༊*·˚Capítulo veintiuno ༊*·˚

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En definitiva, lo que estaba viviendo no era lo que su mente había imaginado.

Seokjin instruyéndole para que pudiera preparar lo que sería el almuerzo de ese día distaba muchísimo de lo que su imaginación construyó en segundos, pero para ser sincero a Namjoon no le importaba mucho.

Se estaba divirtiendo como nunca creyó y su pareja no borraba su divertida expresión ante su poca destreza en el arte de la cocina. Y a pesar de que creyó que la realidad se basaría en estresar a su chico más de la cuenta hasta que este quisiera terminar con su relación, la experiencia se estaba volviendo muy memorable.

Como el resort les ofrecía una despensa para una semana completa en la suite, no hubo necesidad de salir a comprar nada en el supermercado más cercano, pues contaban con todo lo necesario para realizar un rico bulgogi.

Seokjin le explicaba a su novio hasta los detalles tan sencillos como por ejemplo la manera adecuada para cortar la carne de ternera en perfectas tiras. Las cuales luego serían marinadas en salsa de soja, azúcar, aceite de sésamo, y ajo que posteriormente cocinarían en el sartén, siendo finalmente acompañadas por una porción de arroz muy calientito.

—Lo lograste, Namjoonie, solo debías confiar en ti—el pelimorado le halagó cuando empezó a servir la comida en los platos que reposaban sobre la encimera bajo la atenta mirada del historiador—. Hiciste un magnífico trabajo tu solito.

—Eso no es así, si lo conseguí fue por ti, Jinnie.

—Pero fui el que te guio—debatió con una sonrisa, no queriendo aceptar los créditos del esfuerzo de su pareja—. Y eso no es la gran cosa.

—Claro que sí, lunita.

—Entonces si lo ves de esa manera, tómalo como que quería cumplir la promesa que te hice tiempo atrás.

—Ohh, tienes razón—al menor no le fue tarea difícil recordar ese día de picnic en el que su chico le dijo que lo ayudaría a cocinar—. Gracias por prestarme tus conocimientos, Jinnie. Yo también haré mi parte en lo que quede del viaje.

—De acuerdo, entonces espero tu colaboración como mi asistente, cariño.

El joven de anteojos estuvo de acuerdo con lo dicho por el mayor, ayudándole a terminar de arreglar los cubiertos en la mesa que ocuparían para degustar de su deliciosa comida.

Los minutos fluyeron con normalidad, mientras la pareja mantenía una amena charla sobre temas banales, a la par que degustaban su rico almuerzo. Y cuando los platos quedaron sin el mínimo rastro de comida, el diseñador gráfico se ofreció a lavarlos en el fregadero. No obstante, su novio no quiso dejar que hiciera todo solo.

Por lo que, sin mayor complicación, tomó un trapo y se encargó de secar los platos, vasos y cubiertos que anteriormente habían estado sucios, pero ahora relucían gracias al jabón de vajilla.

Poco después la pareja se acomodó en el sofá de la sala para conversar un rato más antes de salir a dar una vuelta por el resort y volver para dedicarse a ordenar la ropa que sus maletas guardaban. El doncel acariciaba la cabellera gris que reposaba sobre su regazo, escuchando al historiador hablar de esa manera tan poética acerca de la emoción que sus compañeros de generación experimentaron al graduarse.

Recalcando como sus amigos más cercanos estaban tan contentos por finalizar esa etapa de sus vidas e iniciar una nueva en la que serían más independientes de lo que ya eran.

Y el pelimorado no podía estar más conforme con cada una de las palabras que salían de la boca de su amado, quien siempre había tenido muy claro lo que pensaba sobre cualquier tema, y que poseía un increíble don al hablar.

My curious moon; KNJ & KSJDonde viven las historias. Descúbrelo ahora