𝐒𝐢𝐞𝐭𝐞

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En camino a casa, Hyunjin no paraba de decirse miles de cosas por el rídiculo y la humillación que había pasado hace unos minutos atrás

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En camino a casa, Hyunjin no paraba de decirse miles de cosas por el rídiculo y la humillación que había pasado hace unos minutos atrás. Sumándole aquello, el estrés que cargaba si no llegaba a la mansión antes de las media noche, iba a estar muerto si no lo lograba.

—¡Estabas bailando con Lee Felix, Hyunjin! —gritó su mejor amigo emocionado, sin quitar la vista de la carretera.

—Corrección, hice el ridículo frente a Lee Felix —lo miró con vergüenza.

—Estaba coqueteando contigo, Hyunjin. ¿Es que acaso no lo notaste? —le cuestionó mirándolo por unos segundos.

—Porque es obvio que no tiene ni la remota idea de quién soy —le dijo con total obviedad —a-aunque, ¿crees que le haya gustado?.

Miró a su mejor amigo con una tímida sonrisa, Minho rió y asintió con energía, dándole la razón. Volvió a posar su mirada en el reloj y este mostraba las 11:57 p.m.

—Acelera, acelera —le gritó a su compañero, con evidente estrés.

Minho aceleró el auto y al cabo de dos minutos, ya estaba frente a la mansión de Im Nayeon, quien justamente iba llegando en su limosina. Hyunjin maldijo por dentro, mientras se bajaba del auto con rapidez, sin despedirse de su mejor amigo.

Se escondió detrás de los arbustos, escuchando la conversación de Nayeon. En un momento de distracción, corrió hacía dentro de la casa y justamente venían los tres chicos bajando las escaleras.

—Acaba de llegar, suban, suban —les dijo con el corazón a punto de salir. Los cuatro subieron las escaleras rápidamente y se adentraron a la habitación de la mayor —, escóndanse por allá.

Corrió a buscar una bata, para ocultar el traje que ocupaba su cuerpo y se sentó en la cama al mismo tiempo en que Nayeon abría la puerta. La mayor inspeccionó toda su habitación y luego miró a Hyunjin.

—Al parecer terminaste todo a tiempo —habló con sospecha, mientras caminaba hacía su cama —¿qué haces usando mi bata?.

—¿Estaba admirando la calidad? —respondió dudoso y con nervios.

Nayeon se sentó, agotada —Estoy harta de todo, de ti, de mi mala suerte... soy como tú ahora, una don nadie.

Hyunjin miraba a los lados, sin saber que decir y abrió la boca sorprendido cuando la cabeza de Nayeon cayó en su regazo, dormida y débil. Los chicos aprovecharon aquel momento para salir de la habitación corriendo.

 Los chicos aprovecharon aquel momento para salir de la habitación corriendo

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𝑪𝒊𝒏𝒅𝒆𝒓𝒆𝒍𝒍𝒂 𝑺𝒕𝒐𝒓𝒚 | 𝑳𝒊𝒙𝒋𝒊𝒏Donde viven las historias. Descúbrelo ahora