Capítulo 2: La carta buscada

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Y llegó el momento esperado. Habían llegado a clase, y Yamaguchi sentía de nuevo como su corazón le jugaba malas pasadas caminando hacia su taquilla, al lado de la de su amigo. Sintió que debía esperar a abrir la suya después de que el otro lo hiciera, así que aunque había metido la llave, no la giró, si no que miro de reojo a su izquierda, tragando saliva. Tsukishima no abrió con mucho entusiasmo y tampoco notó precisamente al matojo de nervios que tenía a su lado, parecía más bien perezoso y sin muchas ganas de coger los libros de texto, o las cartas. Sin embargo, la abrió a pesar de todo. Tadashi sintió un escalofrío tormentoso cuando este lo hizo, pero disimuló el temblor como si solo fuese frío. Escuchó y vio la puerta de la taquilla abrirse lentamente. El chico de gafas cogió la montaña de cartas y las guardó en su mochila sin prestar mucha atención, lo que provocó un pequeño coreo de gritos emocionantes de las chicas de más atrás, que hizo que el rubio aclarara con un susurro que eran muy ruidosas. El peliverde notó que su carta había entrado en la mochila, y se tranquilizó tanto que de hecho por un momento quiso unirse al grupo de chicas, mezclarse y gritar de alegría también. Sin embargo, como aún no había abierto su taquilla y se había quedado totalmente paralizado con esa visión, su compañero notó que le pasaba algo.

“¿Yamaguchi? ¿Por qué no abres tu taquilla?” Preguntó Kei, inquisitivo, extrañado del comportamiento de su amigo por segunda vez, ya que también le había parecido extraño que fingiera estar dormido en la mañana.

“Ah, ¡solo me distraje viendo que el montón de cartas es incluso más grande hoy!” Exclamó el chico, bastante nervioso. “¡Supongo que todo el mundo sabe lo guay que eres, Tsukki! Me alegro mucho por ti.” Elogió, claramente tratando de disminuir el nivel de sospechas del mayor.

“No me digas que…” Empezó el otro, teniendo miedo Yamaguchi de haber sido descubierto después de todo lo que había pasado por la mañana para que la carta estuviera ahí. “… ¿tienes envidia?”

“¿Eh?”

Bueno, no era del todo una mentira, y lo cierto es que sí que lo había envidiado en numerosas ocasiones por su extraña popularidad entre las mujeres. Las pocas veces que alguien le había entregado una carta de amor, también era para Tsukki, y él solía quejarse de ello constantemente, así que no es de extrañar que su mejor amigo llegaría a esa conclusión. De alguna manera, no haber sido pillado le dio fuerzas para abrir su taquilla y estar mucho más calmado.

“Sí, la verdad. No entiendo cómo les puedes gustar tanto con lo malo que eres.” Hizo un puchero, aunque por dentro se preguntó cómo podría gustarle tanto el chico.

” Hizo un puchero, aunque por dentro se preguntó cómo podría gustarle tanto el chico

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La práctica de volley se le había alargado. No dejaba de mirar el reloj, deseando que el tiempo pasara un poco más rápido. Estaba bastante nervioso, así que todos sus saques estaban siendo parados por su habilidoso compañero Nishinoya, haciendo muecas divertidas cada vez que fallaba. Ni siquiera tenía un amuleto que le diera seguridad allí ahora que su cabeza siempre iba a parar a imaginar cómo Tsukki leía su carta. El recién nombrado, sin embargo, estaba teniendo, y eso que no solía ser común, un buen día parando los bloqueos de Hinata. Se burlaba del enano porque sus ataques rápidos de él y su colocador Kageyama estaban siendo leídos al fin por el proceso analítico de Tsukki. Que ya sabía cómo colocarse ante ellos. El rubio solo falló cuando estos probaban a hacer algo diferente, pero aún así se aseguraba de desviarlos al lugar de la cancha que él quería, poniendo un semblante confiado al comprobar que lo lograba y con una postura arrogante, soltaba sus comentarios hirientes de costumbre. Aunque Yamaguchi estaba bastante obsesionado con aquel Tsukki esforzándose y empapado en sudor, lo cierto es que no necesitaba escucharlo para decir que ahora estaba haciendo bromas de la altura de Hinata y de la realeza sarcástica de su armador. Por fin, la práctica terminó, y todos fueron a los vestuarios a cambiarse de ropa. En un momento dado, Tanaka chocó con Tsukishima, y notó que dentro de su bolsa había muchas cartas, lo cual lógicamente, hizo a Tanaka estallar.

De tu Crux (TsukiYama)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora