Capítulo 1

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La fría noche había caído ya y la oscura zona era iluminada por coloridas luces provenientes de los callejones, aquellos que las familias evitaban durante el día y los jóvenes frecuentaban por la noche; y es que tan pronto como el sol comenzaba a caer, las rojas luces de neón de clubs nocturnos y el potente olor del alcohol, transformaban el lugar en un mundo completamente diferente, uno tan peligroso como excitante.

El lugar era protagonista de historias que la ciudad optaba por ignorar, peleas clandestinas, trabajadores sexuales, pasados oscuros. Para mí, esta realidad había sido parte de mi vida desde el día en que llegué a este mundo. No conocía la vida fuera de ese lugar y estaba bien con eso, pues sabía muy bien que personas como yo no eran bienvenidas en ningún otro sitio; sin embargo, esto no cambiaba el hecho de que cada día implicaba un nuevo desafío y mi vida podría reducirse a una sóla palabra: sobrevivir.

Esa noche comenzó como cualquier otra, mi espalda reposaba en las viejas paredes fuera de un concurrido bar y la fuerte música sonando dentro del mismo hacía vibrar mi cuerpo. Mis ojos descansaron por un momento, entrecerrándose para mirar hacia el cielo mientras exhalaba el humo de mi tercer cigarrillo de la noche, cuando un silbido proveniente de un lujoso auto oscuro llamó mi atención. Un profundo suspiro escapó de mis labios y procedí a forzar una gran sonrisa, acercándome al vehículo luego de arrojar al suelo mi cigarrillo.

La noche había comenzado.

—¿Cómo estás, lindura? —preguntó el chico tras el volante, quien a juzgar por el olor a alcohol en su aliento, no debería estar conduciendo.

—¿Vienes a divertirte? —reposé mis brazos sobre la puerta del vehículo de forma seductora, pudiendo ver claramente el rostro del muchacho. Su corto cabello castaño se encontraba perfectamente arreglado hacia atrás y, aunque no había tenido la oportunidad de verlo antes, podía decir por su apariencia que era un hombre adinerado.

El chico asintió y elevó su mano, sosteniendo varios billetes.

—¿Qué puedes ofrecerme, dulzura? —dijo alzando las cejas.

—Tienes una hora —mi mano se deslizó por su pecho—, puedes pedir lo que quieras.

Me indicó que subiese al auto y así lo hice, posando una de mis manos sobre su pierna, subiendo lentamente sin romper el contacto visual.

—Parece ser tu primera vez aquí, ¿me dejarás conocer tu nombre? —pregunté.

—Soy Mark, yo... —no logró terminar la frase, ya que mi mano subió hasta su entrepierna, presionando su miembro.

—Mark... —susurré, acercándome a su oído—, la pasaremos bien esta noche.

—Espera, espera —su nerviosismo me llevó a estar más seguro aún de que no había estado en un lugar como este antes—. ¿Está bien si aparco mi auto en otro lugar? No quisiera que alguien lo viese cerca de aquí... Tú entiendes.

La idea de alejarme de aquí nunca era de mi agrado, sin embargo, necesitaba cada billete que me fuese posible conseguir, así que no solía negarme a hacerlo.

—Claro, sólo asegúrate de dejarme aquí una vez que terminemos, por favor —contesté, diciéndome a mí mismo que todo estaría bien.

Poco después, llegamos a una calle algo desolada y tan pronto como las luces de su auto se apagaron, su cuerpo se encontraba sobre el mío, besando mi cuello mientras se deshacía de sus pantalones con rapidez. Desabroché su camisa para besar su pecho y permití que me quitara la sudadera, sus manos ásperas se paseaban por mi cuerpo con total libertad y llegaban a hacerme daño. Mis ojos se mantuvieron cerrados, intentando sentir algo de placer para distraerme del dolor.

DISTRITO 21 | BibleBuildDonde viven las historias. Descúbrelo ahora