Capítulo cuatro

146 16 2
                                    


El norcoreano estaba sentado al lado del surcoreano, quien estaba recostado en el respaldo del sofá. Ambos estaban viendo un dorama que el menor había elegido para que viera el mayor.

Hacía frío, a pesar de que estuvieran tomando chocolate caliente, a pesar de que estuvieran arropados con una sábana muy suave y a pesar de estar tan juntos, aún se sentía el frío del invierno. Por lo que Corea del Norte cerró todas las ventanas y luego abrazó a Sur para mantenerse caliente.

—No lo malinterpretes, te lo pido.

—Está bien, así se siente menos frío. —Sonrió mientras correspondía el abrazo.

—Oye Sur, hay algo que no me queda claro del dorama.

El chico de blanco volteó a ver al de azul confundido, ya que, según él, no le estaba prestando mucha atención al K-drama.

—Ese modelo es bueno o malo. —Señaló con el dedo al chico del programa.

—Es malo, pero ella no lo sabe —susurró como si hubiera alguien más en la habitación.

Corea del Norte asintió con la cabeza sin quitarle la vista a la televisión.

—Aunque al final se queda con éste de acá. —También señaló la pantalla.

—Lo sé, pero igual está bastante interesante.

Luego de unas horas, se terminaron el dorama y ya sin más que hacer, el norcoreano se dejó caer en la cama, sin embargo, Sur miró y sonrió pícaramente al otro coreano y con malicia se acercó lentamente. Al estar lo suficientemente cerca, tomó una almohada y le pegó en la cara.

—Corea... Acabas de...

—Sí, te acabo de pegar con una almohada. —Asintió varias veces con la cabeza y se alejó para que no le pegará.

—Estás muerto. —Tomó otra almohada, que era más grande que la de Sur y, se le tiró encima al chico, a quien comenzó a golpear repetidamente con la almohada, pero sin lastimarlo.

El menor gritaba de alegría mientras trataba —inútilmente— de protegerse de los golpes; en cambio, el norcoreano reía escandalosamente porque iba ganando en la pequeña guerra de almohadas.

—¡Admite que gane! —gritó sin dejar de pegarle.

—¡No! ¡El que gano, fui yo! —Lo tiró y ahora él era quien estaba encima—. Soy el mejor.

Luego de eso, el norcoreano estiró el brazo para agarrar la almohada que seguía en la cama y así defenderse, y sí lo logro, por lo que, le pegó en la cabeza con ésta misma y luego se volvió a subir encima del chico.

—Todos sabemos que siempre ganaré yo.

—Por supuesto que sí —Soltó la almohada, en símbolo de rendición—, y por eso estoy tan orgulloso de que seas tú la persona a la que amo —añadió en voz baja.

—¿Qué dijiste? No te oí.

—Alabado sea Corea del Norte —repitió varias veces.

—Así se hace esclavo. —Se paró y luego se subió a la cama—. ¡Alábame esclavo!

El surcoreano felizmente fue hacia la cama y empezó a alabar al chico de azul con la estrella, mientras que éste reía por la glorificación del menor.

—Chicos, vamos a ir a escalar una montaña... —ONU, al abrir la puerta y encontrarse tal escena, cerró la puerta en silencio, dejando a esos dos hermanos con sus locuras.

Los dos chicos siguieron jugando toda la tarde hasta que por el cansancio se quedaron dormidos en el suelo, pero Sur cubrió con la sabana al mayor y le dio un pequeño beso en la frente y luego, se acostó al lado derecho y a los segundos, se quedó dormido.

"Entrando en tu corazón"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora