¡Emboscada entre las olas!

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El viento soplaba del noroeste y los tres barcos de los piratas de Konoha se deslizaban veloces sobre las olas.

La noticia de que Obito navegaba hacía Iwagakure debía de haberse difundido, pues, de hecho, ningún barco navegaba en aquellas rutas.

La terrible fama del Tigre imponía prudencia y, quienes podían, aplazaban su viaje.

A las tres de la mañana, resonó un grito de lado a lado del barco:

?-¡ Iwagakure a la vista!

En la isla de Iwagakure, la única ciudad era llamada "La capital", alrededor de la cual se habían construido algunos fortines para defenderse de los asaltos de los piratas de Konoha.

El resto de la de la isla estaba cubierto por una vegetación espesa, casi impenetrable, salpicada aquí y allá por unas pocas granjas.

Después de bordear la isla por un tiempo, los tres barcos entraron silenciosamente por un pequeño río y remontaron por él hacia el interior.

Al poco tiempo, caminaron al pie de unos extraordinarios y frondosos árboles. Su espeso ramaje escondía completamente los barcos.

Esperaron hasta el mediodía y luego Obito bajo de su barco, llevando con él a Kakuzu. Avanzaron entre la densa vegetación, hasta que de golpe, se detuvieron.

Obito se llevó un dedo a los labios para indicarle a Kakuzu que guardara silencio. A lo lejos se oyó el ladrido de un perro.

Los dos piratas reanudaron con precaución la marcha por el bosque, hasta que encontraron a un indígena que seguía a dos perros de caza. Entonces, Obito le cerró el paso y le preguntó:

O-¿Adónde vas?

?- Estoy siguiendo la pista de un tigre
Contestó sobresaltado

O-¿Has oído hablar de un joven llamado el diamante de Iwagakure?

?-¡Todo el mundo lo conoce!
Dijo abriendo los brazos

?-¡No hay hombre en el mundo más hermoso que el!

Obito se estremeció

O-¿Dónde vive?

?- A dos kilómetros de aquí, en una mansión

Obito le regaló al indígena un puñado de oro y, cuando el hombre se alejó, le dijo a Kakuzu:

O- Esperemos a la noche para ir a espiar por los alrededores.

Pero,de pronto, sonó un cañonazo cerca de la costa. Obito se puso en pie.

O- Tenemos que volver,¡ Temo que los demás hayan Sido atacados!

En el momento en que los dos piratas llegaron a la ribera del río, encontraron a sus compañeros ya a bordo de los barcos.

O-¿Qué ocurre?
Dijo preocupado

H-¡Hemos caído en una trampa!

H-¡Un barco de guerra nos cierra el paso en la desembocadura del rió!

O-¡Así que se atreven a desafiarnos!

O- Pero no vamos a echarnos atrás

O-¡Al mar, mis cachorros!

Instantes después, los tres barcos navegaban corriente abajo hasta alcanzar el mar.

Allí los aguardaba un gran barco de guerra de Iwagakure.

Cuando los piratas aparecieron entre las olas, en la cubierta del buque empezaron a redoblar los tambores para llamar a los tripulantes a sus puestos de combate.

Obito miró fríamente al enemigo y grito:

O-¡A los remos, marineros!

O-¡No retrocedáis!

O-¡Tenemos que vencer!

Pero de repente, una andanada de plomo cruzó el cielo y golpeó los tres barcos.

Gritos de rabia y espanto se alzaron entre los piratas.

Inmediatamente después, una segunda andanada enemiga caía sobre las tres embarcaciones ligeras.

Uno de los barcos fue alcanzado y, mientras se hundía, los supervivientes subieron a toda prisa al segundo barco.

Hidan y Kakuzu, sin embargo, acabaron en el agua y desaparecieron entre las olas, sin que se pudiera hacer nada por ellos.

La tripulación enemiga se entusiasmó y, creyendo haber vencido, empezaron a alejarse en su pesado barco.

Pero Obito no se había rendido nunca en su vida: resuelto, ordenó a sus hombres que pasaran al contraataque.

La batalla volvió a comenzar, todavía más feroz que antes.

Los dos barcos restantes estaban en total desventaja, aunque resistieron heroicamente, hasta que el segundo barco también fue hundido.

Obito hizo subir a sus compañeros supervivientes a su barco y trató de alcanzar la orilla.

El barco llegó a la playa, justo antes de caer destrozado.

Obito reunió a su tripulación en torno a él y exclamó:

O- Vamos, reparen el barco,¡Antes de medianoche zarparemos!

En sólo cuatro horas, el barco tuvo dos nuevos mástiles, costados sólidos y resistentes maromas.

Obito contempló con orgullo el trabajo de sus hombres,¡ Los tigres de Konoha no sucumbían jamás!

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🍮-No sé ustedes pero este capítulo se me hizo largo
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Gracias por leer

Nos vemos en el próximo capítulo

Bye👋

𝙾𝚋𝚒𝚝𝚘 𝚢 𝚕𝚘𝚜 𝚝𝚒𝚐𝚛𝚎𝚜 𝚍𝚎 𝙺𝚘𝚗𝚘𝚑𝚊 (𝚃𝚘𝚋𝚒𝚍𝚎𝚒)(pausada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora