── drive !

¡ epílogo !

— No ganaste, entonces no hay premio.

Minho se soltó a reír entre carcajadas, empujando a Jeongin contra la arena para comenzar a llenarle el rostro de besos, haciéndole cosquillitas en el estómago. El menor no se dejó y comenzó a picotearle los costados, riendo mientras el mayor se quejaba.

— Debes darme un premio de consuelo —le dijo Lee, dejándose caer sobre él, abrazándolo contra su cuerpo. Jeongin le correspondió el abrazo, haciéndole una mueca pensativa para molestarlo.

— Está bien. ¿Qué quieres?

Minho sonrió, apoyando sus brazos en la arena para mirar al azabache desde arriba.

— Que seas mi novio —dijo, y su corazón latió acelerado cuando las mejillas contrarias se sonrojaron de forma tímida—. Hay muchos factores que podrían hacer que una relación entre nosotros no funcione, como el hecho de que soy ocho años mayor que tú, nos conocimos hace poco, y probablemente quieras disfrutar de tu juventud mientras que yo ya estoy buscando a la persona con la que pasar el resto de mis días. Pero aun así, albergo la esperanza de tenerte para mí y llamarte mi novio, quiero acompañarte en tu estrés universitario y que tú estés allí para abrazarme cuando termine mi trabajo.

» Quiero desayunar, almorzar y cenar contigo, quiero que tengamos citas fuera y dentro de casa. Quiero presentarte a mis padres y a mis hermanos, y también quiero conocer a tu familia. Quiero pasar navidades y cumpleaños contigo, quiero hacerte el amor durante la madrugada y tener rondas largas de sexo por la tarde de los sábados. Me gustas, te quiero y te deseo, Jeongin.

» Es por ello que te traje aquí con la excusa de pasear un rato por la playa, pero en realidad quería tener un lugar romántico, y nada mejor que las estrellas y el sonido de las olas para ello. Me gustaría pedirte que seas mi novio. Puedes pensar-

— Sí quiero —interrumpió Jeongin con una bonita sonrisa en sus labios—. Quiero todo eso contigo, Honnie.

Antes de alguna otra cosa escapara de sus labios, el castaño se dejó caer suavemente sobre el cuerpo del menor y unió sus bocas, besándolo de forma lenta y suave para demostrarle la sinceridad de sus sentimientos.

— Ahora... eso de hacer el amor en la madrugada...

Minho no pudo evitar reírse ante la timidez del pelinegro.— Vamos a dar un paseo en moto —pidió, mordiéndole los labios—, y si alcanzamos, nos subimos a la moto.

Jeongin rió, y en un movimiento rápido dejó a Lee bajo su cuerpo, inclinándose para besar sus labios en tanto éste acariciaba sus piernas.

Y allí, sincronizando sus movimientos con el suave vaivén de las suaves olas, hicieron el amor. Porque no importaba el lugar, ni el momento, ni nada más; si sus sentimientos eran reales con eso era más que suficiente.