¡ cuatro !

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Sus ojos se apretaron con fuerza cuando la lengua de Minho peleaba con la suya, robándole los suspiros que deseaban escaparse de su boca por las sensaciones que le causaba el toque del mayor.

Jeongin escuchó como el contrario abría la puerta de su departamento, y si se sintió curioso por conocer el lugar en donde éste habitaba, no le tomó importancia mientras se dejaba halar hacia el sofa de la sala. Minho se sentó y tiró de él hacia su regazo, posando una mano en su nuca para de nuevo chocar sus labios juntos.

Las manos traviesas del pelinegro acariciaron el pecho del mayor, bajando hasta sacar la camisa que estaba escondida bajo la pretina del pantalón. Lee se separó de sus labios y levantó los brazos para permitir que Yang quitara su camisa, y este, sin perder el tiempo, aprovechó para quitar la suya también.

Un suspiro escapó de sus labios cuando sintió las palmas frías de Minho contra su abdomen, entonces sus ojos se encontraron, y una sonrisa adornó los labios de ambos antes de unirlos nuevamente.

Sus ojos se cerraron y de sus labios escaparon los sonidos de placer más lindos y sexys que Minho había escuchado alguna vez en su vida, apreciando también la forma tan bonita en la que el cuerpo del menor se sonrojaba ante sus caricias.

Para cuando su mente se aclaró ligeramente, sus labios besaban el hombro de Jeongin, mientras éste recuperaba la respiración luego de que su miembro se perdiera en su interior. El cuerpo tembloroso del menor se estremecía ante sus caricias, y cuando dió el primer movimiento hacia arriba, escuchó el gemido ahogado que Jeongin intentó esconder contra su hombro, Minho adorando los brazos apretados del adverso a su alrededor.

— No intentes reprimirte, éste es nuestro momento —dijo, haciendo un movimiento circular con su cadera, robando otro de esos sonidos que Jeongin le trataba de esconder.

Para cuando se dió cuenta, el cuerpo del pelinegro brillaba bajo la luz de la luna que entraba por la ventana de la sala, mientras daba pequeños saltos sobre su miembro, acompañado del movimiento de caderas que él hacía, ambos en busca de llegar al clímax.

Sus cuerpos se movían en sincronía, como las olas en el océano, y la temperatura en ellos comenzó a subir de a poco, como cuando la marea sube suavemente durante la noche. Sus vientres se sintieron apretados mientras sus movimientos se aceleraban, y fue sólo cuestión de minutos para que el orgasmo los golpeara como las olas en la madrugada golpean las rocas del muelle.

El cuerpo débil de Jeongin se dejó caer sobre el pecho de Minho, mientras éste respiraba de forma pesada y acariciaba los mechones húmedos del cabello impropio, esperando a que el de hoyuelos se recuperara del orgasmo.

— Nunca te llamé Lee Know —dijo el menor, gimiendo cuando Lee salió de él, dejándolo muy sensible allí abajo.

Yang levantó su rostro y acarició las mejillas del mayor con sus pulgares, mordiendo su labio cuando Minho lo miró curioso, sin haber entendido sus palabras.

— Dijiste que te gusta que te llamen Lee Know... en la cama —explicó.

Minho le sonrió, posando las manos en sus muslos temblorosos.— Pero no estamos en la cama —dijo, inclinándose para besarlo—, pero aún quedan unas cuantas horas antes del amanecer, así que...

Jeongin se sujetó de los hombros del mayor, riendo cuando este lo tomó de sus muslos para levantarse del sofá, llevándolo a quién sabe donde.

— Vamos a la cama, y si me llamas por otro nombre que no sea Lee Know, recibirás un castigo.

Yang rió, y cuando sintió el acolchado edredón bajo su espalda, no hizo nada más que aceptar todo lo que el castaño le ofrecía.

Esas oportunidades se daban una sola vez en la vida, ¿por qué desaprovecharla?

── drive !Donde viven las historias. Descúbrelo ahora