CAPÍTULO 5

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Estaba sentada en la silla de Bruce cuando la puerta del despacho se abrió, dejando ver a mi esposo, siendo seguido por la tal Jennifer. Bruce no evitó sonreír al verme allí.

-Hola, Brucy-sonreí levantándome de la silla.

-Hola, amor. No te esperaba por aquí. ¿Ha pasado algo? -Comentó Bruce correspondiendo la sonrisa.

-Nada, amor. Pero ya no sabía qué más hacer y decidí venir a verte-respondí.

Desde mi lugar, podía ver la mala cara que tenía Jennifer. Pero, muy a mi pesar, era algo que debía aprender. No podía tener a todo el que quisiera para sí misma. Y menos aún, si se trata de un hombre casado.

-¿Segura? Sabes que no soy muy fan de las sorpresas-comentó Bruce tomando mis manos entre las suyas.

-Lo sé, amor. No era por un motivo sorpresa. Solo he venido a ver cómo le había ido a mi esposo en sus reuniones-afirmaba yo.

-Pues han ido de maravilla, gracias por preocuparte, cariño. Jennifer, ¿te importaría decirme que tenemos para mañana, por favor?-Decía Bruce cambiando de tema.

-Por supuesto, señor Wayne. Tenemos una junta de tres horas con los contadores de la empresa de Japón para mañana por la tarde. Y por la mañana, tenemos una junta con los inversionistas de otras tres empresas del país-respondió Jennifer.

-Bien, pues si no queda nada más por hacer hoy, me iré con mi hermosa esposa a mi casa. Nos vemos mañana, Jennifer-sonrió Bruce despidiéndose de su secretaria.

Me ofreció su brazo para que lo tomase, lo cual hice sin rechistar, y ambos salimos del despacho de mi esposo. Mientras caminábamos, pude sentir a Jennifer mandándome dagas con la mirada.

-Y dime, amor. ¿Tanto te has aburrido que has venido a verme al trabajo?-Volvió a decir Bruce.

-Sí, Bruce. ¿Acaso tengo que tener una excusa para venir a verte? Eres mi esposo y disfruto de tu compañía, cariño. Además, no es nada raro. Siempre lo he hecho-respondí.

-Sí, Hana, siempre lo has hecho. Pero no soy idiota, ¿sabes?-Decía Bruce.

-Nadie ha dicho que lo seas, Bruce-negué.

-Entonces, ¿qué ha sucedido con Jennifer?-Se interesó Bruce.

Y sí, una vez más, comprobaba que las noticias sobre nosotros vuelan como el viento.

-No ha pasado nada, amor. Solo una pequeña molestia. Nada grave. Ya se ha hablado y todo está olvidado-le resté importancia.

No quería darle la razón. Sabía que eso lo divertía sobremanera.

-No me digas. Entonces, ¿no estaba usted celosa, mi linda esposa? Porque he de decir que eso me honra, a veces. Aunque tampoco me agrada que sea usted demasiado celosa-opinaba Bruce con una sonrisa.

-¿Yo? ¿Celosa? ¿Por qué lo estaría? Te amo, Bruce. Eso es lo importante aquí. Eso y que sé que tú también me amas, ¿no?-Hablaba nerviosa.

-Hana Sallow, no tienes por qué estar celosa, mi amor. Sabes mis sentimientos hacia ti y nadie los va a cambiar. Pero, me extraña que no sepas que las noticias sobre nosotros vuelan-seguía Bruce.

Solo pude atinar a agachar levemente la cabeza.

-Hana, amor, está bien. Y ya sé que esas tampoco eran formas de tratar a mi esposa, por parte de una empleada. Mi amor, la voy a cambiar de puesto al final de semana, no tienes que ponerte celosa. Llevamos 10 años juntos, ¿recuerdas? Nuestros sentimientos no se van a ir de la noche a la mañana-habló Bruce suavemente, alzando mi barbilla levemente.

Mi primer amor.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora