.
Después de lavarse al menos cinco veces las manos, terminó por echándose agua fría en la cara, viéndose directamente a los ojos frente al espejo.
— Se supone que ya no iba a usar la cabeza de abajo...
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.Así como duda personal, ¿Les gustaría que los capítulos fueran más largos?

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✞ 𝐔 𝐍 𝐇 𝐎 𝐋 𝐘 [𝑅𝑢𝑏𝑒𝑔𝑒𝑡𝑡𝑎] ✞
RomanceVegetta se ha casado con Akira, la cual de alguna manera terminó embarazada por "accidente". Años después, Willy organiza su despedida de soltero en un burdel popular que se encuentra a escondidas entre las calles de Karmaland. 🍒 Au Rubegetta basad...