Capítulo tres

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Era invierno, todos estaban jugando, corriendo, hablando o discutiendo, pero felices. Las dos coreas estaban con sus respectivos bandos, Sur con USA y Norte con URSS, el problema era que cada líder fue a ver a alguien más, entonces los chicos se quedaron solos.

—Hola Norte, pensé que estarías con URSS. —Saludó con la mano feliz después de inclinarse.

—Estaba, pero luego llego él. —Señaló a Third, quien estaba charlando con el ruso.

—Qué mal, a mí me paso algo similar. —Volteó a ver a USA, quien estaba discutiendo con Rusia.

—Ambos son una mierda. —Se dejó caer en la nieve con una expresión enojada.

—Vamos, no es tan malo. —Hizo lo mismo que el norcoreano, pero con una gran sonrisa.

Ambos coreanos se quedaron acostados en la nieve, mirando el cielo, se contaron experiencias e historias y sin notarlo, poco a poco los demás se empezaban a ir, ahora definitivamente estaban solamente ellos dos.

—Y así es como conocí a Big Hit Entertainment. —Corea del Sur estaba sentado al lado del contrario.

—Impresionante, parece mentira. —Se acomodó el suéter.

El surcoreano miró al otro muchacho y luego al frente, visualizando a lo lejos una flor que no dudo en ir a cortar, después de hacerlo, regreso y se la dio al norcoreano como una ofrenda de amistad.

—Vaya, una rosa en invierno. —Miraba de varios ángulos la linda rosa pálida.

—Lo sé, es bellísima, como tú —dijo quitando su vista de la flor y pasándola hacia su hermano.

Corea del Norte se sorprendió por el comentario y con un pequeño rubor en sus mejillas empezó a acercarse al opuesto lentamente, sin embargo, cuando ya estaban a centímetros de besarse, únicamente se abrazaron.

—Te extrañé, de verdad que sí. —Lo abrazó con más fuerza—. Perdón por provocar una guerra, fui un completo idiota, hasta ahora me doy cuenta.

—Tranquilo, yo te perdoné hace mucho —Correspondió al abrazo—, pero igual te extrañé.

Se oyeron unos cuantos sollozos, mas no eran del menor, sino del mayor, quien lloraba sin dejar el abrazo.

—Corea, ¿estás llorando? —preguntó sorprendido por la reacción del contrario.

—No, nada más me entro polen en la nariz y estoy evitando estornudar. —Se limpió las lágrimas con la manga del suéter.

—Está bien, no le diré a nadie. —Acarició su cabello sin soltarlo—. Te quiero mucho.

—Igualmente, Sur.

Los coreanos siguieron abrazados por unos minutos hasta que los interrumpieron algunos gritos que provenían de la cabaña en la que todos se hospedaban y, agarrados de la mano, fueron a ver que sucedía. Al llegar se encontraron con la escena de Italia peleando porque le habían puesto piña a la pizza, cosa que causo gracia al norcoreano, que no dejaba de reír por la imagen de los «adultos» discutiendo, aunque cuando se calmó, le dijo:

—Voy a mi habitación a descansar, hay me guardas un trozo de pizza, buenas noches. —Con una sonrisa sincera, se despidió Corea del Norte de su hermano y se fue a su alcoba.

—¿Puedo preguntar qué hacías con el comunista? —preguntó enojado USA.

—Nada, solamente hablando. Yo iré a afuera un momento, ya regreso. —Trato de decirlo con un tono suave para que no se notará tanto su descontento por la pregunta.

Corea del Sur, salió de la cabaña con un rubor en sus mejillas y con la rosa en sus manos, comenzó a arrancar, una por una, los pétalos de la rosa mientras decía la famosa frase «sí me ama, no me ama». Siguió cortándolos hasta que quedaron dos y por suerte, salió que sí. Lo que, en consecuencia, hizo que, de la felicidad que sintió, abrazará a la rosa y saltará de la emoción, para que ya después de calmarse, regresará a la cabaña e intentará que nadie se comiera la pizza de Norte, sin embargo, falló en el proceso, así que guardó la suya para dársela cuando despertará.

"Entrando en tu corazón"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora