CAPÍTULO CINCO

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Sintiendo aún mi corazón golpeando fuertemente sobre mi pecho, me despido del doctor Park, quien me asegura mantendrá informado al doctor Song, y tan pronto como pueda mantenerlo al tanto me harán una cita para poder continuar con el procedimiento.

Aún escuchando toda la información que me había dado una vez que todos habíamos recuperado la postura y el shock había pasado un poco, me había asegurado que, si fuera otra circunstancia normal, como en una chica, todo estaba totalmente dentro de lo estimado y normal, el embrión media tres centímetros desde la cabeza a su recto. Pesaba ocho gramos y su ritmo cardíaco está dentro de los parámetros. Estaba realmente sorprendido porque al parecer había sobrevivido al primer trimestre completamente sano y según lo que había explicado era el de mayor riesgo. Y jodida mierda, tenía el embrión dentro de mí al cual ya se le podía diferenciar sus manitas y cabeza.

Sentí un tirón dentro del estómago. Me detuve por un momento, cerrando los ojos y esperando porque otro mareo no se hiciera presente.

—¿Estás bien? —Sintiendo la mano del chico que aún me acompañaba, abrí los ojos encontrándome con su rostro preocupado.— ¿Quieres sentarte?, ¿Agua?

—Estoy bien. —Murmuré desganado, soltándome de su agarre. Acabábamos de salir del consultorio y caminábamos en dirección al estacionamiento del lugar, en busca de mi auto.

Aún teníamos de ciertas cosas por hablar, así que me detuve un segundo pensando en que era lo mejor en este momento. Eran cerca de las dos de la tarde, por lo que aquellos tiros dentro de mi estómago y los mareos podían deberse al hambre. Me giré con una sola idea en la cabeza, terminar con todo esto.

—Estoy muriendo de hambre, ¿quieres acompañarme? —Cuestioné girándome hasta el pelinegro.— Aún debemos hablar. —Recordé ante su mirada interrogante. Su ligero ceño fruncido, el mismo comenzaba a sospechar siempre llevaba consigo, y un ligero asentimiento me confirmó antes de escucharlo de su voz.

—De acuerdo, vamos.

Sin más, caminamos hasta mi auto y el resto del camino continúo tan silencioso como podía ser, con solo la radio de fondo llenando aquella incomoda atmósfera. Pero sinceramente, ¿qué es lo que podía charlar con ese chico? Joder, estaba tan asustado en este momento por el nuevo descubrimiento de mi vientre que aquel chico jodidamente sexi ni siquiera era lo importante.

Las imágenes de la noche que pasé a su lado volvieron a mi cabeza, reproduciendo todos aquellos gemidos que salían de mi boca y sus jadeos jodidamente sexis y yo estaba muy jodido para pensar en aquello en un momento como ese.

Una vez que bajamos del auto y caminamos hasta el primer restaurante de comida rápida que se me atravesó, ordenamos un par de hamburguesas con papas fritas y un par de sodas, conseguimos una mesa y esperamos. Durante lo que parecieron los minutos más torturadores de la vida, el silencio continúo torturándome.

—Decías la verdad. —Murmuró el contrario frente a mí rompiendo el silencio, mientras mordisqueaba su pajilla. —Lo siento, pero debes admitir que no era algo creíble.

Solté un suspiro frustrado, está charla no iba a llegar a nada.

—Necesito cerca de quinientos mil wons para la cirugía. —De pronto está ahogándose con la bebida que acaba de ingerir.— Hey, ¿estás bien? —Llamo una vez que logra calmarse un poco.

—Si, yo solo... ¿quiniela mil wons? ¿Qué es lo que pretenden hacerte?

—Es una cirugía después de todo. —Murmuro malhumorado de repente, considerando todo lo que había ocurrido no creí que está sería la parte más difícil de todo el día.

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