Capitulo 1

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Un joven de 15 años iba caminando por el bosque, un adolescente de cabellos rubios ceniza, ojos color escarlata y piel bronceada ante la frecuencia con la su piel era expuesta al sol. Aquel joven era conocido con tener una actitud “explosiva” más bien mal humorada, sarcástica, y un raro sentido del humor.

Este adolescente es Katsuki Bakugo, un huérfano que vivía por su propia cuenta y se hospedaba en una cabaña vieja y abandonada por el medio del bosque. Tras la muerte de sus padres a tan solo 12 años decidió alejarse del pueblo y vivir sin escuchar todas sus criticas fuera de contexto y sin razón alguna.

Era una persona que vivía a base de la naturaleza, con sus propios cultivos y cazando conejos para comer, una que otra vez lograba cazar una presa grande, a pesar de solo 15 años y todo el esfuerzo que hacía, su fuerza no era mucha, preocuparse de su estado físico no era primordial para él.

Tenia como mascota un pequeño panda rojo que encontró a medio morir en sus primeras semanas de vivir en el bosque, aquel panda rojo lo llamo Kirishima Eijirou, así es, con nombre y apellido, a pesar de ponerle un nombre completo a la pequeña criatura, suele llamarlo mas por apodos como “pelo de mierda” o insultos hacia la torpeza y lo distraído que llega a ser el pequeño animal.

Katsuki vivía pacíficamente, aunque a veces el sentimiento de soledad se apoderaba de él y eso causaba noches de insomnio, Kirishima lo ayudaba a sobrellevar ese dolor, el cenizo nunca tubo muchos amigos, era hijo único al igual que sus padres, por lo cual no había tíos ni primos que lo ayudasen ¿Y sus abuelos? Ni siquiera los conocía, según sus padres habían muerto mucho antes de el naciera, estaba completa y absolutamente solo, alejado en extremo de alguna presencia humana.

Ahora mismo estaba buscando algún conejo para cenar, había decidido buscarlos en vez de tener los suyos propios, tras ver que al parecer el padre se comía a las crían que nacían, prefirió nunca mas tener sus propios conejos.

Llevaba rato buscando, los conejos eran hábiles para escapar mas al haber alguien que los case constantemente, busco en las madrigueras que estaban por ahí, no había nada, absolutamente nada.

— ¿¡Donde están los miserables conejos!? ¡Llevo una hora buscando y no hay una puta mierda por aquí! Espero que esos estúpidos aldeanos no los hayan cazados todos porque si no tendré que recurrir a otra cosa, y buscar a estas horas de la noche no me da buena espina – Decidió volver a la cabaña, quizá ese día solo haga una sopa básica de verduras, aunque le preocupaba mas Kirishima, a él no solía gustarle la sopa y tampoco lo llenaba lo suficiente, lo pensó un poco mas y se armo de valor a buscar mas lejos que de costumbre.

Agarro un palo que había cerca y trazaba una línea mientras caminaba para no perderse, lastima que no se daba cuenta que el viento movía la tierra y tapaba todo el camino que hiciera.

Pasaron otros 15 minutos caminando, cuando mas caminaba el bosque se hacia cada vez más oscuro, debía admitir que se sentía un poco asustado, pero no quería dejar a su pobre mascota con hambre.

— Maldito Kirishima, si me llega a pasar algo por buscarle de comer, se las vera conmigo por eso – en realidad nunca le haría daño al animal, era su único amigo y compañía, fue su compañero por tres años desde que perdió a sus padres, y el único que tenia mas humanidad que cualquier otra persona que hubiera conocido.

Ya estaba bastante lejos de casa, a punto de perderse en el bosque, el frio era cada vez mas fuerte y la luz era mínima, no solía traer alguna vela o linterna porque estaba acostumbrado al bosque y a sus caminos, pero había salido de su zona de confort, por lo cual, ahora mismo estaba en la nada prácticamente.

Cuando estaba a punto de darse la vuelta para regresar a su casa, una extraña melodía llamo su atención, parecían notas provenientes de una flauta, achico los ojos tratando de ver si había alguien.

A lo lejos, había una pequeña luz dorada, la curiosidad lo consumió en segundos, empezó a caminar despacio hacia donde venia la música, mientras caminaba escuchaba a pequeños animales correr rápido hacia la dirección de la melodía, aves, ardillas, incluso arañas y algunas tortugas del pequeño lago que había a unos metros de donde estaba.

Mientras más caminaba la música era mas fuerte, era una hermosa melodía, no era muy aguda, no había errores en las notas, era una melodía perfecta, armoniosa, una que se mezclaba con el viento y el baile de las hojas de los árboles.

A unos cuantos metros de llegar, logro ver a alguien, un chico quizá mayor que él, estaba sentado en una roca con las piernas cruzadas, movía sus dedos con gracia y belleza al tocar la flauta, varios animales, pequeños y grandes, depredadores y presas, de todo tipo hipnotizados por la música.

Miro a su alrededor y vio algo que tenían todos esos animales en común, los ojos, cada uno tenia ojos con un brillo dorado en ellos, un dorado parecido al de la flauta, una preciosa flauta había que decir, con pequeñas esmeraldas en sus huecos y pico con toques blancos.

Cuando aquel chico abrió los ojos, estos a diferencia de los animales, tenia ojos verdes brillantes, como el de las hojas cuando el sol se refleja en ellas, sus pupilas en vez de negras eran blancas, miro a todos los animales presentes, se paro en la roca en la que estaba sentado e hizo algo que nuestro joven de cabellos rubios no espero.

Empezó a bailar, tal cual bailarina de una caja musical, su cuerpo se movía hábilmente, de manera fluida y dejándose llevar por su propia melodía.

A los segundos, los animales hicieron lo mismo, movían sus patas, cola, cabezas y orejas mientras giraban en ronda.

Las aves giraban en el aire siguiendo la ronda, bailando con el viento y dejándose llevar.

Aquel rubio ceniza que decidió hace un rato esconderse entre algunos arbustos miraba todo impactado, en shock, no podía creer lo que veía,

Trataba de procesar lo que estaba viendo, pero a pesar de todo eso, también quedo hipnotizado, no por la música, sino por la belleza de la danza que hacia aquella persona, ese hermoso baile lo tenía con su mirada clavada en él, ese baile lo estaba teniendo tonto desde hace varios minutos.

Cuando trato de ver mas haya del chico, logro ver a varios conejos ahí, ahora había entendido el porque no estaban donde siempre, en vez de volver a ver el baile del desconocido, la indignación se apodero de él.

— ¡CON QUE ESTA ES LA CAUSA DE PORQUE ME RECORRI MEDIO BOSQUE BUSCANDO A LOS CONEJOS! ¡TU MALDITO CHICO FLAUTA! – ante el repentino grito del rubio, la música se detuvo de golpe, causando que los animales se desmayen de golpe.

Ante la impresión del chico flautista, se giro abruptamente hacia la dirección de Katsuki, haciendo que este quede otra vez impactado y hipnotizado en el chico.

Este tenia ojos grandes, nariz pequeña, pestañas largas, labios color cereza y cuatro pecas a cada lado de su rostro, un rostro que se veía delicado, de piel blanca y lisa, sin ninguna herida o tan solo una picadura de mosquito.

El fuerte viendo tiro su capucha hacia atrás mostrando su cabello, un revoltoso cabello de risos y rulos color verde oscuro con toques negros, con la luz de la luna, el viento moviendo aquel cabello, y la cara impactada del chico.

Katsuki si antes estaba hipnotizado por solo su baile, ahora estaba lo siguiente de hipnotizado, no podía decir palabra alguna, parecía que se había vuelto mudo de repente.

Aquel chico de cabello verde, de un solo movimiento cambio totalmente su melodía, esta iba rápido y era furiosa, el de ojos escarlata empezó a ver negro de repente cayendo desmayado al suelo al igual que los animales.

— Mierda…debo tener más cuidado la próxima vez – el misterioso chico volvió a tocar una melodía y con esta el viento se llevo a cada animal devuelta su hogar, dejando solamente al chico rubio desmayado – Tendré que llevarte, espero no peses mucho – cargo al chico en su espalda y se lo llevo.

El Flautista - Katsudeku/DekukatsuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora