¡Al abordaje!

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Hacía las once de la noche, los piratas estaban listos para zarpar.

Los vigías de guardia anunciaron que el barco de Iwagakure se hallaba todavía en la bahía, quizá convencidos de que habían derrotado definitivamente al enemigo.

O-¡Todos hagan silencio!

O- Tengan los ojos bien abiertos

O-¡Vamos a tomarnos la revancha!

Izaron una vela en el barco para aprovechar todo el viento posible.

Obito había ordenado que lo pintaran de negro,para que se confundiera con las sombras de la noche.Protegido por la oscuridad, el barco atravesó la pequeña bahía y después se deslizó en silencio por el mar.

El barco estaba a media milla de distancia.

Escuchando atentamente, podía oírse el sordo rugido de sus calderas.

El barco consiguió llegar hasta la embarcación enemiga, sin ser visto.

Cuando los de Iwagakure por fin se dieron cuenta de su presencia, el cañón empezó a tronar.

La batalla se volvió agria en seguida,¡Ambos bandos estaban dispuestos a todo!

O-¡Al abordajeeeeeee!

O- Los de Iwagakure nos superan en número, pero ¡Nosotros somos los tigres!

No obstante, a pesar de sus esfuerzos, el cañoneo del barco enemigo redujo el barco a poco más que una ruina, el agua pronto entró por las grietas e inundó la bodega.

Obito comprendió que les quedaban pocas esperanzas de victoria.

En ese momento, el barco de guerra se lanzó a toda marcha contra el barco pirata, para hundirlo con su espolón.

Pero Obito, al verlo aproximarse a gran velocidad, giró el timón con una fuerza increíble, evitando de este modo el choque, y lanzó el barco contra el costado izquierdo del enemigo.

¡El golpe fue muy violento!

O-¡Al abordaje, mis cachorros!
Grito con decisión

A esa orden, los trece piratas que quedaban arrojaron los garfios de abordaje al costado de la nave enemiga y, junto con Obito, treparon a cubierta.

Los de Iwagakure, asombrados por tanta audacia, se quedaron unos instantes quietos y boquiabiertos.

Los tigres de Konoha eran pocos, pero ¡Estaban dispuestos a batirse hasta el fin por su capitán, y diez de ellos valían por cien!

Obito, demostrando que la leyenda de su valentía era más que merecida, condujo con fiereza a sus hombres hasta la proa.

Allí había sesenta hombres de Iwagakure listos para luchar y armados hasta los dientes.

Con golpes desesperados, los piratas mantuvieron a raya a todos los enemigos, pero finalmente se vieron obligados a soltar las armas y muchos de ellos cayeron, vencidos por los adversarios durante la batalla.

Tras una inagotable lucha, también Obito, que se había quedado solo combatiendo en cubierta, fue herido en el pecho.

A pesar de la herida, de un potente salto el tigre de Konoha se lanzó por la borda izquierda del barco, se zambulló de cabeza en el mar y desapareció entre las olas.

Gracias por leer

Nos vemos en el próximo capítulo

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𝙾𝚋𝚒𝚝𝚘 𝚢 𝚕𝚘𝚜 𝚝𝚒𝚐𝚛𝚎𝚜 𝚍𝚎 𝙺𝚘𝚗𝚘𝚑𝚊 (𝚃𝚘𝚋𝚒𝚍𝚎𝚒)(pausada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora