༺♱ 𝑷𝑨𝑹𝑻𝑬 𝐈 ♱༻

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Jason West.


El intenso sol de la mañana hacía brillar la pintura de los autos aparcados en el nuevo infierno que amenazaba con arruinar su vida. Los pájaros cantaban como en el más radiante de los días, su melodía opacada solo por el bullicio de los estudiantes. Rostros desconocidos y pasos apresurados eran el único panorama que reconocía. Jason buscaba un rostro familiar entre la multitud, pero terminó perdido entre los pasillos. Le hubiera gustado preguntar al grupo que conversaba a su derecha, pero admitir no haber prestado atención a las instrucciones previas le resultaba vergonzoso.

Observó con disimulo a los estudiantes. No le daban buena espina en lo más mínimo; eran justo como había imaginado: unos pijos engreídos. Pero al final del día, no los juzgaba. Después de todo, él también había entrado a esta universidad por un nombre, no era mejor que ellos. Reconocía algunos rostros de las redes sociales o de los círculos elitistas en los que le tocó integrarse alguna vez.

Estaba seguro de algo: no sabía si quería mezclarse. Preferiría encontrar a sus amigos y esfumarse, cosa que claramente no podía hacer, pues estaban a miles de kilómetros de distancia. Tras no encontrar el rostro amargado de algún profesor, decidió hablarle a un chico rubio que le echaba un vistazo a sus libros.

—Hola, disculpa, ¿dónde queda Derecho? —preguntó.

—Justo al lado —indicó el chico con su brazo hacia otro edificio exactamente igual.

Había un pequeño pasillo que dividía ambos edificios y apenas se notaba dónde comenzaba uno y terminaba el otro.

—Gracias.

Jason hizo un sonido de queja y avanzó. Apartó unos mechones negros de su rostro  y sus ojos escanearon el lugar, especialmente a la gente.

"Eres un West", se recordó a sí mismo.

Podía lidiar con la incomodidad de ser el nuevo otro año más, pensó sin preocuparse, hasta que al llegar todos hablaban con la confianza de íntimos amigos. Claramente él era la pieza sobrante, sin mencionar que odiaba la carrera. ¿Quién ha visto un abogado tatuado? Él, al menos, nunca. Su padre era un abogado muy conocido y su hermana iba por el mismo camino; su madre y su hermano mayor, fiscales. De más estaba decir que sus padres le habían obligado a cursarla, cuando su sueño era ser arquitecto. Nada que ver.

El salón se había llenado de un momento a otro y todo el mundo había elegido un asiento y un compañero. Negándose a verse como un inadaptado, se dispuso a presentarse y sentarse con alguien. Una chica morena estaba sola, pero justo cuando quiso aproximarse, colocó su ordenador a su lado, dejando claro que no quería ser molestada. Entonces fijó su vista en un joven de melena castaña, sentado solo junto a la ventana, sin prestar atención al mundo. Notó que tenía rasgos orientales, su piel era de un agradable tono aceitunado. Incluso de perfil, Jason podía adivinar que era atractivo. Su atuendo era informal pero elegante, fácilmente podía deberse a quien lo llevaba, diferente al estilo más alternativo de Jason, que se adivinaba aún bajo su cabello recogido y tatuajes

—Hola... ¿te molesta si me siento? —preguntó, nervioso.

El joven solo hizo un ademán, indicándole que se sentara. Su mano izquierda temblaba, y colocó la otra encima para disimularlo delante de Jason, aunque él lo había notado.

"¿Tendrá Parkinson, tan joven?", fue lo que se le ocurrió.

—Me llamo Jason, Jason West—se presentó, ofreciendo su mano a ser estrechada.

𝗘𝗟𝗜𝗧𝗘 𝗖𝗥𝗜𝗠𝗜𝗡𝗔𝗟 ||©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora