𝐔𝐧𝐨

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Hyunjin movía su cabeza al ritmo de la música, mientras pensaba profundamente acerca de que palabra caería con “sueño”, pero nada aparecía en su mente

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Hyunjin movía su cabeza al ritmo de la música, mientras pensaba profundamente acerca de que palabra caería con “sueño”, pero nada aparecía en su mente. Necesitaba terminar la canción que jamás sería escuchada, pero quería desahogarse. Y la única forma de hacerlo era componiendo pequeñas canciones. Recordó a su madre, Hwang Jihyo, a quien la vida le arrebató de sus brazos. Su fuente de inspiración se había ido hace tres años de su lado.

Se llevó el cuaderno hacia su pecho, abrazándolo, mientras peleaba con las lágrimas que urgían por salir. Se fuerte, Hyunjin, tú puedes. El grito de una mujer adulta lo distrajo, suspiró profundamente, sabía de quién era.

La encargada de él. Im Nayeon, la señora que lo crió desde que su madre falleció, la señora que no hacía más que darle órdenes y humillarlo frente a todos, junto a sus dos hijos, Changbin y Seungmin. Es como si estuviese viviendo la historia de Cenicienta, la madrasta y las malvadas hermanastras, con la diferencia de que no compartía sangre con ninguno, gracias a dios.

—¡Apúrate, Hwang, no tengo todo el día! —gritó enojada.

Hyunjin guardó rápidamente la libreta en su bolsa y corrió hacia donde Nayeon. Hizo una reverencia en modo de disculpa, provocando un bufido cansado por parte de la señora.

—¿Necesita algo, Nayeon~ssi? —preguntó cabizbajo, preparándose para la humillación.

—¿Por qué eres tan inútil? —suspiró frustrada —en fin, necesito que tires estos papeles a la basura, asegúrate de romperlos. Todos —enfatizó en la última palabra.

Hyunjin asintió y tomó el montón de papel con sus dos manos, dió la vuelta para escabullirse rápidamente de ahí, evitando las miradas de los demás empleados. Trabajar 24/7 en Twice Corporation, como el asistente de Im Nayeon, era un martirio, el infierno, pero todo por cumplir sus sueños. Ser el mejor cantante y compositor de todo el mundo, quería que sus letras fueran escuchadas y reconocidas, él quería ser el orgullo de su madre, cumplir el sueño que ella, lamentablemente, no pudo lograr.

Al salir afuera del lujoso edificio, se dirigió rápidamente hacia el pote de basura y empezó a romper cada hoja, como lo había ordenado la mayor. Al cabo de cinco minutos después, volvió a entrar al edificio, con gotas de sudor recorriendo su frente, hoy Seúl no estaba de buenas. Antes de entrar al ascensor, Hyunjin recibió un mensaje de texto de su jefa.

“Si terminaste, traéme una botella de agua mineral. Pero es para ya, así que apúrate”.

Rodó los ojos internamente y suspiró profundamente, entró y marcó el piso en donde se encontraban los snacks y las bebidas. Al llegar, se acercó al refrigerio, en busca de la bendita botella de agua. Alegrándose por haber encontrado una.

Y antes de que pudiese agarrarla, alguien fue más rápido que él. Cerró los ojos antes de voltearse para encarar a la persona, encontrándose con dos castaños, quienes lo miraban con burla.

𝑪𝒊𝒏𝒅𝒆𝒓𝒆𝒍𝒍𝒂 𝑺𝒕𝒐𝒓𝒚 | 𝑳𝒊𝒙𝒋𝒊𝒏Donde viven las historias. Descúbrelo ahora