♡ 00 ♡

73 7 0
                                    

     Había estado divagando en sus recuerdos buscando el momento en el que todo había dado un giro de 180°, en este lapso de tiempo había pensado, todas las noches largas lo único que hacía era intentar poner en orden sus ideas.

    ¿Desde cuándo?

     Oh claro, desde ese día se dio cuenta de que algo no andaba bien.

     Ahí estaba.

     Frente a él se encontraba postrado en una camilla el cuerpo de la mujer a la que le debía la vida.

     Vaya vida de mierda.

    Pero tampoco buscaba culparla, las circunstancias habían llevado a todos en el actual presente y él lo aceptaba.

     Era su turno de hacer guardia en el hospital donde se encontraba internada, eran casi las 3 de la mañana cuando empezó.

     Él había intentado dormir en la linda silla-cama que estaba en el establecimiento, sin embargo con las rondas de las enfermeras le había sido una tarea imposible cuando por tercera vez le pidieron plegar otra vez su silla para que pudieran pasar a tomarle la presión con una maquinaria especial, así que prefirió quedarse viendo su teléfono para no seguirles estorbando.

     De repente cuando la amable enfermera llegó por cuarta vez a tomarle la presión su cara de preocupación fue la primer señal, pasar al brazo opuesto y continuar con las piernas sin una señal de los signos vitales hizo que la pobre enfermera fuera en busca de alguien más.

     Prefirió levantarse del asiento y ver a su madre quien se veía debilitada pero no era nada nuevo, las últimas semanas ese había sido su aspecto así que hasta podría decir que era normal, ella volteo a verlo pero como era de esperarse era una mirada vacía, vacía de cualquier sentimiento o de vida en realidad.

-Estoy cansada Donghyuck.

    Los parpados de su madre se veían pesados, como si en cualquier momento fuese a quedarse dormida, como si llevase días sin dormir cuando lo que más hacía en el día era eso. Dormir. Dormir para despertar de golpe porque el dolor que tenía la sobrellevaba de una manera intensa que la hacía querer llorar.

    No.

     El dolor la hacía llorar.

    Así que ante lo dicho sólo asintió.  Porque no podía hacer nada más.

      Poco después de manera apresurada llegó la misma enfermera con lo que tenía entendido era la jefa de enfermeras y otros más con otra maquina para ver si el problemas era eso y no su madre.

     Empezaron a hacer preguntas al azar como '¿qué día es hoy señora Lee?', '¿cuál es su edad?', '¿en dónde estamos?', '¿puede mantenerse despierta?'

     Un cuestionario que tendían a hacer desde que había llegado hace dos días, preguntas que su madre estaba cansada de contestar porque cada especialista que iba le preguntaba lo mismo.

       Fue alejándose poco a poco hasta quedar en la esquina de la habitación para no obstruir el paso mientras los enfermeros iban y venían con jeringas que ponían mediante la intravenosa y la amable chica que de la forma más rápida que pudo detuvo el proceso de la máquina de diálisis conectada a su madre para removerla y tener más espacio libre.

    Todo era un caos.

     Sin embargo al final de unos minutos (que parecieron más largos de lo que en realidad fueron) lograron estabilizarla y tomarle correctamente la presión, aunque después de todo su madre volvió a dormirse  ya que todos los medicamentos que le habían puesto surtieron efecto y de forma delicada la misma chica volvió a activar la máquina de diálisis a su madre.

       Él no volvió a dormir solo se quedó ahí sentado viendo como ahora cada 20 minutos iban a checarla, esperando a que llegasen a relevarlo en la tarde.

    Sin embargo, realmente estaba harto.

TOO GOOD AT GOODBYESDonde viven las historias. Descúbrelo ahora