Recuperación

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¿...Qué era aquello que se alcanzaba a escuchar?

Podía apreciar que era la voz de un hombre.

¿Estaba recitando un cántico?

¿Qué clase de idioma era aquel?, era algo irreconocible, nunca antes había escuchado un idioma como ese.

Entonces, un enorme dragón se alzó frente a nosotros, inclusive más grande que los trolls, su coronilla era imponente, y aquellas grandes alas negras cubrian casi el doble del campo en el que nos encontrábamos, su lengua la sacaba cada cierto tiempo, casi igual que una serpiente, aunque no completamente, estaba partida a la mitad. Sus escamas eran bastante hermosas ya que eran de un azul oscuro platinado y parecía como si tuviera ligeros toques de polvo de oro.

Al momento de concentrar fuego, en su cuello se podía apreciar como iba recorriendo su garganta de forma que sus escamas de esa zona se alzaban y dejaban ver, aún sin colarse un poco, las llamas que próximamente iba a soltar, y cuando lo hizo, por un momento creí que a donde apuntaba sus llamas iba dirigido hacia el lugar donde nos encontrábamos Cristian y yo, fue un alivio descubrir que no era así ya que sus llamas se estacionaron en los perros del infierno quienes inmediatamente empezaron a arder en aquellas llamas moradas. Los alaridos de los perros cesaron en segundos, los trolls empezaron a dirigirse hacia aquel dragón para derribarlo, satisfactoriamente sus esfuerzos fueron vanos ya que tan rápido como empezaron a atacarlo el dragón los incineró y aplastó con sus patas. Lentamente aquel fuego morado se fue extinguiendo.

—Espero que nosotros no seamos los siguientes —. Cristian no dejaba de mirar a dragón con cautela.

—Lo dudo —contesté.

—¿Por qué dices eso? —Ahora me veía con una ceja arriba.

—Creo que lo conozco—.

—¡¿Al dragón?! —cuestionó exaltado.

Moví mi cabeza de forma afirmativa. Me levanté de mi lugar y miré a aquel dragón de ojos dorados.

—¿Caleb?, ¿eres tú? —dije mientras me acercaba unos cuantos pasos hacia el dragón.

—Es él —me sorprendí al escuchar a tan familiar voz e inmediatamente di media vuelta y miré a Kilian quien estaba a un par de pasos detrás de Cristian—. Espero que estén bien—.

Me quedé petrificada por unos cuantos segundos y alcabo de evaluarlo de pies a cabeza por un breve momento, corrí hacia él y lo abracé con euforia. Lo miré a los ojos y sonreí.

Su voz era profunda—. Me alegra que te encuentres bien —arrugó su entrecejo—. Discúlpame,  llego tarde—.

Ladee mi cabeza—. No, llegas justo a tiempo—.

—Si bueno, yo me encuentro bien, gracias por su preocupación —. La voz de Cris se escuchó justo detrás de mí. Kilian y yo nos separamos inmediatamente y me di media vuelta para mirar a Cris quien aún seguía sentado en la nieve.

—Disculpa —. Mis mejillas se encendieron—, me olvidé de que aún no terminaba de curarte—,

Cristian aclaró su garganta— Está bien—.

—Creí que eras un guerrero habilidoso, que eras alguien difícil de derribar —Kilian miraba a Cristian con ojos burlones.

—Y así es, el hecho de que esté aquí tirado es un simple descanso a mi rodilla—.

—¿Te fracturaste al tropezar con una raíz de un árbol? —Kilian enarco una ceja.

—No sabía que tenías un lado tan cómico —sonrió Cristian con complicidad—. Sigue hablando un poco más,  no hay prisa—.

Cuando la luna se tiña de rojo (EDITANDO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora