Todos habían salido afuera para ver las estrellas, tomaban chocolate caliente y acompañados de una fogata que contrarrestaba el frío de la noche, el cual venía consigo una brisa que les causaba escalofríos a los países de zonas cálidas, en cambio, a lo demás les era común, así que se sentían como en casa por el clima.
Italia les propuso la idea de observar las estrellas y, con México tocando la guitarra, se dispuso a cantar en su idioma que, aunque pocos de los presentes le entendieran, sonaba linda, el ritmo lento y con ese acento tan marcado, lo hacían parecer una canción romántica.
Sur y Norte estaban algo lejos de los demás, tomaban chocolate con malvaviscos dedicándose sonrisas y miradas de reojo de vez en cuando, ambos estaban felices de pasar los últimos días juntos, en menos de una semana se tendrían que ir a Sofía, Bulgaria, por decisión de la ONU.
—¿Qué harás allá? —preguntó el menor sin dejar de ver el cielo estrellado.
—No lo había pensado, quizá nada. —El norcoreano volteó a su izquierda, viendo como China y Japón le hacían señas para que continuara, cosa que lo puso nervioso—. ¿Tú tienes algo planeado?
—Nunca he estado en Bulgaria, solo en Japón... ¿Y si me pierdo? —dijo asustado.
—Imposible, yo te buscaría por todos lados hasta hallarte. —Sentía como sus mejillas empezaron a arder por el rubor que se empezó a formar por lo anteriormente dicho.
Sur no respondió. La conversación se quedó atascada, ya no había nada más que decir, en los meses que paso en Corea del Sur le contó a su hermano todo lo que vivió luego de la guerra, como fue estar bajo el yugo de URSS y como lamentaba haberse alejado de él. Por otra parte, el surcoreano estaba igual, ya no tenía más temas que tocar... ¿Hablarle de sus bandas? Ya lo sabía. ¿Su relación con Japón? Eran mejores amigos y aunque a Norte no le agradase, ya le había contado todo sobre eso. ¿El cómo estaba triste de dejar su país? Era obvio.
Corea del Norte estaba pensando la forma de declararse, miles de ideas, millones de posibilidades, soltaba suspiros cada que le venía una nueva y terminaba descartándola por pura lógica; desde hacerlo en alguna playa, quizá al momento de ir a dormir o en Bulgaria, mas todas terminaban desechadas por las mismas preguntas... ¿Y si dice no? ¿Y si arruino la buena relación de hermanos que nos costó volver a armar?
—Parece que no lo dirás tú... Así que lo diré yo. —El surcoreano se levantó del césped, llamando la atención del mayor, tomando fuerzas, lo miró a los ojos—. Norte, me gustas.
Eso. Eso es lo único que necesitaba el norcoreano para que pudiera reaccionar y salir de su trance, sintió una gran liberación al oírlo, ahora sabía que sus sentimientos eran correspondidos, ya no le daba miedo gritarlo a los cuatro vientos y admitir que lo amaba y se lo hizo saber al peliblanco.
—A mí también me gustas —Tomó sus manos y se levantó del suelo—, siempre ha sido así.
Corea del Sur sonrió bajando su mirada, sentía muchos nervios, se rio por lo mismo, no sabía cómo reaccionar en ese momento, pero sí que sabía lo rojo que estaba, seguramente se miraba igual a URSS o a China. Norte buscó su mirada y tomando sus mejillas entre sus manos, lo acercó hasta besarlo. Era algo sin prisa, sin lujuria, era dulce y cálido, rebosaba de amor y luego de separarse, se abrazaron sin mirarse las caras, sin embargo, no era necesario, ambos estaban consientes de como estaban, a pesar de estar a la vista de todos, se sentía íntimo, como si solo fueran ellos dos en medio de la nada.
El norcoreano, al abrir sus ojos y levantar la mirada, vio como una estrella fugaz paso recorriendo el despejado cielo azul, casi como si lo hubiese deseado, agradeció en voz baja y volvió a cerrar sus ojos y a esconder su rostro en el hombro del contrario.
Nota de autor: Perdón por la inactividad de esta historia, no tenía inspiración para continuarla y tampoco quería abandonarla, aparte de que este capítulo es el que más borradores ha tenido, así que espero que haya quedado bien, sin más, adiós y gracias por leerla.
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"Entrando en tu corazón"
Ficción históricaEs tan lindo tener a alguien que esté a tu lado, aunque sea viendo su celular, pero está ahí, contigo. Al igual que te inviten a comer algo, que después te toca pagar a ti, pero igual te invito. Como también cuando vayas caminando por la calle y jus...