5. Castigo

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El cuerpo de Axel pesa sobre el mío. Está dormido, su respiración es pausada contra mi oído.

—Axel, me estás aplastando —me quejo intentando salir de debajo de él cuando empiezo a sentirme agobiada. Axel es mucho más grande de cuerpo que yo y literalmente me está aplastando.

—Pues disfrútalo —masculla sin hacer el amago de volverse siquiera. Lo engreído e insoportable que es me saca una ligera risa. Así me gusta, pero aunque me encanta tener su cuerpo encima, intento salir de la cama porque ya debe ser tarde.

Mala idea, lo único que consigo es que enganche mi pelo en su puño y tire.

—¡Axel! —chillo revolviéndome para salir de debajo de él.

—¿Quieres otro castigo? —pregunta con esa voz ronca de recién despertado que tanto me gusta. Axel realmente tiene una voz muy atractiva.

—No —farfullo resignada y desisto.

—Pues a dormir.

Bufo, pero no me quejo cuando Axel se estira para darme un beso inocente en la nariz.

Sin embargo no duermo. Son segundos lo que tardo en recordar toda la mierda que pasó anoche y que me he quedado sin trabajo. Me siento ansiosa por coger el móvil a ver si tengo algún mensaje de mi jefe. Tal vez se lo ha pensado mejor y quiere que vaya esta noche. Ya mismo es verano y necesita personal.

Un rato después, Axel se gruñe y me suelta.

Mi chico y su mal despertar los fines de semana.

—Voy a preparar el desayuno —le comento antes de darle un suave beso en los labios. Él bufa sin molestarse en abrir los ojos siquiera.

—Dame un beso en condiciones —exige, y yo obedezco tras rodar los ojos. Mi lengua acaricia la suya mientras nuestras bocas encajan a la perfección.

—Has pasado de ser Ricitos de oro a ser la bella durmiente —comento divertida cuando separo mis labios de los suyos. Él protesta.

—Castigada.

—Ya lo estaba —farfullo acercándome al armario y agarrando una camiseta vieja para cambiarme sabiendo que lo más seguro es que acabe con una mancha de algo imposible de quitar como siempre que cocino o limpio—. ¿Te apetece algo en concreto?

—El café cargado.

Salgo del dormitorio y me cambio la camiseta por el pasillo para ya en la cocina echarla directamente al cesto de la ropa sucia. Me recojo el pelo en una cola alta antes de meterme en la tarea de prepararle el desayuno a mi novio.

De camino busco mi móvil por el comedor y lo prendo ansiosa para llevarme un chasco al ver que no tengo ningún mensaje.

Esto es una mierda.

Me centro en preparar el desayuno para evitar frustrarme.

Tampoco me ha dicho que esté despedida.

Café cargado para mi chico, mi zumo de naranja de botella porque soy demasiado floja como para ponerme a exprimir naranjas recién levantada, y un par de tostadas de mermelada de arándanos. Axel la compró por hacer la coña y ahora hay que gastar el tarro y, aunque está buena, le soy fiel a la de fresa.

No me sorprendo cuando los brazos de Axel rodean mi cintura. Apoya el mentón en mi hombro y observa callado mientras unto la mermelada sobre la mantequilla.

—Buenos días —murmura volviendo ligeramente el rostro para dejarme un beso en la mandíbula.

—Por fin te levantas. Creía que iba a tener que ir a darte otro beso para romper el hechizo —bromeo ganándome un pellizco en el culo que me hace saltar en el sitio.

Soy Más Que Una Sumisa [+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora