CAPÍTULO ONCE

55 11 1
                                    

Admirando mi reflejo sobre el espejo de mi habitación, inclinando mi mano sobre el ligeramente abultado abdomen, dejé escapar un suspiro que había retenido contra mi garganta. Todavía aún pese viéndome contra el espejo frente a mí podía creer lo que estaba sucediéndome; era como una versión irreal de mí mismo parado frente al espejo, levantando la sudadera sobre mi pecho, permitiendo ver el ahora visible aumento de peso en mi vientre, mostrando una redonda pansa sobresaliendo.

Mi corazón se detuvo por unos segundos, mientras continuaba admirando mi reflejo fijamente, antes que mi vista se empañara y las lágrimas se hicieran presentes. Luego de haber investigado por mi cuenta la función de las hormonas, y el porque me sentía completamente sensible todo el tiempo, ni siquiera me inmutaba cada que una escena cómo estas se presentaba.

Suspirando un poco resignado, antes de limpiar las lágrimas con la muñeca caminé fuera de mi habitación en dirección a la cocina, aún pese a que procuraba seguir la dieta que el doctor Park me había dejado, algunos días los antojos eran una cosa que no podía soportar, me escabullía por la cocina y robaba algo sin que nadie se percatara, especialmente mi padre. Él ahora me mantenía cautivo dentro de mi habitación, exigiéndome que me quedara ahí todo el día sin poder salir, sin poder vagar por la casa porque algún empleado podría verme y jamás podría permitir que aquello ocurriese. Mi pecho se había apretado fuertemente cuando me mandó a encerrarme en mi habitación durante la última vez que me encontró fuera, negándome las salidas para encontrarme con HongJoong y Yeosang incluso, era prácticamente un reo de mi propia casa desde hacía una semana atrás. Mi único consuelo era poder dejar mi habitación y mi casa los días de consulta.

—Ni siquiera me sorprende tu desobediencia, San. —Mi corazón se detuvo por unos segundos, cuando la voz de mi rosonando detrás de mi congelo mis pasos.

Sintiendo mi sangre correr hasta mis pies, con el corazón latiendo rápidamente contra mi pecho y el sudor frío bajando por mi espalda me giré lentamente hasta encontrarme con el hombre parado frente a mí, con su ya usual mirada afilada.

—Eso solo te hará hincharte más como balón. —Terminó mirando el paquete de galletas en mis manos, mismo que traté de ocultar detrás de mi espalda.— Al final me ahorras el viaje hasta tu habitación solo para informarte que ya estamos en los trámites para la adopción de esa cosa. Solo para que estés informado de la situación. Espero que estés cumpliendo con las indicaciones del doctor Song al pie de la letra, no queremos más defectos. —Mi corazón se encogió, sintiendo las palabras golpearme fuertemente dentro de mi cabeza mientras asentía tratando de desviar las lágrimas de la visión del hombre.

Él siempre había sido un sujeto duro, desde mi niñez escuchaba las mismas cuatro palabras: "No haces suficiente, San". Mi corazón se encogía cada que aquellas duras palabras salían de su boca, no permitiédome ni siquiera alegrarme por un minúsculo éxito. Con formé fui creciendo, cada vez menos me dirigía la palabra, pero solo una mirada bastaba para comprender todo lo que no decía.

A lo largo de los años lo comprendí, él solamente hacia las cosas porque debía hacerlas, eso incluía contraer matrimonio y formar una familia, porque eso era el estereotipo de vida a la que una persona aspiraba, si quería generar empatía, nos necesitaba a mi madre y a mí. Los eventos sociales, los viajes de negocios y los eventos donativos cada tiempo eran la única forma en la que podíamos coexistir alrededor del otro por más tiempo del necesario, fuera del ojo crítico, nunca hablábamos.

Suspiré cansado, con mi corazón latiendo apretadamente dentro de mi pecho, terminé el trayecto hasta mi habitación, cerrando la puerta de con un golpe seco antes de colocar el seguro a la misma. Aquella vocecilla que no había dejado mi cabeza desde hacía unas semanas, me recordaba que yo había elegido esto al quedarme aquí, aunque lo hubiera hecho por mi madre.

0.000001%Donde viven las historias. Descúbrelo ahora