Capítulo 7

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BUILD

Para la mañana del lunes mi cuerpo había ganado algo de fuerzas y me encontraba de camino al mercado con Tong, quien se había ofrecido a comprar algunas cosas que pudiese necesitar, ya que mi semana había sido bastante difícil. Además, él llevaba días repitiendo que nos debíamos una charla.

No tardamos mucho en llegar al callejón, el cual abarcaba unas dos cuadras de puestos de comida, frutas y verduras, ropa de segunda mano y algún que otro puesto de artesanías; entre nuestras compras pedimos algunas brochetas de carne de cerdo y nos alejamos un poco de la multitud.

Tu apetito ya ha vuelto a la normalidad, ¿huh? —Tong sonrió al verme disfrutar de la comida—. No me gusta verte tan mal, mantente fuerte, ¿sí? Toma un descanso si lo necesitas.

Tú sabes que prefiero trabajar, estar tranquilo. Es este descanso forzado lo que ha estado volviéndome loco —contesté.

—¿Me dirás qué es lo que está pasando?

—No debería, seguro me regañarás —reí, llevando mi mirada al suelo.

—¿Por qué lo haría? No soy tu mamá —bromeó, y se creó una larga e incómoda pausa—. Dios mío, esa no fue la mejor expresión que pude haber usado.

—Descuida. Es sólo que... Tú me lo advertiste —me sentí algo tonto.

—¿De qué hablas?

—Dijiste que no debemos confiar en nadie, o podrían hacernos daño; pues, creo que me dejé llevar.

—Espera, ¿se trata del chico que ha estado viniendo a verte? —Tong esperó a que asintiera para continuar—. Yo me refería a los clientes, Build. Desafortunadamente, nunca estarás seguro en sus manos; pero nunca hablé de las relaciones, de hecho, sin confianza es imposible construir un vínculo sano.

—Es algo difícil, él tampoco confía en mí.

—La confianza se gana, debe haber comunicación entre ustedes. Pero escucha, si te ha hecho sufrir y aún quieres estar a su lado, ¡quiero verlo caminar de rodillas hasta ti antes de que le permitas ser parte de tu vida!

Reí, negando con la cabeza.

—Tú vales mucho, ¿me has escuchado? Si un idiota quiere ganarse tu corazón, asegúrate de dejarle saber que no eres la perra de nadie.

—Lo intentaré —sonreí.

Continuamos con la charla de camino a casa, hasta que mi teléfono comenzó a sonar.

—¿Hola?

Hola, ¿cómo has estado? Soy Annie, del hospital, ¿me recuerdas?

—¡Ohh, claro! Estoy mejor, gracias por preguntar.

—¿Quién es?, ¿quién es? —preguntó Tong en voz baja—, ponlo en altavoz.

—Chismoso —susurré, entre risas, y seguí sus órdenes para que pudiese escuchar la conversación.

Espero que no te hayas molestado por haber agendado tu número de teléfono —dijo apenada—, ¡pero tengo buenas noticias!

—No hay problema, cuéntame de qué se trata.

—Está bien, yo... Me sentí muy mal al verte en esa situación, también tengo un hijo que ha pasado por malos momentos por ser homosexual —explicó—. El punto es que... La cafetería en donde trabaja tiene una vacante, necesitan algo así como un ayudante y...

DISTRITO 21 | BibleBuildDonde viven las historias. Descúbrelo ahora