Capítulo 3

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¡Bonjour!

¡Buena lectura!

-Descansa mi amor -susurró a su oido- mañana será otro día.

Esteban la rodeó con sus brazos y de forma casi inmediata cayó rendido y profundamente dormido.

Sin embargo, María no pegó un ojo en toda la noche. En su cabeza rondaba una y otra vez la incertidumbre de que irrumpan en la casa y se vuelvan a llevar a su marido.
Aún no pudieron hablar del tema, pero ella ya sabía que él escapó. No había forma de que lo liberen, estaba segura.

Más de una vez intentó ponerse de pie esa noche y ninguna vez lo consiguió, Esteban la abrazaba tan fuerte, que por un momento temió morir asfixiada.

Entonces no le quedó de otra más que admirarlo en la penumbra, divisandólo con la luz de la luna que se colaba de entre las cortinas.
Sin darse cuenta soltó un pequeña risa que se fundió entre los ronquidos de su amado.

Solo Dios sabía con certeza cuánto se amaban este par.

A la mañana siguiente, María logró su cometido y escapó de los brazos de Esteban.
Preparó el desayuno, alimentó al perro y volvió a la habitación para despertarlo.

-Cariño, por favor -dijo mientras acariciaba sus cabello- tienes que levantarte a comer algo, luego puedes continuar descansando.

-No quiero...

-Hazlo por mí.

Ante esa petición, Esteban fue incapaz de negarse y con las pocas fuerzas que aún no lo abandonaban se incorporó lentamente.

-Por ti, todo lo que hago, lo hago por ti -confesó mientras se dirigían a la cocina.

- ¿Qué quieres desayunar? -preguntó mientras miraba los alimento en la mesa- hay fruta, tostadas, cociné unos huevos revueltos, café, jugo...

-¡Dios, cuánto extrañaba esto! -la interrumpió mientras se apresuraba a devorar todo a su pasó.

- Y yo como extrañaba tu apetito voraz -añadió sonriendo dulcemente- mi corazón casi no cabe en mi pecho por tanta alegría.

- No me gustaría arruinar nuestro reencuentro, querida -su mirada, que antes mostraba alegría, se tornó completamente oscura- van a buscarme, lo sabes. Ellos vendrán por mí y no sé cómo haremos para esconderme.

-Huyamos, Esteban -rogó tomando sus manos- por favor, ya no quiero que vuelvan a alejarte de mí. Ya no soportaría ese dolor, ya no correremos con la misma suerte.

-No podemos hacer eso, al menos no por ahora, querida -intentó calmarla acariciando su rostro- sería muy evidente que luego se la masacre y fuga de presos políticos que hubo anoche, tu intentaras alejarte del país.

-Aún no me has dicho, ¿Qué fue lo que pasó anoche?

-Ni yo mismo estoy seguro, fue todo tan rápido -al intentar recordar mejor, una punzada de dolor en la cabeza lo tomó desprevenido, provocando que de un salto se pusiera en pie.

-Tranquilo...

-Iban a torturarnos, María. Esos malditos ya nos advirtieron que se venía la "fiesta" esa noche. Ya estaban recorriendo los pasillos mientras se burlaban de nosotros.
Hasta que escuché unos gritos, a continuación siguieron unas balazos casi ensordecedores y el gas lacrimógeno que terminó haciéndome perder el conocimiento.
Cuando desperté tenía los ojos vendados y estaba atado de manos y pies, un hombre me llamó por mi nombre, me dijo que iba a dejarme cerca de caso y que sabía de nuestra lucha. Me advirtió que me escondiera y que pronto volverían por mi.

-No puede ser... -sus ojos se llenaron de lágrimas.

-Si esos hombres no aparecían, estoy seguro que anoche iba a morir. Mírame -extendió sus brazos- estoy casi derrotado.

-Oh, mi amor -se acercó y lo abrazó- eres fuerte, estás hecho se buena madera. Yo cuidaré de ti y ya verás como en poco tiempo volverás a ser el mismo.

-Dios lo quiera -dijo mientras la besaba suavemente- ahora tenemos que encontrar la forma de esconderme aquí y no levantar sospechas. Debes continuar como si nada hubiera pasado, lo más normal posible. Ellos intentarán intimidarte, me buscarán y en cuanto no me hallen van a darme por muerto, tu debes fingir que estás destrozada.

-No sé si podré...

-Si, vas a poder. Si en verdad me amas y quieres que permanezca a tu lado, vas a poder.

Continuará...

Las alas del cóndorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora