Capítulo 10 FINAL

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Cansado y jadeante, preguntó en la recepción por María Fernández y su bebé. Antes de recibir respuesta, Gerardo Salgado se acercó a él presentándose rápidamente.

- Esteban, debes ser fuerte. La situación de ambos no es muy favorable.

Mientras Gerardo le explicaba el motivo por el lo que lo conocía, le confesó que apoyó en lo que pudo a María por sentir culpa al no lograr mantenerlos en un lugar seguro, antes de volver a ser capturado.

Antes de que Esteban pudiera expresar su agradecimiento, vió como de una sala sacaban sobre una camilla a María para trasladarla.


TRES AÑOS DESPUÉS

Los astros al fin se alinearon haciendo que el escenario estuviera puesto para el fin de una agonía.

Luego de esos años en exilio, Esteban Sanromán volvía a pisar el suelo que lo vió nacer. Su amada tierra, por la que tanto luchó se encontraba a un paso de volver a la ansiada democracia.

En esos años no perdió contacto con Gerardo, más bien su amistad se consolidó volviéndose cómplices.

Gerardo junto con poderosos aliados llegó con la pista de que en una comisaría un tanto alejada de la ciudad se encontraban unos archivos en dónde constaban todos los horribles crímenes cometidos.
Guardaban las pruebas para jactarse de sus actos, celebrando cada registro de personas que desaparecieron, a las que robaron tierras, mujeres y niños raptados, absolutamente todo lo que derrocaría al último de los países de América Latina que aún seguía bajo "las del Cóndor".

35 años de dictadura después, estaban a un solo paso.

Esteban fue el valiente, que junto a Leonel Ibáñez, un joven y recién egresado Juez consiguieron la orden para ingresar a la comisaría y revisar cada rincón.

Gerardo consiguió que un canal de televisión transmitiera el evento que marcaría historia sin duda.

Y allí frente a la entrada principal, ambos vestidos con traje y parados firmes, de manera imponente ingresaron al lugar.

El comisario a cargo temblaba de miedo, al incio resistió a dar paso, sin embargo ellos tenían el poder absoluto de ingresar a los archivos.

La puerta que bajo llave y candados escondía celosa la calamidad, fue derribada de unas cuantas patadas.

Y allí ubicado en orden alfabético, decenas de biblioratos con nombres y apellidos, apilados en la habitación.

De no creer, las cámaras que televisaban en aquel momento rompieron récord de audiencia.

El dictador fue derrotado.

Inmediatamente un comunicado salió de la presidencia, el dictador anunció su renuncia. Como una rata huyó temeroso de la justicia.

Los militares, policías y todos los que antes lo apoyaban se volvían en su contra en un golpe de estado, con on tal de salir librados de lo que se avecinaba.

Una lluvia cayó en la ciudad, el cielo comenzó a llorar. Lloraba de alegría, libertad y a la vez tristeza.

Lloró a cada una de las víctimas, a tantas familias destruidas, tantos niños que padecieron la furia de tiranos sin corazón, miles de inocentes que sus voces fueron calladas a la fuerza.

Las alas del cóndorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora