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Su olor a uva y cítricos inundó mis fosas nasales por la cercanía que teníamos.

No sabía qué estaba tratando de hacer, pero él se iba acercando más a mí mientras daba pasos hacia atrás por inercia.

— Hyung.

Su voz fue suave y dulce cuando habló, no pude echar más marcha atrás por la pared que me lo impedía.

Tragué saliva observando en sus ojos un brillo que no pude descifrar muy bien.

— ¿Cuándo puedo venir para limpiar tu habitación?

De sus labios se asomó una sonrisa de oreja a oreja, y yo podía jurar que se me salía el alma del cuerpo.

— C-cuando quieras menos mañana al ser miércoles...

Mierda, ¿y ahora también tartamudeaba? Qué me estaba pasando, joder.

Su cuerpo se alejó, y ahí el aire que contenía sin darme cuenta se fue por mi boca.

Me di la vuelta un segundo, quedando enfrente de la pared a la que me había pegado anteriormente para colocar mi mano encima de mi pecho.

Un gran escalofrío me recorrió cada parte de mi cuerpo al sentir de repente los brazos de SeungMin rodearme por la espalda. El remate no fue eso, si no que besara mi hombro y luego apoyara ahí su cabeza.

— No hagas nada, déjame estar así contigo, por favor.

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