Explicación

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—Mañana por la mañana te explicaré todo, para que comprendas el por qué estos sucesos te están afectando de esta manera—.

Lander cerró la puerta de mi habitación, yo me encontraba en mi cama, sólo sentía un vacío enorme muy dentro de mí muy negro que poco a poco crecía y me envolvía por completo, nadie se daba cuenta de eso y yo no podía hacer nada para salir de ahí... o más bien no quería hacer nada.

El lugar estaba oscuro, levanté mi mano frente a mi cara pero ni siquiera la podía distinguir, de pronto apareció un destello blanco y todo se aclaró.

Mis padres estaban enfrente de mí, me miraban cálidamente, y sonreí ampliamente, pero de pronto aparecieron unos barrotes que me separaban de ellos, intenté buscar una salida, mis padres seguían en el mismo lugar sólo mirándome, de pronto me di cuenta que el espacio entre los barrotes era lo suficientemente amplio para que pudiera colarme, al salir de la jaula mis padres habían desaparecido y todo retornó a ser oscuro. Busqué en todas partes a mis padres hasta que sus siluetas aparecieron de espalda a mí, iban caminando y corrí para poder alcanzarlos pero de alguna manera parecía que no me movía de mi lugar, intenté gritarles pero no salía mi voz, grité y grité cada vez más fuerte pero no me escuchaban, poco a poco fui notando que me hundía en la oscuridad, mis padres ya no estaban, me encontraba sola luchando por salir de aquel hoyo, me faltaba el aire.

—¡NO!—

Mi propio grito me despertó, tenía mi brazo extendido hacia arriba, estaba sudando a mares y temblando de manera incontrolable.

—Tuviste una terrible pesadilla—.

Me incorporé inmediatamente, al pie de la cama se encontraba Kilian y se sentó en la base.

—¿Kilian?, ¿Qué haces aquí?—

—Disculpa si te alarmé, sólo vine a verte. Es solo que hace unas horas... no podía sólo dejarte así—.

—Está bien, yo me encuentro bien—.

—Sé que no lo estás, tendrías que asegurarte de que tu rostro diga lo mismo que tus labios—.

Bajé mi mirada y por un segundo mantuve mis ojos cerrados— Lo siento, es sólo que han pasado tantas cosas, pero aún asi sé que podré superar esto, estoy segura que puedo ser más fuerte de lo que pienso—.

—Y lo eres —aseguró—. Llegarán cosas más terribles, algunas... La mayoría no podrás soportarlas, podrías desear simplemente desaparecer, podrías desear no poder sentirlas —. De pronto paró de hablar.

Sabía que lo que decía era verdad, incluso lo que estoy sintiendo ahora es una pequeña parte de lo que tal vez podría llegar a sentir en un futuro bastante cercano.

—Pero —continuó—, te aseguro que estaré ahí, que no dejaré que te rindas, no te dejaré derrumbar—. Se sentó a mi lado y extendió su mano y con su pulgar acarició mi mejilla, movió mi rostro de forma que sólo viera sus ojos violeta—. No pienso abandonarte—.

Lentamente acercó sus labios a los míos, podía sentir su respiración, su nariz rozó la mía y de un momento a otro nuestros labios se encontraron, me recorrió una descarga eléctrica agradable, sentí cómo mis mejillas empezaban a arder y me sentí débil, como si estuviese flotando en una nuve en una corriente de aire en la cual no podía decidir a dónde ir, sólo me dejé llevar.

Interrumpió aquella sensación y abrí mis párpados, pude ver sus ojos muy cerca de mi, su mirada estaba sonriendo y luego besó mi frente.

—Será mejor que me vaya, necesitas descansar para recuperar un mejor ánimo—.

Cuando la luna se tiña de rojo (EDITANDO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora