La Sombra de la Pasión.

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Introducción

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Asintió ante las palabras de su madre, Alicent. Realmente no sabiendo que le estaba contando. Aquel cienpies que permanecía quieto en mano era más interesante para ella. Él no la molestaba y no la tocaba sin necesidad.

"Helaena, por favor, escúchame esta vez atentamente."

La súplica de su madre hizo que subiera la mirada hacia ella unos segundos.

"Sabes que ya eres toda una mujercita y debes casarte para tener hijos cuanto antes. Ya he hablado con tu hermano y solo tendrás que hacer tus obligaciones hasta que quedes embarazada."

No mostró su reacción ante ella, sin embargo dejó al cienpies en su sitio y se levantó dejando a su madre sentada en las escaleras de su habitación.

"Será mejor que hable yo con él."

Se dirigió a la habitación de Aegon, la cual estaba muy cerca de la de ella y se detuvo antes de entrar al escuchar dos voces desde fuera.

"Es nuestra hermana, tu futura reina."

"¿Y qué? Es una idiota, solo habla con sus insectos porque son los únicos que la escuchan. Además, no sabría darle placer ni a uno de ellos."

"Eso no importa, es de nuestra sangre y debemos mantenerla limpia y pura. Vuestros hijos serán de la sangre de Valirya."

"Si tanto la defiendes, ve y cásate tú con ella."

"Lo haría, si tan solo madre nos hubiera prometido a nosotros."

Helaena se apartó de la puerta y se dio la vuelta dispuesta a marcharse. Vio a su abuelo pero no le dirigió la palabra, sin mirarle, dispuesta a encerrarse en su habitación.

Cerró la puerta de un portazo y volvió a coger sus insectos.

"¿Qué se cree? Ni que él fuera el príncipe más apuesto de la fortaleza."

Se quejó ante su cienpies.
A su mente le vino el rostro de su hermano pequeño y las palabras que había usado para defenderla. En ningún momento realmente la había defendido, él solo hablaba de obligaciones y aunque hacía tiempo ella se había rendido y no pensaba en casarse por amor, le costaba procesar que ninguno de sus hermanos, que habían sido siempre los dos candidatos para ella, no la apreciarán ni desearan a parte de aquel absurdo sentido del deber.

Una de las sirvientas entró para cambiarle las sábanas. Helaena la observó detenidamente, era una de las sirvientas a las que su hermano se había tirado mirando horas y diciéndole cosas lascivas.

Se acercó a ella por detrás y cuando ella se giró se asustó llevándose una mano al pecho.

"¡Princesa!" -tiró las sábanas que había quitado y se agachó para cogerlas.- "oh dios, lo siento mucho."

"Déjalo, no pasa nada." -se agachó junto a ella para ayudarla a recogerlas.- "Tu nombre era Marce, ¿verdad?"

Se levantó haciendo que ella la siguiera y se sentó en la silla de su mesa de comer, señalándole la silla de al lado.

"Dime, Marce. ¿Has estado alguna vez... quiero decir... tú has yacido con un hombre?" -sus palabras se travaron no sabiendo formular la pregunta pero al final lo consiguió.-

"Si, princesa."

"Y, ¿cómo es estar con uno?"

Cuando ella le respondió, se vio capaz de hacerle más preguntas sin avergonzarse.

"¿Con un hombre?"

Helaena asintió.

"Es rudo, y rápido."

"¿Rudo?" -preguntó asustada.-

"Si, pero es algo que al final te termina gustando. Es algo raro y yo no sé explicarme con palabras. Lo siento, princesa."

"Pero, ¿cómo es? ¿qué es lo que hacen?"

Marce se movió incómoda mirando hacia la puerta.

"La reina ya debe haberle hablado de eso."

Helaena negó con la cabeza.

"Y-yo puedo traerle un libro. Me lo regaló mi esposo cuando apenas nos prometimos."

"¿Ese libro te lo explica?"

La sirvienta asintió con la cabeza.

"Y no solo eso, te lo muestra con algunos dibujos gráficos."

"¿Dibujos? ¿Cómo que?"

Marce se levantó rápidamente.

"No se preocupe, princesa. Se lo traeré si me lo pide pero debe esconderlo y que no lo vea la reina."

Helaena asintió con la cabeza viéndola marchar. Seguía con aquella duda en su cabeza. Entendía como se hacían los niños, según su madre su único deber era permanecer quieta mientras ellos hacían el resto pero entonces, ¿qué dibujos habría en aquel libro?

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Historia de mi autoría, basada en personajes de Fuego y Sangre de George RR Martin. ¡No se permite su copia y/o adaptación!

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